Comienza el trabajo del tercer módulo de la Asamblea SInodal Cardenal Hollerich: “El Bautismo de las mujeres no es inferior al de los hombres”
“Las armas de la sinodalidad, que requieren unidad, caminar juntos, discernir en la oración, escucharse unos a otros y escuchar lo que el Espíritu tiene que decir a la Iglesia”
“Corresponsabilidad en la misión: ¿Cómo compartir mejor dones y tareas al servicio del Evangelio?"
“¿Cómo puede la Iglesia de nuestro tiempo cumplir mejor su misión mediante un mayor reconocimiento y promoción de la dignidad bautismal de la mujer?”
“La andadura de la mujer en la Iglesia está llena de cicatrices, de coyunturas que han supuesto dolor y redención”
"Es importante que el Obispo promueva una comunión misionera dentro de la Iglesia diocesana"
“¿Cómo puede la Iglesia de nuestro tiempo cumplir mejor su misión mediante un mayor reconocimiento y promoción de la dignidad bautismal de la mujer?”
“La andadura de la mujer en la Iglesia está llena de cicatrices, de coyunturas que han supuesto dolor y redención”
"Es importante que el Obispo promueva una comunión misionera dentro de la Iglesia diocesana"
"Es importante que el Obispo promueva una comunión misionera dentro de la Iglesia diocesana"
| Luis Miguel Modino, enviado especial al Vaticano
La Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad que se está realizando su primera sesión en el Aula Pablo VI de 4 a 29 de octubre inició este 13 de octubre sus trabajos sobre el tercer Módulo, el B1, que quiere profundizar en la corresponsabilidad en la Misión.
Nuevo Pentecostés
Los trabajos comenzaron con una Eucaristía en el Vaticano, presidida por el cardenal Ambongo, arzobispo de Kinsasa, capital de la República Democrática del Congo. Una celebración que tuvo un claro cariz africano, en la que el presidente inició su homilía afirmando que este camino sinodal, este “nuevo Pentecostés”, es motivo de acción de gracias a Dios, y “renovará la Iglesia en la comunión de sus miembros y en la participación activa de todos en la vida y misión de la Iglesia”.
En sus palabras invitó, al hilo de la profecía de Joel, “a llorar y a lamentarnos ante este altar, ante la tumba de San Pedro, por nuestras debilidades como Iglesia”, viendo la mejor manera para ello el “tener el valor de emprender el camino del arrepentimiento y de la conversión, que abre la vía a la reconciliación, a la curación y a la justicia”. Igualmente, siguiendo el Evangelio del día, el cardenal africano llamó a ver “hasta qué punto el Maligno actúa e influye en nuestro modo de ser y de actuar”. Para luchar contra él propuso “las armas de la sinodalidad, que requieren unidad, caminar juntos, discernir en la oración, escucharse unos a otros y escuchar lo que el Espíritu tiene que decir a la Iglesia”.
Un largo camino recorrido juntos
En la sala sinodal, que tuvo la presidencia de la presidenta delegada, la Hna. María Dolores Palencia, otra novedad de esta Asamblea Sinodal, los trabajos comenzaron con la intervención del cardenal Hollerich, relator general del Sínodo, que reconoció que desde el inicio de la Asamblea “hemos caminado juntos y que hemos recorrido un largo camino”. Recordando la peregrinación a las catacumbas, “que nos permitió entrar en contacto más estrecho con los cristianos de la comunidad primitiva y especialmente con los mártires”, que están con la Iglesia, “podemos sentirlos caminar con nosotros”.
El cardenal luxemburgués recordó el título y la pregunta de este Módulo B2: “Corresponsabilidad en la misión: ¿Cómo compartir mejor dones y tareas al servicio del Evangelio?", reflexionando sobre la importancia de la misión, centrándose en el "continente digital", que ve como “un nuevo territorio de misión”, cuestionando cómo evangelizarlo. Después de eso hizo un análisis de cada una de las cinco fichas de trabajo de la Sección B2: necesidad de profundizar en el sentido y contenido de la misión; ministerialidad en la Iglesia; el papel de la mujer en la Iglesia, cuyo bautismo “no es inferior al de los hombres”; el papel de los ministerios laicales; el ministerio de los obispos. Desde ahí llamó a ser valiente y “dar un paso atrás para escuchar auténticamente a los demás, dar cabida en nuestro interior a su palabra y preguntarnos qué nos está sugiriendo el Espíritu a través de ellos”.
Las mujeres y la misión
A partir del tema “las mujeres y la misión”, la Hna. Maria Grazia Angelini O.S.B, comenzó su reflexión con una fuerte pregunta: “¿Cómo puede la Iglesia de nuestro tiempo cumplir mejor su misión mediante un mayor reconocimiento y promoción de la dignidad bautismal de la mujer?”, insistiendo en que “no se trata de promoción y reconocimiento en un sentido mundano, de derechos y deseos, sino del bienestar de la Iglesia”, algo inspirado en el estilo, palabras, silencios y opciones de Jesús, resaltando la fuerza simbólica e inspiradora del encuentro de Jesús con la mujer anónima entre la multitud, algo que también sucede en muchos otros pasajes.
