El cardenal alemán y las reformas eclesiales: "No es la gente la que debe cambiar, sino la Iglesia” Reinhard Marx: “El debate sobre el sacerdocio femenino aún no ha terminado”
“No es una buena renovación si la Iglesia sigue repartiendo dogmas y educando diciendo que sabe lo que la gente necesita. Jesús, por el contrario, estaba con la gente, no se quedaba dando órdenes”
“Ciertamente, el celibato es un signo fuerte para seguir a Cristo. Pero al mantener el celibato obligatorio, ¿no es que sólo mantenemos viva una tradición? Estaba bien, pero quizás no en todas partes hoy. Creo que también existen vocaciones sacerdotales entre los hombres casados"
"Sobre el sacerdocio femenino, Juan Pablo II había tomado una clara decisión en sentido contrario. Pero este debate aún no ha terminado. Mientras tanto, sin embargo, debemos hacer que las mujeres participen más intensamente en la vida de la Iglesia"
"Sobre el sacerdocio femenino, Juan Pablo II había tomado una clara decisión en sentido contrario. Pero este debate aún no ha terminado. Mientras tanto, sin embargo, debemos hacer que las mujeres participen más intensamente en la vida de la Iglesia"
| RD/Agencias
Miembros del Consejo de Cardenales que ha desarrollado la nueva constitución apostólica Praedicate Evangelium, el cardenal alemán Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, mantiene una posición de cercanía con el papa Francisco y siempre suele hablar con una claridad que a veces desconcierta incluso a los más cercanos.
Vuelve a hacerlo en una entrevista concedida al diario italiano La Stampa, donde de nuevo suena cristalino en temas tan sensibles como el papel de la mujer en la Iglesia, la acogida a los colectivos LGTBI+, el celibato opcional o, por supuesto, los abusos sexuales y de poder en la Iglesia católica.
“La Iglesia no es una fortaleza”
"La Iglesia, es decir, el pueblo de Dios, siempre acompaña a las personas y su dolor. No puede estar fuera del mundo, de lo contrario es anacrónico. A algunos les gustaría convertirla en una fortaleza, a la espera de que pasen las tormentas. Pero ese no es su cometido. Debe ser un testimonio de nueva esperanza”, constata el purpurado a la pregunta de cuál debe ser el papel, de la Iglesia en la actualidad, en un mundo pospandémico.
“El pueblo de Dios, para dar consuelo y ánimo, para lograr la paz, está llamado a llenar zanjas y derribar muros. No es una buena renovación si la Iglesia sigue repartiendo dogmas y educando diciendo que sabe lo que la gente necesita. Jesús, por el contrario, estaba con la gente, no se quedaba dando órdenes. La Iglesia no puede limitarse a mirar el pasado y llamarlo ‘glorioso’, porque no existe tal gloria. No sólo hay que buscar formas de hacer sobrevivir a la institución eclesiástica, sino encontrar estrategias para difundir el Evangelio como invitación, como potenciación, en una sociedad abierta y plural. No es la gente la que debe cambiar, es la Iglesia la que debe cambiar", apunta el cardenal teutón.
¿Celibato obligatorio?
Sobre el tema del celibato, el pupurado comienza haciéndose una pregunta: “¿Cómo se vive mejor el Evangelio? Jesús, por lo menos 40 o 50 veces (en el Nuevo Testamento), habla del Reino de Dios, pero no sólo dice lo que sucederá después de la muerte. Según Jesús, el Reino de Dios comienza ahora, cuando nos reunimos en su memoria, cuando encontramos la reconciliación. ¿Qué necesita la gente hoy en día?”, reflexiona.
“Las personas -prosigue Marx- que celebran y llevan la Eucaristía, dan buen ejemplo, dedican su vida a la Iglesia y al Evangelio. ¿Sólo pueden hacerlo los solteros? Pienso en los agentes pastorales laicos, aquí en Alemania, que predican, que acompañan los funerales. Pienso en el Amazonas, donde los creyentes esperan dos o tres años para poder recibir la Eucaristía porque no hay sacerdotes. Ciertamente, el celibato es un signo fuerte para seguir a Cristo. Pero al mantener el celibato obligatorio, ¿no es que sólo mantenemos viva una tradición? Estaba bien, pero quizás no en todas partes hoy. Creo que también existen vocaciones sacerdotales entre los hombres casados".
¿Está preparada la Iglesia para el sacerdocio femenino?
"La cuestión del papel de la mujer en la Iglesia está más que madura, y se entiende fácilmente. ¿Sólo los sacerdotes pueden dirigir la Iglesia? No. Lo que se necesita es la responsabilidad y los carismas de todos y cada uno, juntos. En Múnich creé el nuevo cargo de jefe de oficina, asignado a una mujer, que como colíder junto con el vicario general dirige la administración de la diócesis”, apunta el arzobispo de Múnich.
“Hay que leer los signos de los tiempos. El hombre y la mujer son iguales: esto está fundamentado en la Biblia. Si no vivimos esta igualdad nos estamos quedando muy atrás. Hay que acelerar la reforma. Sobre el sacerdocio femenino, Juan Pablo II había tomado una clara decisión en sentido contrario. Pero este debate aún no ha terminado. Mientras tanto, sin embargo, debemos hacer que las mujeres participen más intensamente en la vida de la Iglesia, incluso en los puestos más altos: no para ser una Iglesia que guste, sino porque es un dictado del Evangelio".
Pederastia y abuso de poder
"El escándalo de los abusos -señala Marx al diario La Stampa- no sólo tiene que ver con la pederastia en sentido estricto, los autores de los abusos tienen diferentes perfiles. El problema de fondo es el abuso de poder. Es especialmente grave porque los sacerdotes tienen un poder sagrado. Sin embargo, los sacerdotes que han abusado de niños, al día siguiente se han presentado tranquilamente en el altar. Es terrible. Creé una fundación para las víctimas de abusos, para todas ellas”.
Marx reivindica igualmente la sexualidad en la pareja como una dimensión humana. “La sexualidad forma parte de la relación, expresa un sentimiento; debe medirse con el nivel de amor entre dos personas. El sexo también es una forma de manifestar el amor. No es automáticamente un pecado, debe ser una forma de aceptación del otro. Esta es la moral".
Homosexuales: "Sois parte de la Iglesia"
Y en cuanto a la acogida en la Iglesia a las personas homosexuales, el purpurado alemán cuenta una experiencia personal: "Hace poco me invitaron a una misa católica organizada por personas LGBTQ+ en Múnich. Lo celebré en el 20º aniversario de estas misas. Lo hice después de informar al Papa. Quería dar una señal: 'Eres parte de la Iglesia'. La orientación sexual no puede ni debe conducir a la exclusión de la Iglesia. No puede”.
“Las parejas homosexuales -prosigue- también viven su relación con amor: entonces, ¿por qué no decir a estas parejas ‘que Dios os acompañe en vuestro camino’, como estímulo? Al fin y al cabo, estamos hablando de una bendición, no del sacramento del matrimonio. Una vez me expresé de esta manera y me dio un poco de pena después.... El núcleo de las parejas, homosexuales y no homosexuales, no es el sexo: es la voluntad de pasar la vida juntos, el amor, la confianza mutua, la fidelidad hasta la muerte. Así que no puedo decir que nada de esto sea un pecado. Ciertamente, el debate sobre el tema es muy emotivo. A veces me sorprende que este tema siga encontrando tanta resistencia".
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