Liturgia de SANTOS y DIFUNTOS 2024
SANTOS y DIFUNTOS 2024
TODOS DIFUNTOS, todos iguales, por mucha corona a unos y purgatorio a otros que queramos ponerles. TODOS de vuelta al seno del Padre.
Lo único que nos queda es su EJEMPLO y nuestros afectos. Ningún poder, ninguna influencia, ninguna posibilidad de actuar en nuestro mundo.
Más allá de eso, todo idolatrías.
El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu están con todos vosotros.
Jairo del Agua
MONICIÓN DE ENTRADA
Aunque se trata de dos fiestas diferentes (santos y difuntos) muy poca gente las celebra por separado. La mayoría dedicamos estos días a recordar con cariño, agradecimiento y veneración a nuestros seres queridos difuntos, que son “todos santos, porque lo divino nos atraviesa”. También recordamos a todos aquellos cuyo ejemplo de vida nos estimula a recorrer el camino.
ACTO DE RECONOCIMIENTO
Mientras caminamos por la vida tenemos que reflejar el amor de Dios Padre, para ello contamos con los dones y cualidades que nos ha dado. Le damos gracias por ellos y nos comprometemos a vivirlos cada día.
Queremos comprometernos a vivir el don de la Paz, tanto interior, sintiéndonos habitados por Ti, como exterior, contribuyendo a sembrarla en los demás. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor.
Queremos comprometernos a vivir el don del Amor, descubriendo cada día el gran amor que nos tienes y viviéndolo con los hermanos. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor.
Queremos comprometernos a vivir el don de la Bondad y la Ayuda, ayudándonos a nosotros mismos a progresar en nuestra realización personal y ayudando a los demás en todo lo que podamos. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor.
Dios Padre Amoroso tiene misericordia de nosotros, comprende nuestros fallos y nos guía de su mano a la vida eterna. Amén
ORACIÓN COLECTA
Descansad; descansad en las manos que, por ser tan grandes sólo pueden ser las manos de Dios.
Vivid; vivid en aquella ciudad que –sin penas ni tristezas- sólo puede ser la Ciudad de Dios.
Descansad; hermanos, descansad; vivisteis y, Dios, os guió con mano providente. Sufristeis: pero ¿quién sabe si ahora no estaréis descubriendo la otra cara de esa sufrida moneda? Llorasteis; pero hoy con el pañuelo amoroso del Padre sentís reconfortados y consolados. Amasteis; y como un gran capital que nunca decrece, presentáis las buenas acciones de vuestro ser los detalles de tanta delicadeza repartida la suavidad de las palabras que no quisieron herir la prudencia de los silencios que fueron vuestro baluarte.
Sí, hermanos, descansad en las manos de Dios Porque, en el camino que Jesús os enseñó, intentasteis llevar una vida agradable. Con lágrimas y dolor. Con aciertos y fracasos. Con virtudes y pecados. Como los atletas en el estadio o en la competición, estuvisteis corriendo hacia la meta arropados y empujados por el Espíritu enamorados por Jesucristo, atraídos por el amor infinito del Padre.
Sí, hermanos, padres, amigos, compañeros, sacerdotes, y tantos que estáis ya al otro lado:
Descansad y sabed que vuestro ejemplo nos está mostrando que somos eternos, y que un día junto a vosotros también estaremos disfrutando de la resurrección final y definitiva y de la alegría de la casa del Padre. Amén.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,13-17):
No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.
Salmo
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 23, 44-46. 50. 52-53; 24, 1-6a
Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
—«Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.»
Y, dicho esto, expiró.
Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía.
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron;
—«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado.»
HOMILÍA
“Resucítame Señor con tu Espíritu, transfórmame Señor con tu Espíritu”
Esto es lo que celebramos hoy recordando a nuestros difuntos. Que han resucitado ya y han sido transformados, son seres de luz. La luz que transmitieron mientras estaban con nosotros ahora es una luz plena, la luz de su ejemplo guía nuestros pasos para realizarnos plenamente y llegar a disfrutar como ellos de esa Luz plena del Padre.
Pero comencemos reflexionando acerca de algunas frases que se dicen sobre los difuntos, y que muestran hasta cierto punto un grado de increencia. Como seres humanos que somos podemos dudar, pero no podemos vivir permanentemente en la duda, al final o creemos o no creemos, y si creemos así lo debemos manifestar en nuestras obras y en nuestras palabras.
“Vivirás en nuestro recuerdo”. Por supuesto que nuestros seres queridos difuntos están en nuestro recuerdo. Pero muchas veces cuando se dice esta frase se quiere expresar que no morirán del todo mientras estén en nuestro recuerdo. Pues ¡pobres difuntos!, porque durarán lo que dure nuestra propia vida, y esta puede ser corta o larga.
