"En su viaje, como siempre, Francisco nos sorprenderá" Monseñor Mario Yamanouchi: "La presencia del Papa será un nuevo Pentecostés para la Iglesia del Japón"
"Como obispo, estaré entre los que recibirán al Papa en la Nunciatura apostólica de Tokyo y entre los que concelebrarán su misa en el estado de beisbol de Nagasaki"
"Cuando fui a Roma, el Papa me invitó a ponerme a su lado en la audiencia del Aula Pablo VI"
"Con solo dos emails que envié al Vaticano, Francisco se había aprendido mi apellido japonés"
"Tras el tsunami, hubo una ola de solidaridad interreligiosa. Especialmente las religiosas se organizaron durante dos años en una cadena de presencia permanente en todas las bases de Cáritas Japón"
"Las personas de las que me ocupo pastoralmente viven en las periferias existenciales de Japón"
"Con solo dos emails que envié al Vaticano, Francisco se había aprendido mi apellido japonés"
"Tras el tsunami, hubo una ola de solidaridad interreligiosa. Especialmente las religiosas se organizaron durante dos años en una cadena de presencia permanente en todas las bases de Cáritas Japón"
"Las personas de las que me ocupo pastoralmente viven en las periferias existenciales de Japón"
"Las personas de las que me ocupo pastoralmente viven en las periferias existenciales de Japón"
Obispo de Saitama, monseñor Mario Yamanouchi acompaña en su diócesis a un 80% de extranjeros (procedentes de América Latina y de países asiáticos como Vietnam, Corea, Filipinas o Indonesia), que luchan por un trabajo y una vida dignos y buscan refugio, muchas veces, en la Iglesia Católica. Por eso Yamanouchi espera con mucha expectación la visita del papa Francisco a Japón, deseando que se pronuncie sobre "los desafíos más acuciantes" de la sociedad japonesa actual. En esta entrevista, repasa algunos de ellos, como las consecuencias del desastre de Fukushima, el armamento nuclear, la pena de muerte o el capitalismo.
Con su visita a Japón, Francisco cumplirá su sueño misionero de joven. ¿Un viaje soñado?
Creo que sí. Después de que se rumoreó la posible visita del Papa Francisco a Japón (y que sería la segunda visita de un Papa a Japón, después de que Juan Pablo II lo visitara hace 32 años), en las parroquias y escuelas católicas comenzaron a ver la pelicula 'Hasta el día que se convirtió en Papa' (film del 2015 dirigido por Danielle Luchetti: Chiamatemi Francesco,il Papa della gente). En ese film, casi al inicio aparece la escena en la que el seminarista Jorge Mario Bergoglio escucha el parecer de sus superiores, que rechazan abiertamente su pedido para ir de misionero al Japón. Para muchos de los que vivimos en Japón eso fue un impacto muy grande: ¡El Papa Francisco quiso venir a Japón!... Y gracias a las revistas católicas japonesas, como la dirigida por los salesianos y que tiene el mayor tiraje mensual, la Catholic Life, al poco tiempo de la elección como Papa publicó una nota especial del actual provincial jesuita, el argentino P. Rezo De Luca, que recordaba que el Papa estuvo soñando con ser misionero en Japón desde muy joven. En el año 1987 vino a Japón, solamente para encontrarse con los que fueron sus estudiantes seminaristas en San Miguel, cuando él era director en ese centro formativo de la provincia de Buenos Aires. Tengo en mis manos ahora esa revista y me emociona ver las fotos... Esos encuentros...
"Hasta marzo de 2011 había 54 reactores nucleares funcionando, suministrando el 30% de la energía eléctrica. Después del escape radiactivo, Japón ha ido cambiando su forma de pensar"
¿Va a estar muy cerca del Papa en su visita a Japón?
Como obispo tendré la oportunidad de encontrarme con él varias veces. El día 23 de noviembre, cuando llegue, no estoy en la lista de obispos que irán hasta el aeropuerto de Haneda a esperarlo... Pero sí en la lista de recibirlo en la Nunciatura apostólica de Tokyo, la noche que llegará procedente de Tailandia. Al día siguiente la Misa en Nagasaki. Ese día iré junto con los obispos que no van en el mismo avión del Papa y concelebraremos en el estadio de beisbol de Nagasaki, con unas 40.000 personas. Después de esa misa, el Papa va a Hiroshima con los obispos que representan y coordinan el encuentro interreligioso, pero yo y la mayoría de los obispos no iremos a Hiroshima y regresaremos directamente a Tokyo.
