Uno de los grandes exponentes de la Teología de la Liberación 10 años de la Pascua de José Comblin, el teólogo que siempre vivió a ras de tierra
Belga de nacimiento, vino al mundo en Bruselas el 22 de marzo de 1923, Comblin puede ser considerado como un latinoamericano, brasileño y nordestino de corazón
Creó los seminarios rurales, una experiencia formativa a partir de la realidad de los seminaristas, generalmente jóvenes procedentes de zonas rurales, donde la metodología era adaptada a la realidad
Comblin era un entusiasta del Vaticano II y de su “versión latinoamericana”, concretada en Medellín y Puebla
Sus libros y artículos son numerosos, fue un prolífico escritor, una obra que nunca estuvo exenta de polémica, pero tampoco de profecía y de radicalidad
Comblin era un entusiasta del Vaticano II y de su “versión latinoamericana”, concretada en Medellín y Puebla
Sus libros y artículos son numerosos, fue un prolífico escritor, una obra que nunca estuvo exenta de polémica, pero tampoco de profecía y de radicalidad
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Este 27 de marzo se cumplen 10 años de la Pascua de alguien que puede ser considerado como uno de los referentes del pensamiento teológico en la Iglesia brasileña y latinoamericana del último siglo, José Comblin, uno de los grandes exponentes de la Teología de la Liberación.
Belga de nacimiento, vino al mundo en Bruselas el 22 de marzo de 1923, Comblin puede ser considerado como un latinoamericano, brasileño y nordestino de corazón. Decir nordestino en Brasil supone una carga de prejuicios, consecuencia de las circunstancias sociales, de una desigualdad profundamente enraizada en la vida de una región donde los pobres aprendieron a resistir ante la sequía y el hambre. Fue el Nordeste brasileño donde el padre José, como su gente le llamaba, se encarnó y donde su cuerpo está enterrado, al lado del padre Ibiapina, uno de los santos del pueblo, en quien Comblin siempre vio una referencia y de quien se decía discípulo.
Ordenado sacerdote en 1947, Doctor en Teología por la Universidad Católica de Lovaina, llegó a Brasil en 1958, donde, entre otras cosas, será profesor en la Escuela de Teología de los Dominicos, teniendo entre sus alumnos a Frei Betto, Ivone Gebara y Frei Tito. En estos primeros años se divide entre Brasil y Chile, donde también será profesor de teología. Años después será llamado por Helder Cámara, de quien fue amigo personal, para ser profesor del Instituto de Teología de Recife.
En 1969 comenzará a dar los primeros pasos en algo que puede ser considerado como una de sus grandes intuiciones, fruto de la reflexión nacida en el Vaticano II, los seminarios rurales en el Nordeste brasileño, algo que inclusive hoy, en que se buscan alternativas al modelo de formación de los seminaristas, continúa siendo un ejemplo a ser estudiado. Se trataba de una experiencia formativa a partir de la realidad de los seminaristas, generalmente jóvenes procedentes de zonas rurales, donde la metodología era adaptada a la realidad. Nace así lo que el propio Comblin denominó la “Teología del Azadón”.
Pero esta experiencia será interrumpida poco después, al ser expulsado de Brasil por la dictadura militar, en 1971. Se fue a Chile, donde creará un seminario similar en Talca, y donde permanecerá hasta 1980, en que otra vez la dictadura militar, en este caso Pinochet, también le expulsará del país. El motivo principal, entre otros, su libro “La Ideología de Seguridad Nacional”, en el que echaba por tierra la doctrina de la que nacían las dictaduras militares en América Latina, presentes en varios países en aquel momento.
En ese momento vuelve a Brasil, de nuevo al Nordeste, donde retoma su idea de los seminarios rurales, fundando uno, y donde se dedicará a la formación de animadores de Comunidades Eclesiales de Base. Le conocí en uno de esos encuentros, en la ciudad de Cristópolis, en el Estado de Sergipe, donde tuve la oportunidad de hablar con él durante unas dos horas, un momento que permanece en mi memoria y donde puedo decir que tuve una de las mejores clases de teología sobre la Iglesia latinoamericana postconciliar.
Al fin y al cabo, Comblin era un entusiasta del Vaticano II y de su “versión latinoamericana”, concretada en Medellín y Puebla. Siempre apostó por una Iglesia misionera, en salida, una Iglesia laical, ministerial, una apuesta a la que se entregó en cuerpo y alma en diferentes países de América Latina, donde se desplazaba para asesorar a obispos, sacerdotes y laicos. Podemos recordar en ese sentido a Leónidas Proaño, obispo de Riobamba, Ecuador, que mantuvo una estrecha relación con el teólogo. Proaño sería uno de los que Comblin incluiría entre los que denominó los “Santos Padres de la Iglesia de América Latina”.
Sus libros y artículos son numerosos, fue un prolífico escritor, una obra que nunca estuvo exenta de polémica, pero tampoco de profecía y de radicalidad. De hecho, el pensamiento teológico de Comblin, alguien con una aguda sensibilidad, un refinadísimo intelectual, se basa en una lectura crítica de la realidad a partir de los pobres, entre quienes siempre se hizo presente a lo largo de su vida, descubriendo en ellos un profundo sentimiento de fe. Son textos que se han convertido en referencia para quien quiere conocer la Iglesia y el pensamiento teológico postconciliar en América Latina, a la luz del pensamiento de alguien que siempre vivió a ras de tierra.
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