Afortunadamente están en el recuerdo de Dios Padre, mejor, afirmamos que están en su presencia, en su Casa del Cielo, disfrutando de la plenitud de la Vida y aguardando a volver a encontrarse con nosotros cuando nos llegue la hora de partir a la Casa del Padre. Esto es lo que creemos, esto es lo que debemos manifestar cuando hablemos de nuestros difuntos.
“Nadie volvió de allá para contarnos” Otra frase muy utilizada. Y pregunto ¿Cómo que nadie volvió de allá? Y ¿entonces Jesús? Él volvió, por eso estamos aquí, porque creemos en la resurrección, en la de Jesús y en la de nuestros difuntos. Recordemos las palabras de San Pablo “Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó vuestra fe es vana… ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que durmieron”.
Y también Pablo nos dice en otra de sus cartas: “ni el ojo vio ni el oído oyó, ni el hombre puede comprender lo que Dios tiene preparado para los que lo amán”
Por supuesto que no podemos saber lo que Dios nos tiene preparado, porque estamos condicionados por nuestras limitaciones de tiempo y espacio. Pero Jesús ha venido ante todo a presentarnos a Dios Padre, que nos ama, y nos ha hablado de la vida plena con la imagen de un banquete, así que será algo alegre, dichoso, feliz. De los que ya están disfrutando nuestros difuntos.
He oído a alguna persona cristiana decir: “yo eso de la resurrección no lo creo”. ¡Pues, amigo, si no crees en la resurrección no eres cristiano! Porque estamos aquí, en la iglesia y somos cristianos, porque Jesús resucitó. Como recordábamos antes citando a San Pablo, si Jesús no hubiera resucitado, toda esta historia de siglos no había sucedido, no habría existido el cristianismo, ni la Iglesia, todo se quedaría en un judío muy bueno al que crucificaron, y la historia seguiría por otros derroteros. Pero los apóstoles vieron y sintieron a Jesús vivo y resucitado, por eso se lanzaron a los caminos para anunciarlo y para extender el mensaje de amor que él trajo al mundo.
Pero cabe señalar que la Iglesia, o mejor dicho, la jerarquía y los doctores de la Iglesia nos han confundido, porque al hablar de dos signos de Jesús, el hijo de la viuda de Naín y Lázaro se refieren a ellos como “resurrección”, y no es correcto porque simplemente fue un revivir, luego tanto uno como otro volvieron a morir. La resurrección no es volver a este mundo sino entrar en una nueva dimensión o realidad.
Por eso a la luz de la primera frase os ofrezco esta reflexión final:
La muerte una gran realidad:
La muerte no existe, solo la transformación. La muerte es una transición.
Miras con pánico la tumba como si allí todo acabara. No temas.
Observa, la única certeza es el cambio. Nada permanece igual. Debemos ser conscientes de nuestro limitado tiempo en este plano. Solo así viviremos de una manera intensa y profunda; celebrando.
No te asustes, sigue escuchando:
Aunque cueste reconocerlo este mensaje llega a ti por amor a la vida.
La evolución requiere de la mutación de las formas. Nadie llora por la semilla cuando se transforma en árbol, ni por el gusano cuando surge una mariposa.
¿Acaso una madre se apena porque su hijo ya no está en su vientre?
La vida fluye como una interminable sucesión de misteriosas transformaciones.
Hasta cierto punto la ciencia y la tecnología nos permiten ver qué es lo sucede antes de nacer.
Por ahora los recursos son limitados. Solo podemos conocer hasta el instante en que el cuerpo finaliza su ciclo.
De todos modos, ¿cuántas pruebas más necesitamos para darnos cuenta de que lo que llamamos vida y muerte no son más que dos caras de una misma moneda?
Buscamos certeza, la vida es incertidumbre. La materia es necesaria para la experiencia en el mundo de las formas. Fuera de ese entorno ya no sirve. Nadie se angustia por abandonar los zapatos a la hora de dormir. Cumplieron una función. Lo mismo sucede con nuestro cuerpo, nos permite movernos en esta dimensión, pero llegado cierto punto habremos de dejarlo. Es un proceso natural.
Deberíamos aprender a liberarnos de tanta negatividad, la muerte solo es transformación.
¿Crees que hablo así porque no soy humano? Claro que las ausencias duelen, y mucho. Y tardan un gran tiempo en curar su dependencia. Es cierto que el vacío por los que ya no están es insondable. El corazón queda herido, lo sé. Pero si vivimos con intensidad cada momento, amando y disfrutando de todo lo que nos rodea, reconoceremos la muerte como parte indivisible de la vida. Habremos trascendido las fronteras de nuestras limitaciones. Si cambiamos nuestra percepción, ya no lamentaremos la partida de nuestros seres queridos. Seremos conscientes de que simplemente se adelantaron en el camino para seguir evolucionando. No los podemos ver, es cierto, pero los podemos sentir. Sabemos que están.