Al día siguiente algunos obispos y yo estaremos en el encuentro de los jóvenes con el Papa en la catedral de Tokyo y en la misa en el Tokyo, que reunirá unas 50.000 personas por la tarde. Pero tengo la experiencia de que el Papa Francisco nos sorprenderá como siempre, por eso después de su visita podré compartir cuáles fueron los momentos más significativos de mi encuentro con el Papa o los episodios que haya podido captar.
¿Qué tiene pensado decirle, cuando pueda hablar con él personalmente?
Como lo hice en la primera, la segunda y la tercera vez que me encontré con él en la audiencia papal en el Vaticano, primero le daré las gracias y haré un breve presentación personal. Algo parecido a esto, pero más brece: ”Papa Francisco, muchas gracias por su visita a Japón. Usted ya me conoce, soy Mario Yamanouchi, argentino naturalizado pero nacido en Japón. Usted me nombró el año pasado obispo de Saitama de unos 14,500.000 de habitantes con unos 120.000 de católicos, donde el 80 % de ellos son extranjeros venidos de América Latina (Brasil, Perú, Bolivia, Argentina, México, América Central...) y del Este Asiático (Filipinos, Vietnamitas, Coreanos y Chinos, entre los católicos y entre los no católicos están los nepaleses, mongoles, chinos, indonesianos...budistas o musulmanes de religión), la mayoría de ellos viven en la periferia existencial del Japón”.
Estoy seguro de que el Papa a lo sumo se acordará de mi nombre: Mario. De aquel primer encuentro con el Papa tengo el siguiente recuerdo. El año pasado, cuando mi nombramiento como obispo de Saitama se hizo oficial (2 de junio), en la última semana de julio fui a Roma para comprar y conseguir “donados” las ropas y otros elementos que un obispo tiene que tener (báculo, anillo, mitras, solideos, albas, camisas, etc). Entonces como buen argentino le pedí al P. Juan Haidar, que fue uno de sus estudiantes de San Miguel y ahora es el director de la comunidad jesuítica de la universidad de Sofía, poder concelebrar una misa en Santa Marta con el Papa por la mañana. El mismo Papa a los dos días le contestó al padre Juan: “Qué lío, Juani, en julio y agosto no hacemos la misa abierta en Santa Marta. Decirle a Mario que venga a la primera audiencia que hacemos después de las vacaciones de julio, cae el 1 de agosto, que Mario se ponga a mi lado en la sala Pablo VI...”.
Ese día aunque todavía no estaba ordenado obispo, los salesianos de la comunidad del Vaticanode Santa Ana me vistieron de obispo con las ropas de otros obispos que dejan sus atuendos en esa comunidad, cuando van al Vaticano (la Plaza de San Pedro está a cinco minutos). El día de la audiencia, acompañado por un salesiano del vaticano, pasé todas las puertas saludado por los guardias y llegué al Aula Pablo VI de la audiencia sin ningún problema. El que me acompañaba me dijo que no era por su mérito, sino porque yo iba vestido de obispo.
En la audiencia después de la catequesis me tocó saludar al Papa en segundo lugar. Ese día éramos solo cuatro obispos nada más, así que tuve mucha suerte... En ese breve encuentro abrí la conversación yo primero: “Querido Papa Francisco, soy Mario, de Japón, pero argentino, el obispo nombrado por Usted para la diócesis de Saitama. Le pido su bendición para mí y para todo el Japón...” Y charlamos un poco de los amigos que tiene en Japón...y en un momento cuando el tiempo pasaba, el Papa, cerrando un ojo, me dice: ” Ah, y vos, no sos... YAMA-NO-UCHI”. Nos sonreímos. Yo me quedé sin palabras, lloraba de emoción y gratitud.... Pensando cómo hizo para aprender mi nombre. Con los dos emails que había enviado el padre Juan, había aprendido mi apellido. Imposible, pero fue así...soy testigo de ello.
"En Japón están los grupos, especialmente católicos, que ayudan a obtener la visa o evitar la repatriación obligatoria o rescatar a los extranjeros que cayeron en redes de mafias"
Por eso, pienso que esta vez, también, lo más importante es presentarme brevemente y que mi nombre le resuene en su corazón y me diga de nuevo: “Ah, vos sos Mario”. Ya no hace falta que me diga el apellido .
