Laudato si 3. ARMONÍA ENTRE EL CREADOR, LA HUMANIDAD Y LA TIERRA
La relación originalmente armoniosa entre el ser humano, la naturaleza y Dios fue destruida, por haber pretendido la criatura ocupar el lugar de su Creador. No solo se rompió externamente la triple relación, sino también dentro de la familia humana, en el interior de cada uno de nosotros. Esta ruptura es el pecado.
LA RELACIÓN CON DIOS, CON EL PRÓJIMO
Y CON LA TIERRA
“La existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra. Según la Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, no sólo externamente, sino también dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado. La armonía entre el Creador, la humanidad y todo lo creado fue destruida por haber pretendido ocupar el lugar de Dios, negándonos a reconocernos como criaturas limitadas. Este hecho desnaturalizó también el mandato de «dominar» la tierra (cf. Gn 1,28) y de «labrarla y cuidarla» (cf. Gn 2,15). Como resultado, la relación originariamente armoniosa entre el ser humano y la naturaleza se transformó en un conflicto (cf. Gn 3,17-19)”(Francisco, Laudato si, 66).
NADIE LLORÓ CUANDO ALARGÓ SUS RAÍCES
En “El árbol”, de Jan Martínez, se describe, con exquisita sensibilidad solidaria, la agresión de la industria maderera al bosque, y el sufrimiento del árbol en su despiadado troceamiento y aniquilación. Se destruye con demasiada frecuencia superficie forestal, con talas o quemas, para la obtención de suelo para la agricultura, minería y ganadería; pero suele producirse erosión del terreno, que acaba degradándose a tierras no productivas.
EL ÁRBOL
Cuando llegaron sus verdugos
lo encontraron florecido
con ademán de vientre,
golpeáronlo despiadadamente
en su amoroso verde
y él de vez en cuando
soltaba un pájaro o gemía mariposas.
Nadie lloró cuando alargó
sus raíces, acariciando aún con vida
la tierra cercana.
Y por el pasillo angosto,
a él, que era alto y ancho,
sacáronlo en tandas.
Sólo sus arterias sollozaron
cuando una brisa pasajera
le desarmó las últimas ramas.
MIENTRASS CRUZAS LA HIERBA
PROCURA NO HACER RUIDO
Tendría cinco o seis años María Victoria Atencia, cuando aviones hostiles bombardeaban a la indefensa población que corría espantada a protegerse en refugios, o desparramarse por las cunetas de la carretera. A veces acertaba la metralla y destrozaba cuerpos vivos, también de niñas. Aquí, con la lacónica expresividad de un parte de guerra, una pequeña asesinada denuncia, también ahora y para siempre que leamos este “Epitafio”, la terrible desgracia de su vida y juegos rotos... En 2015, siguen muriendo por los campos de Irak, por las calles de Siria, bombardeada población civil, muchos ancianos, muchos niños y niñas:
EPITAFIO
Las banderas ardían, era cierto,
y su rota ceniza nos empañaba a todos
cuando los aparatos descargaron sus bombas.
Mientras cruzas la yerba
procura no hacer ruido:
bajo esta piedra escondo mi miedo y mi muñeca.
RETORNABA FRANCISCO AL ESTADO
DE INOCENCIA PRIMITIVA
“Es significativo que la armonía que vivía san Francisco de Asís con todas las criaturas haya sido interpretada como una sanación de aquella ruptura. Decía san Buenaventura que, por la reconciliación universal con todas las criaturas, de algún modo Francisco retornaba al estado de inocencia primitiva. Lejos de ese modelo, hoy el pecado se manifiesta con toda su fuerza de destrucción en las guerras, las diversas formas de violencia y maltrato, el abandono de los más frágiles, los ataques a la naturaleza” (Francisco, Laudato si, 66).
GRÁVIDA MADRE, TIERRA MADRE, GRÁVIDA LUZ...
Cita el Papa Francisco a san Buenaventura cuando afirmaba que, por la reconciliación universal con todas las criaturas, de algún modo san Francisco de Asís retornaba al estado de inocencia primitiva. En el poema “La elegida”, Pilar Paz Pasamar, varias veces madre, navegando vivencialmente por las íntimas aguas de uno de sus más felices embarazos, se dirige conmovida a la madre tierra y la bendice, nocturna y sufridora, luminosa y fecunda. Le pide sitio en el paritorio universal, sin olvidar a las estériles (“lloré los vientres solitarios”). “Pero ahora es tiempo de cantar / la embriaguez y la maravilla / y acunar bajo las estrellas / el nuevo sueño que me habita...”