La religiosa ve en el tema de la misión del Sínodo un “reconocer las distintas expresiones de los ministerios”. Analizando el papel de las mujeres en las primeras comunidades dijo que no son meras comparsas, “abren espacios inéditos al Evangelio”, con comunidades paulinas en las que “se inserta en una liturgia femenina ‘no ritual’, irrumpiendo en ella con la palabra del Evangelio”. El apóstol fue acogido, enfatizó la benedictina “por la insólita koinonía de las mujeres en oración, a cielo abierto”, destacando los “nuevos lenguajes inaugurados por mujeres, a las que Pablo no desdeña, es más, aprovecha como un kairós”, citando como ejemplo a Lidia y su papel destacado en el nacimiento de la Iglesia en Europa, haciendo de su casa “un espacio hecho de vínculos más que de muros”.
Desde ahí insistió en que “el movimiento originado por el Evangelio, y alma de todo verdadero camino sinodal, genera relaciones nuevas y generadoras”, donde las mujeres alimentan sin cesar el dinamismo espiritual de la reforma. Desde ahí resaltó que “la mujer es un elemento dinámico de la misión”, y las diakonías a ser asumidas por las mujeres, desde el “estilo, arriesgado y revelador”, creado por Jesús “en su modo de relacionarse con las mujeres”.
Corresponsabilidad Sinodal en la Misión
Desde la Teología, Carlos Galli reflexionó sobre la “Corresponsabilidad Sinodal en la Misión Evangelizadora”, partiendo de la pregunta “¿Cómo compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?”. El teólogo argentino, inspirado en la Constitución Episcopalis Communio, afirmó que “la Iglesia sinodal es misionera. La Iglesia misionera es sinodal”, una idea presente en los documentos del Concilio Vaticano II. Desde reflexionó sobre la corresponsabilidad de todos los bautizados en la misión, inspirado en los textos bíblicos y el Magisterio de la Iglesia, insistiendo en que “el bautismo y la fe fundan la vocación universal a la santidad y a la misión”, destacando cómo los ministerios laicales enriquecen a las comunidades cristianas.
Eso hace necesario “el Intercambio de dones y tareas al servicio del Evangelio”, viendo el convertirse en misionero como fruto de la gracia y la comunión de bienes como estilo de vida. Para el teólogo, “el operario apostólico es el evangelizado evangelizador”, llamando a compartir dones espirituales. Eso porque “el amor de Dios es mucho más que el pecado”, afirmando que “la lógica del mucho más genera esperanza”. Finalmente, dijo desear que “por la acción del Espíritu, allí donde abunda la comunión sobreabunde la sinodalidad y allí donde abunda la sinodalidad sobreabunde la misión”.
Misión de las mujeres, en el mundo digital y del obispo
Una reflexión que fue completado con testimonios. En primer lugar, el de la Hna. Liliana Franco, presidenta de la Confederación de Religiosos y Religiosas de América Latina y el Caribe que llamó a ver en Jesús su disposición para “ver y sentir a las mujeres, levantarlas, dignificarlas, enviarlas”, aprender de sus actitudes, criterios y estilo. La religiosa denunció que “la andadura de la mujer en la Iglesia está llena de cicatrices, de coyunturas que han supuesto dolor y redención”, y afirmando que “la Iglesia tiene rostro de Mujer”. En esa Iglesia, en “el deseo y el imperativo de una mayor presencia y participación de las mujeres en la Iglesia, no hay una ambición de poder o un sentimiento de inferioridad, tampoco una búsqueda egolatría de reconocimiento, hay un clamor por vivir en fidelidad el proyecto de Dios”.
En segundo lugar, de dos representantes del Sínodo digital, el laico mexicano José Manuel de Urquidi González y la religiosa nicaragüense afincada en España Xiskya Lucia Valladares Paguaga, que insistieron en que, en ese ambiente, “para que la semilla del Evangelio allí crezca, tiene que ser inculturada”. Se trata de una nueva Galilea, donde se hace necesaria “la escucha humilde, el acompañamiento y el diálogo”, con aquellos “que se fueron de la Iglesia heridos por tantas discriminaciones, o se aburrieron de nuestras prédicas, o no entendieron nuestro lenguaje o quizás nunca pisaron una iglesia. Pero siguen buscando”. Este es “un territorio idóneo para una iglesia sinodal misionera en la que todos los bautizados asumen corresponsabilidad por evangelizar”, resaltaron.
Finalmente, el cardenal Stephen Ameyu Martin Mulla, arzobispo de Juba (Sudan del Sur), que reflexionó sobre el ministerio del obispo a partir de una perspectiva sinodal misionera, para lo que "es importante que el Obispo promueva una comunión misionera dentro de la Iglesia diocesana", siguiendo el ejemplo de las primeras comunidades cristianas, con un solo corazón y una sola alma. Esto significa, subrayó el cardenal, que el Obispo debe implicarse activamente en la vida de los fieles, dispuesto a caminar con ellos, fomentando y desarrollando los medios de participación. El objetivo debe ser llegar a todos, lo que lleva a suscitar, promover y dirigir actividades e iniciativas misioneras en la diócesis.
El obispo debe ser visto, destacó, como "servidor y testigo de la esperanza", y "favorecer una mentalidad configurada por el pensamiento sinodal". También, "favorecer la colaboración recíproca de todos en el testimonio evangelizador desde los dones y funciones de cada uno, sin clericalizar a los laicos y sin transformar al clero en laico", evitando "el excesivo clericalismo, que aleja a los laicos de la toma de decisiones". En definitiva, "fomentar una comunión misionera en el seno de la Iglesia diocesana, favorecer y desarrollar los medios de participación y diálogo pastoral, ser conscientes del carácter misionero de su ministerio pastoral, promover una mentalidad configurada por el pensamiento sinodal e implicarse activamente en los movimientos eclesiales con fines evangelizadores."
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