¿Qué frutos espera que se consigan con la visita papal a Japón?
Hay muchas expectivas para esta visita, al menos yo como Obispo que estoy más metido en la preparación de esta visita, especialmente con el encuentro del Papa con los jóvenes. Las diversas comisiones del episcopado a las que pertenezco, especialmente la de los Refugiados y Migrantes, Talita Kum (Trata de personas) y personas que trabajan en el mar, hemos enviado un informe de la situación del Japón y de la Iglesia Católica, para que el Papa tenga una visión lo más completa posible, pero centrando su atención en los desafíos más acuciantes del actual Japón. Sé que el Papa se pronunciará a través de sus diversos discursos sobre la urgencia de la paz y la justicia, el cuidado de la tierra y muy especialmente la protección de la vida que está por nacer. El episcopado sacó hace pocos años un documento muy fuerte y clarificador sobre esta problemática de la vida. En el trasfondo podemos ver cómo la sociedad japonesa envejece rápidamente y la población decrece cada vez más. La actual población de Japón es de 126.800.000 (datos del 2017) pero para el 2050 los alarmistas calculan que no pasará los 80.000.000 millones. Como diciendo:¡engendremos más vidas, no abortemos!
Con respecto a la paz, esperamos que lance un 'no al uso de armas atómicas', nunca más la guerra en ningún sentido. Especialmente en Hiroshima su presencia será un fuerte impacto para la sociedad japonesa y con un profundo carácter interreligioso. Y también será muy emocionante el encuentro que tendrá con varios centenares de personas de Fukushima, que sufrieron el Tsunami del 11 de marzo de 2011 y sobre todo las roturas del reactor nuclear de Fukushima, que sigue sin solucionarse.
Dos momentos emocionantes serán, sin duda, las visitas a Hiroshima y Nagasaki, para decir 'nunca más' a las armas atómicas
En Nagasaki, antes de la misa, que será por la tarde, hará una oración en la plaza de la paz y visitará el museo de los mártires japoneses, que está sobre la colina de Nishizaka, inaugurado en 1962 para conmemorar el centenario de la canonización de los 26 mártires de Japón (crucificados en ese sitio el 5 de febrero de 1597).
También irá a Hiroshima, como Juan Pablo II. Yo participé por primera vez como obispo en el momento de la oración por la paz, el 5 de agosto de este año por la tarde con varios obispos católicos y anglicanos. Luego marchamos de la plaza de la paz hasta la catedral, unos 45 minutos cantando con los jóvenes y allí celebramos la misa presidida por el obispo de Naha, Okinawa, mons. Francis Wayne O.F.M.Cap, de nacionalidad americana.
En Japón “el nunca más a las armas atómicas” está profundamente arraigado en la conciencia de los japoneses y después del desastre de Fukushima hay un movimiento contrario al uso de los reactores nucleares para la producción de energía. Hasta marzo de 2011, había 54 reactores nucleares funcionando, suministrando el 30% de la energía eléctrica. Después de este desastre del escape radiactivo, Japón fue cambiando la forma de pensar en torno al uso de la energía nuclear, llegando al rechazo de la mayoría de la población japonesa.
¿Es posible el diálogo con el budismo y con el sintoismo?
Ante todo, ¿qué se entiende por “diálogo”? Después del terremoto y el tsunami del 2011 salió un artículo en la revista Concilium que me ayudó mucho a precisar lo que estaba pasando en el Japón sobre el movimiento interreligioso.
"Percibo que mucha gente no viene a la misa dominical porque nuestra legislación no puede o no tiene cómo darle cabida real a sus vidas o a sus necesidades y problemas"
Ante la devastación que produjo la naturaleza (hasta ahora del mar nunca habían visto emerger olas de casi 40 metros de altura y tal cantidad de masas de agua, que ni se podía imaginar) surgió enseguida un movimiento de solidaridad práctica, no teórica ni de discusiones teológicas, para solidarizarse con las personas afectadas por el tsunami. Por ejemplo, a nivel de consagrados, especialmente las religiosas se organizaron durante dos años en una cadena de presencia permanente en todas las bases de Cáritas Japón con tres hermanas para atender a los voluntarios, que venían de todo el país sin distinción de religión y nacionalidad.