Mira hacia tu cielo interno. Agradece, desde lo más profundo de tu alma, por los momentos vividos. Envíales millones de besos y tus más puras intenciones. ¡Libéralos! Ellos deben seguir su camino y encontrar su luz, que es la luz de Dios Padre, ya llegará el tiempo del reencuentro.
Sigue viviendo. También te irás cuando llegue tu hora. No cierres tu corazón, aún queda mucho por aprender, mucho por disfrutar.
Solo quien te ama te dice lo que a veces no te gusta escuchar. Nunca lo olvides, este mensaje llega a ti por amor a la vida
CREDO
Sacerdote.- ¿Creéis en Dios , que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?
Todos.- Sí, Creemos.
Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios?
Todos.- Sí, Creemos.
Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia para hacer un mundo mejor?
Todos. Sí, Creemos.
Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la vida eterna en la que caminan ya nuestros seres queridos difuntos?
Todos: Sí, Creemos.
ORACIÓN UNIVERSAL
Hermanos, utilizar la Palabra es utilizar a Dios para mis intereses. La Palabra se nos ha dado para transformarnos en Palabra viviente, para que quienes nos rodean conozcan al Padre y crean en El. Oremos.
Jesús, queremos ser sembradores de vida.
• Padre, deseamos que para tú Iglesia, su primera preocupación sea proclamar la Vida que nos prometes a todos los hombres y mujeres de este mundo y, en especial, a aquellos que más necesitan una palabra de aliento y vida.
Jesús, queremos ser sembradores de vida.
• Padre, nos concedes la gracia de ser Palabra viviente, que todo nuestro ser apunte hacia ti y así, los que nos rodean, conozcan la vida que tú nos quieres regalar.
Jesús, queremos ser sembradores de vida.
• Padre, todos nosotros somos conscientes que construir la humanidad aquí es sembrar la humanidad eterna, una humanidad liberada de males que florecerá en cosecha definitiva.
Jesús, queremos ser sembradores de vida.
• Padre, por medio de nosotros cuidas de todos los que sufren a causa de la enfermedad, de la violencia de género, de la falta de trabajo o de pan para comer; deseamos que nuestros corazones se estremezcan y despierte nuestra solidaridad.
Jesús, queremos ser sembradores de vida.
Padre te damos las gracias porque tenemos la confianza y la alegría de que nuestros seres queridos difuntos: familiares, amigos, miembros difuntos de nuestras comunidades, y todos aquellos de los que nadie se acuerda, están disfrutando de la felicidad en Tu Casa del Cielo.
Jesús, queremos ser sembradores de vida.
Padre bueno, cada domingo nos recuerdas tu promesa de Vida eterna para cada uno de nosotros y que el camino hacia esa Vida es que nos facilitemos la vida entre nosotros, día a día. Te damos las gracias porque en tu hijo Jesús reconocemos el estilo de vida que esperas de nosotros.
En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso
El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te ofrecemos el pan y el vino frutos de la tierra y del trabajo de los hombres y mujeres, que labraron la tierra, sembraron el grano y plantaron la viña. Junto a ellos, ofrecemos nuestras vidas, nuestros trabajos y sudores, y también nuestras alegrías. Recíbelo como nuestra mejor ofrenda. Te lo ofrecemos, por Jesucristo Nuestro Señor.
PREFACIO
El Señor está con vosotros
Levantemos el corazón
Damos gracias al Señor nuestro Dios
Señor de la vida, te damos las gracias porque has creado el mundo con amor infinito y por tu inmensa bondad nos has llamado a la vida.
Te damos las gracias, sobre todo, porque has enviado a tu Hijo al mundo para recordarnos que somos tu familia.
Dedicó toda su vida a nuestro servicio, anunció la Buena Nueva a los pobres, trajo consuelo a los tristes y alivió del dolor a los enfermos.
Muriendo en una Cruz, víctima de la injusticia y cerrazón humana, destruyó nuestro miedo a la muerte para siempre, porque la muerte termina en resurrección y nos lo demostró Resucitando, después de habernos enseñado el camino de la Luz y la felicidad. Por todo eso, y por muchas cosas más, llenos de alegría y esperanza, te cantamos un himno de alabanza diciendo:
SANTO, SANTO, SANTO.
CONSAGRACIÓN
Te alabamos, Padre Santo, porque estás con nosotros en el camino de la vida, sobre todo, cuando tu Hijo Jesús nos congrega para el Banquete Pascual de su Amor y comparte con nosotros el vino y el pan.
