Las mujeres de la Asamblea Sinodal reflexionan sobre la común dignidad bautismal El Bautismo es para todos, no es exclusivo el don de Dios para los varones
Cuando alguien afirma una supuesta superioridad del bautismo de los varones sobre las mujeres, hay mujeres que le dicen que “a esa persona se le perdió de su Biblia algunas de las páginas del Evangelio, o que tuvo una lectura parcial del lugar de las mujeres junto a Jesús y los discípulos de la primer ahora”
“La feminidad pertenece al patrimonio constitutivo de la humanidad y de la misma Iglesia, complementa necesariamente, la misión del Pueblo de Dios”
“La dignidad bautismal nos hermana, rompe toda asimetría y permite mirarnos a los ojos sin distinción alguna, con el único fin de hacer presente el reino de Dios y su justicia”
“La dignidad bautismal nos hermana, rompe toda asimetría y permite mirarnos a los ojos sin distinción alguna, con el único fin de hacer presente el reino de Dios y su justicia”
| Luis Miguel Modino, enviado especial al Vaticano
Hay afirmaciones de las que cuando uno duda debería pensar qué es lo que le lleva a eso. Las palabras del cardenal Hollerich, relator general del Sínodo de la Sinodalidad en la introducción a los trabajos sobre el Módulo B2, que propone una reflexión sobre la corresponsabilidad en la misión, donde dijo que “el bautismo de las mujeres no es inferior al de los hombres”, es un claro ejemplo de eso.
Gracia, posibilidad y envío para todos
Preguntando a mujeres que participan de la primera sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo de la Sinodalidad, que se realiza en el Vaticano de 4 a 29 de octubre, sobre cómo reaccionarían si alguien afirmase esa superioridad bautismal masculina, ellas afirman que el suyo “no es un bautismo inferior, es el mismo don, es Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo derramado totalmente con su gracia y con sus dones, no es exclusivo el don de Dios para los varones, es la gracia para todos, es la posibilidad para todos, es el envío para todos”.
Aunque afirman que nunca esperarían escuchar de alguien decir que el bautismo de las mujeres es inferior al de los varones, ellas mismas reconocen que en la práctica, en la vida del día a día de algunas comunidades eclesiales, se puede llegar a decir que es así, “porque si fuésemos a ver desde lo que vivimos como mujeres en la Iglesia, parece que el bautismo de los hombres vale más que el nuestro. Tienen poder, dan órdenes, dominan todo, la última palabra siempre es del sacerdote”.
Fundamentación bíblica y magisterial
Fundamentar esa igual dignidad bautismal es algo que viene de la Palabra de Dios y del Magisterio de la Iglesia. En el Génesis, aparece que todo ser humano fue hecho a imagen y semejanza de Dios, donde se señala que los hizo mujer y varón, lo que hace con que el bautismo de hombres y de mujeres sea exactamente igual. De hecho, en el Evangelio aparece que Jesús invitó a todos por igual, sin distinción, y dio a muchas mujeres un lugar de dignificación y de preferencia.
Cuando alguien afirma una supuesta superioridad del bautismo de los varones sobre las mujeres, hay mujeres que le dicen que “a esa persona se le perdió de su Biblia algunas de las páginas del Evangelio, o que tuvo una lectura parcial del lugar de las mujeres junto a Jesús y los discípulos de la primer ahora. Ellas acompañaban a Jesús recorriendo ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios y asistiéndolo con sus bienes, como recuerda Lucas en el capítulo 8, versículos 1-3. No cabe duda de que las mujeres también somos consideradas las ‘del camino’, las que abren y roturan senderos junto al Maestro”.
En el Magisterio de la Iglesia, el cardenal Joseph Ratzinger en la “Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo”, siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe proponía “volver la mirada a los datos doctrinales de la antropología bíblica”. Las mujeres insisten en que “el magisterio pontificio a través de numerosas y variadas intervenciones, y desde enfoques diversos -antropológico, teológico, eclesiológico, histórico, sociocultural, jurídico-, nos ha mostrado el verdadero sentido de la vocación de la mujer, y cómo la feminidad pertenece al patrimonio constitutivo de la humanidad y de la misma Iglesia, complementa necesariamente, la misión del Pueblo de Dios”.
La dignidad bautismal rompe toda asimetría
Son mujeres, y no olvidemos su papel importante dentro de la Sala Sinodal, que insisten en que “la dignidad bautismal nos hermana, rompe toda asimetría y permite mirarnos a los ojos sin distinción alguna, con el único fin de hacer presente el reino de Dios y su justicia”. Por eso insisten en que “todos tenemos la misma dignidad, la identidad fundamental es la de hijos de Dios, y en esa categoría cabemos todos”.
“El gran desafío de nuestro tiempo, aquí y ahora, es ponerlo en práctica”, insisten, destacando la importancia de la presencia femenina, con el aporte de lo que es propio y característico de la mujer. Para ello, se necesita entender que “muchas veces los hombres asumen eso porque mucha gente, inclusive nosotras las mujeres, lo reforzamos”. Desde ahí un llamamiento a la esperanza, que está en que “asumamos nuestro compromiso y tomemos conciencia de mujeres que pertenecemos a la Iglesia y queremos espacio, pero no como disputa de poder, para no reproducir lo que los hombres hacen con nosotras”.
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