Antonio Colinas 3. LA LLAMA MÁS GOZOSA
Asunción Escribano, en entrevista a Colinas que regresaba de las dos Coreas en una representación mundial de poetas de la paz, destacaba cómo en su obra y talante literario el poeta leonés solía expresar personalmente mucho de la forma sosegadamente lúcida de la vida oriental; y elogiando una mansedumbre conscientemente elegida, le formulaba la siguiente pregunta: ¿Qué piensas que debemos aprender los europeos?
Destacamos la respuesta del lírico hispano:
“No es que tengamos que imitarlos ni volvernos como ellos. Es una cultura en la que tenemos que ver un complemento de la nuestra. Es una visión de la realidad más global, más unitaria. A mí me ha interesado mucho el pensamiento taoísta, la presencia de la naturaleza como la ven ellos, la idea de totalidad, de universalidad… Últimamente yo la canalizo a través del Cristianismo, que me interesa mucho como visión global de la realidad, como unidad.”
En más reciente entrevista, es ahora Fernando Díaz de Quijano quien le solicita aclarar su afirmación de que “todo es sacro en el mundo para aquel que lo mira con ojos de piedad”. Y le cuestiona: ¿hasta qué punto su búsqueda de trascendencia tiene que ver con la religión? Así se explica el escritor de La Bañeza:
“El término ‘sagrado’ no remite obligadamente a lo religioso, sino que es toda la realidad en armonía y humanizada. Por tanto, ese diálogo con lo mistérico expone una búsqueda del más allá. El poeta no es un fotógrafo de la realidad, sino que debe trascenderla con la palabra.”
Cuando abrimos la primera página del “Libro de la mansedumbre”, nos encontramos dos estimulantes pensamientos de alto voltaje lírico: “La violenta llama espiritual encendida en tu dolor” (Friederich Hölderlin) y “¿Será quizás el amor un estado de fuego?” (Marina Tsvietáieva). Inmediatamente después, ya en la sección “Aunque es de noche”, descubrimos los emocionados versos de “La llama”, que presentamos a continuación.
COMIENZO A ESCRIBIR Y TAMBIÉN LA ESCRITURA LLORA
En el poema “La llama”, Antonio Colinas realiza un ejercicio de meditación descansando la mirada en el fluir reposado de una encendida vela. Pasado y presente se funden en relajada y gozosa danza de amor y vida.
Algunos momentos de esa danza:
Como quien llora de plenitud saciado...
Como quien lleva un mar dentro del pecho...
Como si el ojo contuviese toda esa inmensa colmena
que es el firmamento en su breve pupila...
Qué gran gozo sentirme yo mismo esa palabra que va ardiendo...
No existe otra verdad que no sea esa llama,
es decir, la del amor que es don y es condena...
Y son llamas los ojos que lloran...
por el ser que ahora está mirando fijamente una llama
y que es, en soledad, la llama más gozosa...
LA LLAMA
Hoy comienzo a escribir como quien llora.
No de rabia, o dolor, o pasión.
Comienzo a escribir como quien llora
de plenitud saciado,
como quien lleva un mar dentro del pecho,
como si el ojo contuviese toda
esa inmensa colmena que es el firmamento
en su breve pupila.
Me enciendo por pasadas plenitudes
y por estas presentes enmudezco.
Lloro por tener cerca una mujer,
por el agua de un monte
que suena entre cipreses en un lugar de Grecia;
lloro porque en los ojos de mi perro
hallo la humanidad, por la arrebatadora
música que quizá no merecemos,
por dormir tantas noches en sosiego profundo
bajo el icono y en su luz de oro,
y por la mansedumbre de la vela,
que sólo es eso: llama.
Comienzo a escribir y también la escritura
llora, porque respira y quema, porque pasa.
Qué gran gozo sentirme
yo mismo esa palabra que va ardiendo.
(Porque yo también ardo y también paso.)