Recibimos tu Espíritu con alegría
para que santifique este pan y este vino y
se conviertan para nosotros
en el Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús aquí significadas.
El mismo Jesús, la víspera de su Pasión y Muerte,
cuando estaba reunido a la Mesa con sus amigos, tomó un pan, lo bendijo, y se lo repartió, diciendo...
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros
Y lo mismo hizo con una Copa de vino: al terminar de cenar, alzó una copa, brindó por el triunfo a su Padre del cielo, y se la pasó a sus amigos, diciendo...
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para iluminar vuestra vidas.
Haced esto en conmemoración mía.
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
Por eso, Padre de bondad,
celebramos ahora
el memorial que Jesús nos encargó,
y proclamamos la obra de tu amor:
Cristo, tu Hijo, a través del servicio
y la entrega de su vida
ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha.
Señor, Padre de misericordia, Tú derramas sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.
Fortaleciendo a tu pueblo con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y renovándonos a todos a su imagen.
Derramas tu bendición abundante sobre el Papa N., sobre nuestro Obispo N y sobre todos tus hijos.
Para que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio; preocupándonos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres, y mostrándoles así el camino de la salvación.
Gracias una vez más porque
has acogido en tu casa del Cielo
a nuestros hermanos difuntos...
todos nuestros familiares, amigos
y fieles difuntos de esta Comunidad
Y ahora, Padre santo, nos unimos a toda tu creación
para brindar por tu mayor gloria y por la germinación de tu Bondad en nuestro mundo,
en la feliz compañía de tu hijo Jesús,
unidos a nuestra Madre María, a su esposo San José
a los apóstoles, a los santos y a todas las personas
de buena voluntad diciendo
Por Cristo con él y en él…
PADRENUESTRO
Padre y Madre nuestra,
en quien somos y vivimos.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Tú nos das hoy
nuestro pan de cada día.
Tú perdonas nuestros pecados
y nosotros queremos perdonar
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal. Amén.
CORDERO DE DIOS
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú tienes piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú tienes piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú nos das la paz.
Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.
ORACIÓN FINAL
Gracias, Señor, por el don de la vida. Porque, aun siendo viaje de relámpago por la tierra, ha merecido la pena contemplar, gustar y sentir la belleza que tu mano creó aquel lejano día.
Gracias, Señor, por la hermana muerte que, de forma inexorable, nos visita y nos recuerda que somos frágiles y no yunques que, tarde o temprano, nuestro cuerpo se desmorona pero, aquello que le sustenta, va a tus brazos de Padre.
¡VIVIREMOS PARA MORIR Y VIVIR! Porque en el morir, Señor, está la llave del futuro vivir Desaparecerá la oscuridad y emergerá la luz. Se evaporarán las lágrimas y nuestros ojos te verán. Saltaremos del silencio, y cantaremos tus maravillas. Nos levantaremos del sueño, y proclamaremos tu realeza ¿Cómo no darte gracias, oh Señor, por tu paso por este mundo? Sin tu muerte, nuestra muerte sería eslabones de por vida. Sin tu resurrección, nuestra vida sería caduca y sin respuesta. Sin tu triunfo, nuestras conquistas serían poca cosa.
¡VIVIREMOS PARA MORIR VIVIENDO! Sabiendo que, más allá del duro madero, aguarda un cielo abierto por tu Ascensión gloriosa. Creyendo que, en tu Resurrección, siempre habrá segura y certera respuesta para la nuestra Amando, como Tú amaste, para que, en el tramo final de nuestra existencia, puedas concluir: “mucho amaste y por Dios te salvaste”.
¡VIVIREMOS PARA MORIR VIVIENDO! Porque bien sabemos que a este mundo nuestro vinimos de noche o de mañana a darnos un breve paseo. Porque, aunque lo olvidemos, a esta tierra nuestra aterrizamos como lo hace un avión para, luego, emprender otro vuelo más alto y definitivo Porque en este suelo, de gozos y de lágrimas, hemos ido dejando sudores y esfuerzos fe, oración y confianza en Ti que tienes la última palabra. Por eso, con todos nuestros difuntos, hoy más que nunca –mirando hacia lo alto- confesamos:
¡VIVIREMOS CON CRISTO, PARA VIVIR CON CRISTO Y POR CRISTO EN EL CIELO! Amén.
BENDICIÓN
El Señor os bendice, os guarda
y en sus palmas os lleva tatuados.
Os acompaña en todos los caminos.
Y hace prósperas las obras de vuestras manos.
Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dio5s enamorado.
Padre, Hijo y Espíritu Santo