Salmo 139... Tú me conoces
Hay personas en nuestra vida que tan solo el estar con ellas, compartir, ya te llenan, te están dando una alegría interior, una paz que ni alcanzan a ser conocedoras del bien que hacen pero ahí está Dios haciéndose presente, ayudándonos con esos momentos que son regalos extraordinarios de personas que sencillamente suman en tu vida.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
Si hay un salmo cercano en el corazón, que me encanta, saboreo y al que siempre vuelvo, en muchas situaciones de la vida, es el salmo 139. Al orarlo, una y otra vez, siento que Dios me arropa, que está ahí, que me conoce sin necesidad de muchas palabras. Nos dice: “tienes puesta sobre mí tu mano…”; “tú me escrutas y me conoces…”; “tu mano me conduce…”, etc.…. Te llena de confianza, da empuje para abordar tantos momentos que cuestan, para sencillamente andar el camino de la vida en fidelidad, a su lado. La presencia de Jesús en nuestra vida, dirigir nuestra mirada hacia Él, nos colma.
También, a nivel humano, hay personas en nuestra vida que tan solo el estar con ellas, compartir, ya te llenan, te están dando una alegría interior, una paz que ni alcanzan a ser conocedoras del bien que hacen pero ahí está Dios haciéndose presente, ayudándonos con esos momentos que son regalos extraordinarios de personas que sencillamente suman en tu vida, se van creando lazos en el roce que hace el cariño, en saber que puedes contar con el otro, que no hay caretas, que te miras cara a cara y gozas con el otro, que su vida te importa, que deseas lo mejor porque solo se puede desear el bien amando. A veces, esperamos grandes acontecimientos, días especiales que nos ayudan a estar más alegres, quizás a tener más motivos para ello pero siempre en el día a día, hay encuentros que te llenan, que dejan el buen gusto del tiempo compartido gratuitamente.
“¿Adónde me alejaré de tu aliento?,
¿adónde huiré de tu presencia?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
Si me acuesto en el abismo,
ahí estás.
Si me traslado al ruedo de la aurora
o me instalo en el confín del mar,
allí se apoya en mí tu izquierda
y me agarra tu derecha.
Si digo:”que me sorba la tiniebla,
que la luz se haga noche
en torno a mí”,
tampoco la oscuridad
es oscura para ti,
La noche es clara como el día:
da lo mismo tiniebla o luz” (del Salmo 139)