Carlos Murciano 3. UN DÍA MÁS O MENOS
El poemario “Un día más o menos”, escrito entre 1959 y 1962, consta de treinta y dos poemas fechados, en los que el lírico, de 28 años, que está viviendo intensamente la aventura de ir construyendo una familia (esposa y tres hijos, de momento), como en un diario del corazón irá traduciendo a endecasílabos el carrusel de novedades que los días le regalan. Del intenso caleidoscopio de vivencias, por limitación de espacio, nos detendremos en tres fechas comprendidas hacia el final del proceso: 8 de diciembre, 18 de noviembre y 18 de marzo.”
Pero sería interesante adelantar ya los últimos versos de las memorias, que así clausuran su iniciático viaje hacia la luz y el encuentro: “Pero Dios –nunca el tiempo–, Dios, Dios, Dios / quiso, al fin, ser mañana. Abrió la puerta / y, vencedora, el alma entró a raudales. / Un día más o menos ya no importa, / si dentro está la luz, para cerrarla.”
Y MIENTRAS GOZO REPARTIÉNDOLO...
En la festividad de la Inmaculada Concepción, los cinco miembros de la familia de Carlos Murciano, con solemnidad ritual se sientan a la mesa. El padre poeta preside, como Jesús en la Sagrada Cena, la fiesta. Y, sirviendo la sopa y repartiendo gozosamente el pan, improvisa una deliciosa plegaria invocando la bendición del Altísimo. Sorpresa final: como repiqueteo de castañuelas, como algarabía de ángeles con triángulos, “es una música celeste / el leve son que inician las cucharas.”
8 DE DICIEMBRE
Sobre la mesa están el agua, el vino,
los cubiertos, el pan, la loza nueva.
Hoy ha salido el sol y, en tanto funde
la mucha nieve –sucia ya– de ayer,
acaricia el blancor de los manteles
y arranca chispas del cristal. Llegamos
ante la mesa familiar y, mudos,
vamos tomando asiento: cinco seres
de Dios, en esta casa que ahora empieza
a conocernos y a ser nuestra –un hombre,
una mujer, tres hijos–, silenciosa-
mente, vamos cumpliendo un viejo rito,
uniendo nuestros claros eslabones
a la cadena del vivir. Aroma
la hierbabuena, cuando voy sirviendo,
humeante la sopa. Tomo luego
un pedazo de pan y, mientras gozo
repartiéndolo, digo: "Dios, bendice
este techo, esta mesa, este alimento,
este poco de lumbre y este mucho
de amor". Y es una música celeste
el leve son que inician las cucharas.
TREPAN HASTA MIS PIERNAS
Los tres hijos, María de las Nieves y su gemela Antonia, con Carlos María, invaden el santuario del poeta y se apoderan de su sagrado templo. “Vienen / hasta mi puerta, empujan, abren, entran, / irrumpen…” Todo veloz, irrespetuoso, abusivo… Hasta juegan a pintarle los versos… Y le arrastran al salón de la madre. Fuera es otoño y gris. Dentro, primavera. Último verso, última delicatesse, guinda de la tarta familiar: “y Dios se olvida de cerrar la puerta.”
18 DE NOVIEMBRE
Ellos son enemigos del silencio
y de la sombra. Con sus voces torpes
encienden una luz en el pasillo
e inventan la canción, la estrenan. Vienen
hasta mi puerta, empujan, abren, entran,
irrumpen en mis versos, interrumpen
mi soledad y al suelo la derriban,
trepan hasta mis piernas, me arrebatan
la pluma, los papeles, acarician
mi palidez, mis ojos tan cansados,
y sobre un verso a medio hacer dibujan
con un lápiz azul sus alegrías.
María de las Nieves, casi vuelo,
Antonia, con un mirlo en las pestañas,
y oliendo a mar y a sol, Carlos María,
me arrastran luego, niño, de la mano
hasta donde ella cose, digo sueña.
Otoño ha puesto gris, cerrado el cielo,
amarillos los árboles del parque
y un pájaro no canta ya su dicha
tras el cristal. La tarde se desploma
y se deja morir. Mas aquí dentro
la primavera inicia su murmullo
y Dios se olvida de cerrar la puerta.
UN NUEVO ALIENTO CELESTE: DIOS-ALMENDRO
En vísperas del 21 de marzo, atribuye Murciano a Dios, a su poder y amor, la llegada de la primavera. “El golpe de su clara / sandalia ha resonado limpiamente / sobre el azul…” Donde había muerte (invierno), se instala un nuevo aliento: Dios almendro, campana, cántaro, lirio, paloma… El verso “capaz de asirse a lo invisible ha sido”, está construido con raro hipérbaton, muy gongorino. Orden lógico: mi mano ha sido capaz de asirse a lo invisible… Pero el “ha sido” final visualiza gráficamente el esforzado gesto de estirar la mano para alcanzar lo invisible… Dos últimas aproximaciones sensoriales a la Presencia de Dios: Dios que toco (muchacho, mosquito, libro) y Dios que contemplo: Dios-luna blanca en puesta rojiza de sol…
18 DE MARZO
Hoy que la primavera se vislumbra
bajo este plenicielo al que la tarde
rindió su amaritud, Dios ha bajado
un escalón. El golpe de su clara
sandalia ha resonado limpiamente
sobre el azul, para extenderse luego
–eco feliz– hasta la tierra. Donde
lo mortal erigía su reinado
ha venido a instalarse un nuevo aliento
celeste: Dios-almendro, Dios-campana,
Dios-cántaro, Dios-lirio, Dios-paloma.
Una vez más he visto que mi mano
capaz de asirse a lo invisible ha sido,
de alcanzar lo infinito, digo, y tiemblo.
Dios-muchacho, Dios-cínife, Dios-libro
siento bajo la yema de mis dedos
al par que los pronuncio. Y si levanto
los ojos para volverlos a su origen,
Dios-luna, blanqueante, se destaca
de lo que ya el crepúsculo enrojece.
CARLOS MURCIANO
Misterio y luz en la poesía de Carlos Murciano
1.Amatorio
DONDE EL POETA EXPLICA CÓMO Y POR QUÉ COMPARTECON LA AMADA UN VASO DE VINO
DONDE EL POETA DICE DE UNOS SENOS DE MUCHACHA
DE LO QUE OCURRIÓ EN LA PLAYA DE EL PUERTODE SANTA MARÍA
2. Amatorio 2
HABLA EL POETA A LA AMADA, POR VEZ PRIMERA, DE SUSDOS HIJAS
OYE EL POETA A LA AMADA CANTAR A SUS DOS HIJAS
OYE EL POETA A LA AMADA CANTAR ENTRE PUCHEROS
3.Un día más o menos
8 DE DICIEMBRE
18 DE NOVIEMBRE
18 DE MARZO
4.Desde la carne al alma
HABLANDO CLARO
RÉQUIEM POR UN HOMBRE
DIOS ENCONTRADO
5.Los años y las sombras
JAULA VACÍA
EL ARCÓN
LA AZOTEA
6.Este claro silencio
LA NUBE
EL REGRESADO
LA VISITA
7.Abuelo Dios
ABUELO DIOS
PERRO DIOS
A UNA NOVICIA QUE EL POETA VIO EN LA GALERÍA DELCONVENTO QUE VISITABA
8.Epitafio y bromas
DONDE EL POETA COMPARTE SU LECHO POR VEZ PRIMERA
EPITAFIO PARA UNA MONJA ANCIANA
DE UN LUGAR SECRETO QUE TENÍA LA AMADA