Antonio Colinas 7. LLAMAS EN LA MORADA

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Las dos últimas secciones del poemario “CANCIONES PARA UNA MÚSICA SILENTE”, que venimos analizando, son “Valle de Sansueña”, de la que escribimos algo en la última entrega, y “Llamas en la morada”, a la que hoy nos referiremos. Se trata de 27 poemas sin título, breves, intensos, espirituales, a los que se atribuye, con sensibilidad, la calificación de Canciones.

Lo de “música silente” nos acerca versos de san Juan de la Cruz, como cuando se refiere en el Cántico espiritual a “la música callada, / la soledad sonora…” Nos explica Colinas con transparente lucidez: “Existen dos músicas, la que podemos oír, y otra, interior, la que yo llamo silente, que nos lleva a un conocimiento profundo y de sentido órfico, que ha sido una constante en mi poesía”.

“LLAMAS EN LA MORADA”, CORAZÓN DEL POEMARIO

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Las ocho secciones que constituyen el libro, se me antojan como hojas de alcachofa que, como la exótica planta, se enriquece con el tesoro de un centro tierno y saludable: nos referimos, naturalmente, a los versos que hoy presentamos, cargados de lirismo y espiritualidad, breves alguno de ellos, otros de más prolongado aliento, poesía honda pero sencilla.

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ENCIENDO EL FUEGO Y YO SOY EL QUE ARDE

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Recordemos que la miniantología que investigamos se titula “Llamas en la morada”, y no necesitamos alejarnos mucho de nuestros místicos para saborear de nuevo sus metáforas, y llamar Castillo al alma, Centro espiritual, Templo interior, mejor quizá Morada… Y al amor llamarle Fuego. Así, cuando el poeta “enciende el fuego”, el ciruelo “se llena de gorriones y de flores moradas”, al corazón le nace “la música más hermosa”. Y al escuchar la noche, nos llegará el silencio. El estribillo de la Canción se repite cuatro veces, y ardemos ya, “en noche, en nieve, en música, en silencio…”

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IV

Enciendo el fuego,
el pruno se llena
de gorriones y de flores moradas.
Enciendo el fuego,
llega la música
más hermosa:
el “Agnus Dei” de Barber.
Enciendo el fuego,
escucho la noche
con su silencio que llama
a la nieve.
Enciendo el fuego
y yo soy el que arde
en noche, en nieve, en música, en silencio.


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VOY POR EL CAMINO DE LA FUENTE

–“Debe callar / por medio de silencios que hablan
“Hoy parece que todo tiene que ser vertiginoso y ligero. Hay demasiadas palabras. Necesitamos momentos de silencio y palabras que tiendan a lo esencial y que valoren la cultura, combatir esa filosofía imperante del todo vale” (Antonio Colinas).

–“Bebiendo estoy de un agua / que no sacia
“El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed. Porque el agua que yo le adré se hará en el manantial de agua que brotará para vida eterna” (Jn 4,13s).

–“Voy por las sendas sin senda / de la noche, / en la que me extravío / llorando de felicidad”
“La plenitud del ser, como la armonía, es algo que llega después de las pruebas. Hoy pienso que mi poesía no ha sido sino un viaje en busca de la plenitud de ser. Un ser y un estar en el mundo que no siempre conseguimos.” (Antonio Colinas).

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V

Silencio y música.
Música y palabra
que calla, que debe callar
por medio de silencios que hablan.
Sed del ser
que no logra saciar
sus ansias
de esa infinitud que anuncian
el rebaño, el relámpago, los labios.
Bebiendo estoy de un agua
que no sacia: la de vivir
en los límites.
Y, sin embargo, vivo
en unos absolutos
que me conducen hacia una nada
que es todo.
Voy por el camino de la fuente,
voy por el sendero de los álamos,
voy por las sendas sin senda
de la noche,
en la que me extravío
llorando de felicidad.


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IMAGINO POSAR MI MANO EN TU MANO

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Imagina el poeta estar acompañado, y reposar su mano en la mano de ella. Rozar su piel, sentir ternura y sensualidad, sin excluir erotismo (“venero / que de manar no cesa”). Y que la va confidenciando sus sensaciones, sus emociones. “Si posara mis dedos en tus labios / el mundo sonreiría…” (La fantasía juguetona del lector amplía el roce de los labios superiores con la más íntima caricia de otros labios de amor.) La plácida ensoñación que vivió en fantasía el autor y llegó a incendiar su corazón y la generalidad de su ser, se fue disipando. Pero el secreto de re-vivir experiencias felices del pasado le basta y le sacia

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VIII

Imagino posar mi mano en tu mano,
rozar tu piel
y ver cómo se enciende una hoguera.
Plena gracia
que no merecemos, venero
que de manar no cesa
en las caricias.

Si posara mis dedos en tus labios
el mundo sonreiría.
Pero tan sólo poso en el cuaderno
mis manos frías,
y cierro los ojos,
y siento calor,
pues me quema la lumbre
de un tiempo fugitivo,
del ser en el no-ser.

No-ser en el que hallo
un secreto
que me basta
y me sacia.


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ANTONIO COLINAS

Encantamiento y misterio de su poesía

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1.Los silencios de fuego

LA HORA INTERIOR
PARAÍSO EN LA NIEVE


2.Libro de la mansedumbre

ASCUAS
A NUESTRO PERRO EN SU MUERTE
LA VISITA DEL MAL (enlace)


3.La llama más gozosa

LA LLAMA
LA DAMA BLANCA


4.Con el Dios escondido

LA CORRIENTE INSONDABLE
CON EL DIOS ESCONDIDO


5.Me he sentado en el centro del bosque

LA LÁMPARA DE BARRO
POEMA XXXV


6.Canciones para una música silente

VALLEFONDO
GERMINACIÓN
EL LABERINTO INVISIBLE



7.Llamas en la morada

IV. ENCIENDO EL FUEGO
V. SILENCIO Y MÚSICA
VIII. IMAGINO POSAR MI MANO EN TU MANO


8.Recibe el Premio Reina Sofía

XXVII. SOLO QUISIERA
LOS ÚLTIMOS VERANOS
XXXV. ME HE DEJADO QUERER



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