Testimonios desde Perú, Honduras, Camerún... ¿Cómo están viviendo los misioneros mallorquines la pandemia del COVID-19?
Dedicados a dar soporte espiritual, educación y alimentación a los empobrecidos y vulnerables
| Obispado de Mallorca
La pandemia del COVID-19 ha llevado al mundo entero a un estado de emergencia nacional y sanitaria, pero en los países en vías de desarrollo, dada la escasez de medios de estas partes del mundo, el coronavirus podría provocar situaciones muy difíciles. El Fondo de Emergencia creado a través de las Obras Misionales Pontificias se utilizará para acompañar a las comunidades afectadas en los territorios de misión a través de las estructuras e instituciones de la Iglesia.
90 misioneros mallorquines desarrollan su misión en los cinco continentes. Algunos de ellos nos cuentan de primera mano cómo están viviendo estos difíciles momentos de pandemia sanitaria pero también económica y social.
La situación en Perú
La pandemia está haciendo mella en Perú especialmente por la precariedad y abandono del sector salud. Es así que, a nivel gubernamental, el presidente Martin Vizcarra y el Consejo de Ministros están respondiendo con determinación y firmeza ante un enemigo que se desconoce y no respeta condición social, económica o raza.
El primer objetivo del país ha sido contener el avance de la enfermedad de manera que no colapse los ambientes sanitarios. Así, se han tomado medidas como el aislamiento domiciliario, inmovilización social obligatoria y bono económico a hogares vulnerables que se hallan en pobreza y pobreza extrema. Recientemente se han sumado los trabajadores autónomos y promesas de apoyo para evitar los despidos y mantener la cadena de pagos.
Pero ante la prolongación de días de aislamiento domiciliario gran parte de la población que no han sido beneficiada con el bono económico y carece de medios para poder subsistir por pertenecer al sector informal o viven de lo que reciben cada día —migrantes, pequeños empresarios— se están viendo afectados económicamente.
Margalida Colmillo, hermana de la Caridad de San Vicente de Paúl (congregación fundada en Mallorca y presente actualmente en Delicias de Villa - Chorrillos y Pachacámac) está respondiendo con acciones concretas como soporte emocional y espiritual a las personas y grupos por medios sociales como whatsapp, facebook, teléfono, asistencia a las personas que llegan a las comunidades compartiendo alimentos, almuerzo a los indigentes y familias de las que se conoce su vulnerabilidad. Así, también en coordinación con la Municipalidad de Chorrillos, se han repartido pollos a los enfermos, ancianos y personas pobres de la zona.
Con respeto al personal de los dos centros educativos "Jesús Maestro" y "Niña María de Manchay" y el Centro de Fisioterapia Beata Francisca Ana Cirer, por estos dos meses de marzo y abril se está manteniendo la cadena de pago con los recursos propios y apoyo de la congregación, aunque es un aspecto preocupante ya que estos centros mencionados están en paro laboral y por lo tanto sin entrada económica para solventar.
Marc Gili y Esther Romero viven en Callao desde hace algunos años, como familia misionera enviada por el Camino Neocatecumenal. Como todos están confinados en casa desde hace más de 20 días. Únicamente Marc sale cuando es imprescindible para comprar alimentos o productos de higiene. Les impresiona la presencia del ejército y tanques por las calles, mientras sus seis hijos se afanan en hacer las tareas que envían desde el colegio y algo de ejercicio físico para mantenerse en forma.
Al estado de emergencia del país se le suma el estado de sitio decretado desde hace algunos días. A partir de las 20 h, la policía detiene a todo aquel que esté en la calle sin motivo.
Honduras
Las Hermanas de la Caridad atienden una casa en San Pedro Sula (Honduras), la considerada "ciudad más peligrosa del mundo". El confinamiento comenzó el 15 de marzo, y aunque la cifra de casos no es muy elevada, en un país con un sistema sanitario colapsado de por sí cualquier pequeño número de contagiados es fatal. La situación política no ayuda: corrupción con la recepción de ayudas, una economía basada en el día a día (el 70% de hondureños viven lo que ganan cada día), lo cual hace que mucha gente necesite ya de una ayuda para sus alimentos, y en ello están con la ayuda de los padres paúles, acercando una bolsa de víveres para las familias.