LA ELEGIDA
A ti me acerco, madre tierra,
madre del pan y la alegría,
junto mi amor al de tus frutos,
uno tu sombra con la mía.
Canto tus noches, las desdoblo,
canto mi aurora definida,
comparo azules de tus ríos
con los que ahora me transitan.
Soy un espejo de tu espejo,
remedo párvulo, primicia,
pero ya puedo sostenerme
junto al puesto de las henchidas,
de las cosas madres que tienen
un dulce vaho de sufridas.
Cuéntame ya en tus filas, madre
de la acémila y de la espiga,
de los torrentes subterráneos,
de cordilleras y colinas,
de las fecundas selvas verdes
y las piedras entorpecidas.
Ensanchaos y recogedme
como una más en vuestras filas
y mis latidos acompañen
vuestro flujo y vuestra sonrisa.
Por lo estéril pasé mi mano
apresurada y compasiva;
lloré los vientres solitarios
y gemí al son de las vacías.
Pero ahora es tiempo de cantar
la embriaguez y la maravilla
y acunar bajo las estrellas
el nuevo sueño que me habita,
peso que duele y acompañan
las gravideces infinitas.
Grávida madre, tierra madre,
grávida luz, sol que gravita:
¡Acompañadme y asistidme
en la hora definitiva!
LAUDATO SI, Y POESÍA
Encíclica del Papa Francisco sobre la ecología
0.La casa común
LA CASA, por Magaly Quiñones
FUERA DE PROGRAMA, por Carlos Javier Morales
HE PLANTADO UN JARDÍN, por Pedro Casaldáliga
1.El evangelio de la Creación
RELIGIÓN Y POESÍA, de Luis Alberto de Cuenca
CANTO A LA PIEDRA, de Javier Ciordia
VIDA PERFECTA, de Jorge Carrera Andrade
2.Fuimos concebidos en el corazón de Dios
QUIEN LO HIZO POR AMOR TAN ALTO Y LIBRE, de Mauleón
Y YO EN LA CREACIÓN, de Dámaso Alonso
REQUIEM POR UN HOMBRE, de Carlos Murciano
3.Armonía entre el Creador, la humanidad y la tierra
EL ÁRBOL, de Jan Martínez
EPITAFIO, de María Victoria Atencia
LA ELEGIDA, de Pilar Paz Pasamar
4.Labrar y cuidar el jardín del mundo
BALLENAS, de José Emilio Pacheco
DE LOS ÁRBOLES, de Dionisia García
GORRIÓN HERIDO, de Joaquín Benito de Lucas
5.El misterio del Universo
TRÓPICO, de Roberto Cabral
CUANDO MIRAS DESPACIO, de Eloy Sánchez Rosillo
SEÑOR, ¿ME ECHAS EN FALTA?, de Pilar Paz Pasamar
SEÑOR, ENSÉÑAME, de Rafael de Andrés
6.Liberación o destrucción
FÁBULA DE LAS ROSAS PERDIDAS, de Leopoldo de Luis
UN HOMBRE LLORA, de Leopoldo de Luis
7.Dios en lo más íntimo de cada cosa
UN BIEN, de Claudio Rodriguez
LA VISITA DEL MAL, de Antonio Colinas
ADENTRO, de Sánchez Rosillo
8.Singularidad del hombre en la gran familia creatural
YO LE DIJE A DIOS, de Jesús Mauleón
HERMANDAD, de Octavio Paz
AMANECER, de José Luis Hidalgo
9.La arbitrariedad del más fuerte
EL BURRO, de José Julio Cabanillas
MUERTE DE UN PERRO, de Francisco Brines
MONÓLOGO DEL MONO, de José Emilio Pacheco
10.El fin de la marcha del universo: plenitud en Dios
GRACIAS, DIOS MÍO, POR TU INVITACIÓN, de Rafael Alfaro
LA TIERRA ES TUYA, por Concha Zardoya
YO SOY EL CENTRO, de José Luis Hidalgo
11.Ninguna criatura es superflua
EL HUERTO, de Antonio Pereira
LA FLOR NUEVA, de Joaquín Romero
EL MERCADER DE SEMILLAS, de Gerardo Diego
12.Lugares personalísimos a recordar
MADRE MONTE CORONA, de Pilar Paz Pasamar
MAR DE MI INFANCIA, de Ángela Figuera
13 y siguientes.Cada criatura canta el himno de su existencia
PHILOMENA, TU CÁNTICO, de Pilar Paz Pasamar
TODA LA NOCHE ESTUVISTE, de Pilar Paz Pasamar