Muchos templos budistas fueron también arrastrados por el tsunami con sus cementerios y algunos que estaban en la zona de inclusión del reactor nuclear de Fukushima, como el de Odaka, el bonzo y su familia fue evacuado a la ciudad de Iwaki. Y desde allí visitaba su templo abandonado, lleno de nidos de aves y animales salvajes, pero especialmente iba a las casas de sus feligreses evacuados por la radiactividad lejos de sus tierras. En una conferencia, compartió que al año hacía más de cien mil kilómetros en coche para visitar a más de 700 familias que estaban inscritas como miembros de su su templo de Odaka. La Iglesia católica de Haranomachi, la más cercana al centro nuclear de Fukushima, está a tan solo 25 km de donde explotó el reactor.
¿Alzará el Papa su voz contra la pena de muerte y contra el capitalismo que mata?
Estoy seguro de que el Papa insistirá en el tema de que la vida de cada ser humano es sagrada, insistirá en la dignidad humana, sabiendo que en Japón está admitida la pena de muerte. Que sólo Dios es el Señor de la vida. Entre los colegas profesores que he tenido, casi todos están a favor de la pena de muerte; creo que una sociedad como la japonesa sentada sobre un fuerte sentido de “justicia” hace muy difícil “razonar” contra la pena de muerte. Casos como el de la secta Aum Shinrikyo que derramó el gas sarín en la hora punta de la mañana en los metros de Tokyo (20.marzo.1995) ha hecho más difícil decir no a la pena de muerte. El libro escrito por el japonés Haruki Murakami, “Underground”, publicado por la editorial Tusquets, Barcelona 2014, en sus 557 páginas describe el sufrimiento y las consecuencias de los afectados por este atentado del gas sarín.
Y sobre capitalismo creo que insistirá en soluciones para contrarrestar este monstruo grande que traga todo y mata sin piedad, especialmente a los pobres, a los trabajadores, etc. En Japón, todo el movimiento de estos 25 años de inmigrantes venidos de Latinoamérica y de Filipinas, y últimamente de Vietnam, que llegaron más de 300.000 jóvenes con categoría de estudiantes (obreros que no reciben ni la mitad del suelo de un obrero normal y luchan por cómo saldar la abultada deuda que contrajeron para venir a Japón).
Otros grupos como los nepaleses que no son católicos han venido en parejas para trabajar y ganar dinero y enviar a sus familiares. Pero llama la atención que casi ningún matrimonio de parejas jóvenes han venido con sus hijos. Vienen con visa de un año y van renovando anualmente, pero no regresan a visitar a sus hijos para poder obtener una visa temporal más larga...
En Japón están los grupos, especialmente católicos, que ayudan a obtener la visa o evitar la repatriación obligatoria o rescatar a los extranjeros que cayeron en redes de mafias. Es un servicio de riesgo de “parresía” sobre el que el Papa insistirá también en Japón.
¿La memoria de los mártires sigue vigente en Japón?
El año pasado formé parte de la peregrinación que organizó el episcopado, para conmemorar el décimo aniversario de la beatificación de Pedro KIBE Kasui y 187 cristianos japoneses (24.XI.2008), para peregrinar por los lugares donde el nuevo beato jesuita se formó (Italia y Partugal). Un grupo estaba a cargo del arzobispo de Nagasaki Mons. Joseph Takami Mitsuki y el otro a mi cargo. Primero fuimos los dos grupos juntos a Civitavecchia para celebrar la misa en la Iglesia de los mártires japoneses. Esta ciudad forma parte del escenario de la novela Samurai escrita por el católico ENDO Shusaku. Luego el 21 de noviembre participamos en la audiencia papal y de alli nos dividimos en dos grupos, uno que continuó la peregrinación por Italia y el mío que fuimos a Lisboa. Y un dato curioso es que mi provincia natal de Oita fue la cuna de este beato Pedro Miki cuyos familiares descendientes todavía continúan viviendo en la península de Kunisaki, donde está el aeropuerto de Oita.
Pero el que me dejó una impresión más fuerte fue Justo TAKAYAMA Ukon, muerto en 1615 a tan solo 40 días de haber llegado a Manila como exiliado de Japón de Tokugawa. Vino trayendo a su familia, parientes y un número grande de cristianos. Fue beatificado en la ciudad de Osaka el 7.II.2017, beatificación a la que yo asistí y pude escuchar directamente del postulador general, el P. Anton Witwer como al postulador de la causa de la provincia jesuítica de Japón, el P. Kawamura, los aspectos que más destacaron del nuevo beato. En sintonía con el Papa Francisco, resalto su Asociación de la misericordia, que fundó siendo él daimyo de Takatsuki para acoger y atender a los enfermos, a los pobres y abandonados, a niños huérfanos y ancianos. Cuando escuché la homilía del Cardenal Angelo Amato sdb en la misa de la beatificación, sentí que la nueva evangelización de Japón tiene que fundarse, centrarse en el testimonio vivo de la misericordia.