Francisca, Isabel, Idin y María son las religiosas destinadas a este lugar. Comentan que es un momento "donde la creatividad pastoral también aflora, pues de una forma u otra queríamos celebrar nuestra Semana Santa, así que las puertas de los hogares se han convertido en los murales donde poner los signos representativos de cada día de la Semana Santa, y la familia se convierte en la pequeña iglesia doméstica".
África, la gran preocupación
Victoria Braquehais, religiosa de la Pureza, lleva desde 2009 trabajando en Camerún, y es testigo de excepción de la llegada del coronavirus a África. Actualmente la pandemia es una realidad todavía incipiente, pero avanza. De los 55 países africanos, ya hay 39 países afectados y crecen los casos día a día. Por este motivo, el 17 de marzo por la noche, el Primer Ministro camerunés comunicó un paquete de 13 medidas adoptadas por el Gobierno y de aplicación a partir del día siguiente, entre las que se encuentran el cierre de fronteras, el cierre de establecimientos educativos, el control de flujo y agrupamientos de personas, las medidas de higiene y otros puntos que se han tomado en diferentes países. En la República Democrática del Congo, el Presidente anunció el día 18 de marzo por la noche toda una serie de medidas a aplicar a partir del 20 de marzo.
Las religiosas de la Pureza regentan en Camerún una escuela infantil-primaria con 182 niñas y niños pigmeos y bantúes. Han abandonado las aulas y como no hay electricidad, ni ordenadores, ni libros de texto, ni plataformas educativas... se han ido a casa de sus padres, de sus abuelos o de algún familiar. "Allí ayudarán a cultivar el campo, jugarán en el río, irán a cazar o a pescar... algunos es posible que no vuelvan a la escuela", afirma la religiosa.
La exigencia de no desplazarse en la medida de lo posible y de permanecer en casa es más fácil en unas zonas que en otras. En las grandes concentraciones urbanas, en las que mucha gente vive hacinada, sin condiciones de saneamiento, sin acceso al agua, sin hogares en condiciones, sin suministro eléctrico... esto es muy complicado.
El control del flujo de personas y el cierre de las fronteras afecta a los mercados, hace subir los precios y crea mucha inseguridad, porque casi nadie tiene poder adquisitivo para guardar un poco de comida, ni lugares apropiados para hacerlo. Al día siguiente del anuncio de las medidas, los precios se duplicaron e incluso triplicaron, aunque ahora, gracias a la intervención del Gobierno, las cosas van volviendo a la normalidad: "Si puedes comer cada día —en un mundo en el que 824 millones de personas pasan hambre— eres todo un afortunado. Y si puedes beber agua potable... ¡eres millonario! No tener papel higiénico aquí no es un gran problema, ¡para eso están las hojas de los árboles!", bromea Sor Victoria.
Otras medidas son más difíciles como, por ejemplo, lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón, porque según Naciones Unidas, el 63% de la población no tiene acceso a agua y jabón. El agua, y muchísimo más si es potable, es un bien muy preciado, al que no tienen acceso millones de personas. Y en la economía familiar de muchas personas, cuya existencia es una pura lucha por sobrevivir, comprarse una pastilla de jabón es, simplemente, un lujo.
Sin embargo, hay lugar para la preocupación: "Si se propaga aquí la pandemia a pesar de las medidas de contención, esto puede ser un caos. Apenas hay hospitales y centros de salud, faltan muchos profesionales y todo tipo de medios. En el Hospital de Ngovayang, donde yo vivo, no hay médico y muchas veces no se puede conseguir ni un paracetamol. Imposible pensar en batas o mascarillas, ¡ni soñarlo! Sin electricidad, tampoco se podría dar oxígeno... y no quedaría otra que batallar y esperar los resultados, en una lucha cuerpo a cuerpo. Y además, aquí ya se sufren muchas otras enfermedades: malaria, fiebres tifoideas, cólera, diarreas...".
Respecto a la ayuda al desarrollo, saben que les esperan tiempos difíciles. De momento, están parados los plazos administrativos, se han congelado muchas convocatorias e intuyen que, cuando se despeje el panorama, habrán surgido muchas necesidades y nuevas pobrezas.