Contemplo una llama muy quieta en la penumbra
de suaves jardines,
a la orilla de un mar calmo y antiguo,
y me voy encendiendo con la dicha
de saber que no existe otra verdad
que no sea esa llama, es decir,
la del amor que es don y que es condena.
Son llamas las palabras y son llamas los ojos
que lloran sin llorar por el ser que yo fui
(aquel fuego cansado que temblaba
junto a otros jardines de otro mar)
y por el ser que ahora está mirando
fijamente una llama
y que es, en soledad, la llama más gozosa.
EL INFINITO CENTRO DE LO BLANCO
Dentro del “Libro de la mansedumbre”, nos encontramos ahora en el grupo de poemas “Manantial de la luz”, frente a los versos de “La dama blanca”. El autor sitúa la experiencia por Salamanca, en el interior del “Monasterio de la Veracruz”. Aquí dentro “se afervora un hondísimo misterio” que se corresponde esencialmente con la gozosa escena del cuadrito adjunto: “una mujer arrodillada” levanta la mirada al ostensorio y su pequeño círculo de Dios transubstanciado en pan, “el infinito centro de lo blanco”. “Ella, la dama blanca”, en quietud contemplativa, se siente arder envuelta en música, y probará “a cerrar las heridas del mundo” en fervorosa impetración... Al bajar a la lumbre de su pecho, con la mirada, la blancura del pan, “como nieve en hoguera”, santifica su cuerpo, extasía su alma...
El color blanco, frente a la oscuridad (“Tumba negra”, “Noche más allá de la noche”) aligera, intensifica, espiritualiza las vivencias (el color blanco recoge todos los colores). Así nos lo describe el autor del “Libro de la mansedumbre”: “Es un símbolo neutro, reflejo de la nada fértil, reflejo del vacío. También es un signo de plenitud, en los poemas de la luz blanca, la luz gozosa… Luego, claro, es el reverso de lo negro. Hay sobre todo a partir de Jardín de Orfeo la lucha en mi poesía de estos dos contrarios, lo blanco contra lo negro. Sobre todo se ve en un poema que titulo “Blanco/negro”.
LA DAMA BLANCA
(Monasterio de la Veracruz, Salamanca)
Sé bien que más allá de este horno de oro,
de las piedras doradas de este templo,
cruje el invierno en álamos amargos
y que el mundo no cesa
de entreabrir sus heridas.
Pero aquí dentro (nada de la nada)
se afervora un hondísimo misterio:
aromas y silencios cuajan luces,
se funde o se deshace la noche con el alba.
Una mujer arrodillada alza
sus ojos allá arriba, donde está
en la custodia el círculo del círculo,
el infinito centro de lo blanco.
Ella, la dama blanca, prueba,
envuelta en manso fuego no visible,
a cerrar las heridas del mundo sin mover
los labios, en quietud.
Siente ella en su interior como una esfera
de música o de llamas.
Y caen lentos sus ojos
como nieve en hoguera.
ANTONIO COLINAS
Encantamiento y misterio de su poesía
1.Los silencios de fuego
LA HORA INTERIOR
PARAÍSO EN LA NIEVE
2.Libro de la mansedumbre
ASCUAS
A NUESTRO PERRO EN SU MUERTE
LA VISITA DEL MAL (enlace)
3.La llama más gozosa
LA LLAMA
LA DAMA BLANCA
4.Con el Dios escondido
LA CORRIENTE INSONDABLE
CON EL DIOS ESCONDIDO
5.Me he sentado en el centro del bosque
LA LÁMPARA DE BARRO
POEMA XXXV
6.Canciones para una música silente
VALLEFONDO
GERMINACIÓN
EL LABERINTO INVISIBLE
7.Llamas en la morada
IV. ENCIENDO EL FUEGO
V. SILENCIO Y MÚSICA
VIII. IMAGINO POSAR MI MANO EN TU MANO
8.Recibe el Premio Reina Sofía
XXVII. SOLO QUISIERA
LOS ÚLTIMOS VERANOS
XXXV. ME HE DEJADO QUERER