¿La imagen pública y la credibilidad del catolicismo en Japón saldrán reforzadas con la presencia del Papa Francisco?
La pregunta que me hago es: ¿Qué imagen de Iglesia Católica quedará más grabada en la memoria de la gente, tanto católica como del resto de la gente? Sin duda, la Iglesia después de la Segunda Guerra Mundial ha realizado muchas obras de servicio social: orfanatos, hogares de ancianos, leproserías, jardines de infancia, escuelas primarias y secundarias, colegios y universidades.
Las universidades de Sofía en Tokyo, de los jesuitas, y la de Nanzan de Nagoya de los verbitas tienen prestigio de ser buenas universidades con más de diez mil estudiantes, incluyendo extranjeros, y también docentes. Aquí en Japón todavía continúan las escuelas de nivel medio y superior, también terciarios y universitarios con estudiantes sólo varones o mujeres, aunque hay tendencia a la educación mixta, pero creo que tardará años en asentarse esta orientación.
Entre los católicos hay un grupo grande que considera a la Iglesia solo “ad intra”, es decir, casi no admite que la Iglesia tenga que mezclarse en los problemas de la vida social. La Iglesia es un lugar de oración y para vivir correctamente la vida sacramental, siguiendo las orientaciones del derecho canónico. Por ejemplo, ante cientos de miles de jóvenes extranjeros que vienen del Este de Asia, piensan que basta que ellos vengan a la misa dominical, pero ante el problema de perder la visa o ante chicas embarazadas y que son obligadas injustamente por la fábrica a retornar a su país, consideran que como católicos no les corresponde hacer nada por ellos.
La “Iglesia en salida”, como lo fue la Iglesia del Japón en el inmediato tiempo posterior a la Segunda Guerra Mundial, se fue estancando, endureciendo, alejándose de los pobres y necesitados, de los obreros “dekasegis” que venían del exterior.
Como obispo de una diócesis donde el 80% son extranjeros, donde la mayoría apenas vive de su sueldo o tal vez casi la mitad de su sueldo la tienen que pedir por adelantado a la fábrica donde trabajan, ya que en Japón no se puede vivir “al fiado” como en la Argentina de mi tiempo. En la medida que me voy metiendo en el mundo de los latinos, filipinos, vietnamitas... veo cada vez más personas indocumentadas, parejas en situaciones irregulares, que tienen vergüenza de acercarse a la Iglesia. Sin duda son muchos más los que no vienen que los que vienen a la Iglesia, a la misa dominical. Percibo que mucha gente no viene, porque nuestra legislación no puede o no tiene cómo darle cabida real a sus vidas o a sus necesidades y problemas.
Pero me llama la atención lo que Jesús relata en varias páginas del evangelio. Constato cada día más que hay muchos buenos samaritanos entre ellos, lo mismo entre la gente japonesa no católica, que son muy directos en crear un grupo o asociación civil para acoger y atender a los chicos que salen de sus escuelas y no tienen adónde ir hasta que sus padres regresen de sus trabajos. Son actitudes y obras de misericordia que brotan ante el prójimo que sufre y no tiene quien le dé una mano...
Creo sin duda que el Papa, con su presencia, nos confirmará que la Iglesia en Japón será una comunidad de creyentes que está al servicio de los más pobres y necesitados de la sociedad japonesa y no tiene miedo de ensuciarse las manos y los pies. Y que el Espíritu Santo nos colmará de las fuerzas del Evangelio para ser auténticos testigos de Jesús encarnado y resucitado.
Y en la medida que esta imagen de Iglesia católica sea actualizada en Japón y sobre todo, revivida tanto por los consagrados como por los laicos, muchos sentirán atracción por la Iglesia Católica y también nacerán nuevas vocaciones de servicio laicales juveniles que serán la semilla de nuevas vocaciones a la vida consagrada. La presencia del Papa será un nuevo Pentecostés para la Iglesia del Japón.