“A Dios rogando y con el mazo dando”. Escasa iniciativa
Es como si Jesús hubiese querido llevar a todos a ser creativos, si reconocemos que alguien a nuestro lado tiene hambre, no podemos estar esperando una solución que nos llegue desde fuera, es preciso que cada uno, vea la necesidad del otro antes que la suya propia y aporte lo poco que tiene, quizás ni cinco panes.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
Cuando se nos presenta un problema recurrimos sin espera a quien sabemos lo puede solucionar. Así nos queda solo esperar confiados que el problema se solucione, ahorramos en responsabilidad y no gastamos nuestras escasas iniciativas. Y esta actitud la mantenemos en muchos aspectos o niveles de nuestra vida. Ante un problema pensamos quizás que con solo rezar todo se va a solucionar y olvidamos poner al servicio de los demás nuestras iniciativas, aunque sean pequeñas, limitadas y sin duda corregibles, para hacer realidad aquello de “a Dios rogando y con el mazo dando”.
El evangelio de San Mateo, en el capítulo 14, nos recoge el fragmento tan conocido que llamamos de la “multiplicación de los panes”. Los apóstoles le expresan a Jesús la imposibilidad de alimentar toda aquella gente y le piden que les envíe a sus casas, a las aldeas vecinas y así evitan ellos la responsabilidad de alimentar a tantos sin tener “nada”.
Pero Jesús les respondió con unas palabras breves y duras que recoge el evangelio: “no es necesario que se vayan. Dadles vosotros de comer”, palabras que pueden llevar a reconocer que Jesús sabía que los apóstoles “algo” tienen: “no más que cinco panes y dos peces”. Jesús con estos pocos panes y peces entregados logrará dar de comer todos. Es el milagro de estar dispuesto a aportar aun lo poco que cada uno tiene.
Es como si Jesús hubiese querido llevar a todos a ser creativos, si reconocemos que alguien a nuestro lado tiene hambre, no podemos estar esperando una solución que nos llegue desde fuera, es preciso que cada uno, vea la necesidad del otro antes que la suya propia y aporte lo poco que tiene, quizás ni cinco panes.
Tener la iniciativa para compartir lo poco, puede llevar a conseguir unos bienes que, repartidos harán que cada uno se sienta colaborador del bien de todos.
Dar lo poco que podemos tener, puede conseguir como en el evangelio que se llegue a convertir en mucho, especialmente si se da con un gusto, quizás compartiendo no solo el pan sino un rato de charla y compañía. Solo es preciso saber reconocer lo que el Señor nos ha dado para ponerlo todo al alcance de quienes están cerca y lo necesitan.