Antonio Colinas 2. LIBRO DE LA MANSEDUMBRE
El poeta leonés presenta en 1997 su segundo título de la nueva etapa, “Libro de la mansedumbre” (Tusquets). No hay que entender “mansedumbre” como sinónimo de pasividad, sino de resistencia fértil: una posición vital que nace de la experiencia del dolor. “Mi postura como poeta –aclara Colinas– es todo lo contrario de evasiva o escapista.” Se me ocurre pensar en la perseverante tenacidad de un “resiliente”.
El "Libro de la mansedumbre" está concebido en forma de tríptico, con series de poemas de corte biográfico, que se complementan entre sí:
“Aunque es de noche.” Grupo de los silencios de fuego. El poeta siente el acecho de la muerte, del mal, del frío, mas intuye la victoria de la “hoguera del amor”, la armonía del espíritu, el compromiso fiel de la mansedumbre.
“Manantial de la luz.” Se recrean símbolos de la poesía mística; se utiliza un lenguaje más contenido, más esencial que en anteriores poemarios.
“La tumba negra.” Sección tercera que ofrece un largo y magistral poema de 500 versos, una interesante composición de reflexión histórica y moral.
En el post de hoy, seleccionaremos dos poemas del primer grupo, “Ascuas” y “A nuestro perro, en su muerte”, remitiendo al lector a enlazar un tercer título: “La visita del mal”.
ARROJANDO EN LAS ASCUAS DEL PECHO UN SILENCIO
El poeta de “los silencios de fuego”, más acá del frío del mundo que le amenaza y acosa, le echa lumbre a la hoguera del pecho, lumbre de meditación, de búsqueda interior, de plenitud interior, y “se alzan llamas jubilosas” de amor recibido, de amor entregado.
Nos ilumina el vate leonés, en entrevista, sobre la realidad del mal y la mejor respuesta de aceptación constructiva, más allá de la negación o el arrebato: “El mal es inevitable, entonces aparece otro concepto que es el de la mansedumbre, que no sólo significa lo que es apacible, flexible, ese estado de armonía, sino lo que viene después de la prueba, después de la dificultad, después del mal”.
ASCUAS
¡Hay tanto frío fuera, en el mundo!
Fuerte viento de espinos
no cesa de zarandear el álamo sin hojas.
(A veces, me parece que yo soy ese álamo.)
Con el gozo secreto y seguro
de quien ha acumulado leña seca
voy sin miedo arrojando
en las ascuas del pecho
un silencio
y otro silencio
y otro silencio.
Al fin, siento una intensa plenitud
cuando de él se alzan llamas jubilosas,
la hoguera, que afervora, del amor:
del amor entregado,
del amor recibido.
Y EN ESA MANSEDUMBRE SE PROPAGA TU FIEL ADIÓS
Dentro de la sección “Aunque es de noche”, asistimos, en un hogar de la isla de Ibiza, a la agonía del perro familiar, a quien sale a buscar el poeta “a tientas en la sombra”. Las miradas del animal y el hombre se entrecruzan y extreman en el hoy de la despedida. Como en los versos de “Ascuas”, la hoguera del amor entregado y recibido se afervora, y se ahonda el dolor, en el silencio, con mansedumbre fiel. En su tierno coloquio amigo admitirá Colinas su ignorancia sobre el destino final de su perro, y su convencimiento de que, “como volcán de luz, / toda la isla ya será tu cuerpo”.
A NUESTRO PERRO, EN SU MUERTE
Es la última noche
y no es fácil dormir porque detrás del muro
intuimos tu muerte.
Así que he acabado por salir a buscarte
a tientas en la sombra
y en ella te he encontrado respirando
aún como una llama.
(Como llama en lucerna sin aceite.)
Hoy, sobre todo, sentimos dolor
al pensar en lo mucho que nos diste
y en lo poco, tan poco, que te dimos.
Porque mucha ha sido la soledad que fuiste
llenando con tu clara soledad
y el diálogo sabio aquel de tu mirada
con mi mirada, de tus silencios
con mis silencios
en el centro del día.
Con cuánta lentitud, con qué dulzura
te vas, amigo mío, arrastrando
por el río de sombra que es la noche,
por el río de estrellas que es la noche,
por el río de muerte que es la noche.
y cómo calla ahora el jardín, y cómo calla
el bosque vaciado
de aquellos ruiseñores de junio
de los que tus ladridos nocturnos fueron luna.
Qué silencios tan negros y tan hondos
caen sobre esos dos ojos como estanques,
sobre esos ojos como hogueras negras.
Postrado en miserable rincón,
fidelísimo aún,
no te mueves, nada haces cuando llego
para no inquietamos.
Aunque el dolor penetra más y más en tu ser
tú callas, callas manso –todavía más manso–,
y en esa mansedumbre se propaga
tu fiel adiós.
No temas, no le ladres a la Sombra
esa que al alba llegará muy ciega
a arrancarte los ojos, la vida en el límite.
Aunque quedamos tristes
porque no alcanzaremos a saber
dónde reposarán tus nobles huesos
también sabemos que desde mañana,
como volcán de luz,
toda la isla ya será tu cuerpo.
LA VISITA DEL MAL
Cuando nos alcanza el zarpazo del mal ¿por qué no ser amables con él, acaso hasta abrazarlo, como la Bella a la Bestia? En “La visita del mal” ha elaborado Colinas una fecunda parábola sobre el sufrimiento. Ha llamado a la puerta el dolor. “Pero hemos decidido acogerlo como a huésped fecundo”. Y lo sacan a la luz del jardín. “Una vez más tuvimos que poner amor donde el amor no se encontraba”.
Hace pocos meses, en entrevista de Alicia González, declaraba el poeta bañezano su opinión favorable a la utilización terapéutica de alguno de sus poemas: “En mi literatura, sobre todo en la última, puede haber un componente que podemos reconocer bajo los nombres de sanación o autoayuda, en la medida en que son libros que nacen y buscan la plenitud de ser.”
Los versos de “La visita del mal” podrían ser uno de los ejemplos. ¡Qué interesante, qué útil su publicación en la revista “Teléfono de la Esperanza de León!”
Para conocer el texto del poema pulsaraquí.
ANTONIO COLINAS
Encantamiento y misterio de su poesía
1.Los silencios de fuego
LA HORA INTERIOR
PARAÍSO EN LA NIEVE
2.Libro de la mansedumbre
ASCUAS
A NUESTRO PERRO EN SU MUERTE
LA VISITA DEL MAL (enlace)
3.La llama más gozosa
LA LLAMA
LA DAMA BLANCA
4.Con el Dios escondido
LA CORRIENTE INSONDABLE
CON EL DIOS ESCONDIDO
5.Me he sentado en el centro del bosque
LA LÁMPARA DE BARRO
POEMA XXXV
6.Canciones para una música silente
VALLEFONDO
GERMINACIÓN
EL LABERINTO INVISIBLE
7.Llamas en la morada
IV. ENCIENDO EL FUEGO
V. SILENCIO Y MÚSICA
VIII. IMAGINO POSAR MI MANO EN TU MANO
8.Recibe el Premio Reina Sofía
XXVII. SOLO QUISIERA
LOS ÚLTIMOS VERANOS
XXXV. ME HE DEJADO QUERER