Laudato si, y Poesía 6. LIBERACIÓN O DESTRUCCIÓN

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Los cristianos no divinizamos la naturaleza, criatura de Dios al servicio del hombre. "Si reconocemos el valor y la fragilidad de la naturaleza, y al mismo tiempo las capacidades que el Creador nos otorgó, esto nos permite terminar hoy con el mito moderno del progreso material sin límites" (Laudato si, 78). Podemos descubrir en la humanidad innumerables formas de relación y participación: “la fe nos permite interpretar el sentido y la belleza misteriosa de lo que acontece” (Laudato si, 79).

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DESPLIEGUE DE LIBERACIÓN O CAMINO DE DESTRUCCIÓN

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“La libertad humana puede hacer su aporte inteligente hacia una evolución positiva, pero también puede agregar nuevos males, nuevas causas de sufrimiento y verdaderos retrocesos. Esto da lugar a la apasionante y dramática historia humana, capaz de convertirse en un despliegue de liberación, crecimiento, salvación y amor, o en un camino de decadencia y de mutua destrucción"(Francisco, Laudato si, 79).

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UNA BOCA VA A DECIR VIDA Y SOLO DICE MUERTE

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La fotografía que preside este apartado está tomada en la desesperada diáspora de familias sirias que huyen del espanto bélico de su país hacia regiones más civilizadas donde intentar sobrevivir. Contemplamos a niños inocentes en el corazón de una confusa y cruel contienda. En el poema que hemos escogido, “Fábula de las rosas perdidas”, hace alusión Leopoldo de Luis a “niños maltratados” No hay que llorar la muerte de las rosas, porque otras nacerán; no se pierden las rosas, perseveran. Pero los niños maltratados, “flores condenadas”, son únicos y sufren, y su asustada boca “va a decir vida y solo dice miedo”.

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FÁBULA DE LAS ROSAS PERDIDAS

No lloréis por las rosas, porque vuelven
y repiten sus labios laberintos.
No se pierden las rosas: perseveran
en lentas cabelleras de perfume.

Llorad por esos niños maltratados,
por los pequeños mundos sin destino
por esa creación irrepetible
que es el hombre frustrado y que no vuelve.

No lloréis por las rosas amarillas
que son del sol minúsculos espejos
ni por las rosas blancas: las madejas
de luz, ni por las rojas: bocas puras.

Llorad por esas flores condenadas
donde otro sol no brilla y otro hilo
de luz no se devana y una boca
va a decir vida y sólo dice miedo.


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PROTEGER AL HOMBRE CONTRA SU PROPIA DESTRUCCIÓN

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“Por eso, la acción de la Iglesia no sólo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo «debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo»(Francisco, Laudato si, 79).

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LLORA TÚ POR NOSOTROS, LOS QUE SECOS TENEMOS YA LOS OJOS

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Estos versos pertenecen al poemario de Leopoldo de Luis “Reformatorio de adultos” (1967–1968). El suceso que conmovió profundamente la sensibilidad humanista del lírico fue la lectura en prensa de la siguiente noticia: “Un hombre de sesenta y seis años ha sido hospitalizado porque lleva sollozando ininterrumpidamente cinco días.” Hace suya el poeta cordobés esta tristeza, este llanto. ¡Hay tanto que llorar, entonces y ahora! El problema ecológico no consiste tanto en el fenómeno de la desertización o el calentamiento global cuanto en la urgente necesidad de “proteger, sobre todo, al hombre contra la urgente necesidad de destrucción de sí mismo.”

Observemos la estructura formal del poema: tres sonetos. El último, muy hermoso, evoca sentimientos y tradiciones religiosas: “salvas”, “redentora”, “rosario líquido”, “expiativa”, “tus jordanes”, “el milagro ofrece”... Podéis conocer siete poemas de Leopoldo de Luis, enriquecidos, a página completa, con sonido e imagen, pulsandoaquí.

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UN HOMBRE LLORA

Torrencialmente está cayendo el llanto
de este hombre de lluvia solidaria.
Hay que llorar la lágrima diaria,
la lágrima que llore todo cuanto

de triste y desgarrado vive. Tanto
dolor alza su sombra solitaria,
que una lluvia de llanto es necesaria,
un llorar como un río, como un manto.

Hay que llorar tanta desgarradura,
tanto dolor infame, tanta impura
soledad, tanto injusto sufrimiento,

que es poco llanto el de esos cinco días
y los ojos igual que amargas rías
habrán de llorar cinco y quince y ciento.

Llora tú por nosotros, los que secos
tenemos ya los ojos, como ríos
que agosto de dolor dejo vacíos,
dejó terribles y desnudos huecos.

Tus lágrimas igual que húmedos flecos
en la colcha del mundo cubren fríos
sueños de los que vamos por baldíos
donde el sollozo no pone sus ecos.

No sabemos llorar. Nos han dejado
con el dolor tan desilusionado
que nuestra pena es ya casi inhumana.


Pero la cosa está pidiendo llanto.
Llora tú por nosotros, que el espanto
no quiebre, de tan seca, la mañana.

Llora así, de una vez. Definitiva.
Y a ver si en adelante nadie llora.
A ver si con tus lágrimas de ahora
de otra lágrima salvas progresiva.

Redime de una pena colectiva
de llanto al mundo. Rueda redentora
y tu rosario líquido atesora
como prenda de llanto expiativa.

Llora por todos. Vuelca tus jordanes.
Reparte ahora de llanto amargos panes,
peces de llanto, y el milagro ofrece.

Que no se llore más en adelante.
Tus ojos han llorado ya bastante.
Tal vez por ti la rosa ahora florece.



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LAUDATO SI, Y POESÍA

Encíclica del Papa Francisco sobre la ecología

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0.La casa común

LA CASA, por Magaly Quiñones
FUERA DE PROGRAMA, por Carlos Javier Morales
HE PLANTADO UN JARDÍN, por Pedro Casaldáliga


1.El evangelio de la Creación

RELIGIÓN Y POESÍA, de Luis Alberto de Cuenca
CANTO A LA PIEDRA, de Javier Ciordia
VIDA PERFECTA, de Jorge Carrera Andrade


2.Fuimos concebidos en el corazón de Dios

QUIEN LO HIZO POR AMOR TAN ALTO Y LIBRE, de Mauleón
Y YO EN LA CREACIÓN, de Dámaso Alonso
REQUIEM POR UN HOMBRE, de Carlos Murciano


3.Armonía entre el Creador, la humanidad y la tierra

EL ÁRBOL, de Jan Martínez
EPITAFIO, de María Victoria Atencia
LA ELEGIDA, de Pilar Paz Pasamar


4.Labrar y cuidar el jardín del mundo

BALLENAS, de José Emilio Pacheco
DE LOS ÁRBOLES, de Dionisia García
GORRIÓN HERIDO, de Joaquín Benito de Lucas


5.El misterio del Universo

TRÓPICO, de Roberto Cabral
CUANDO MIRAS DESPACIO, de Eloy Sánchez Rosillo
SEÑOR, ¿ME ECHAS EN FALTA?, de Pilar Paz Pasamar
SEÑOR, ENSÉÑAME, de Rafael de Andrés


6.Liberación o destrucción

FÁBULA DE LAS ROSAS PERDIDAS, de Leopoldo de Luis
UN HOMBRE LLORA, de Leopoldo de Luis

7.Dios en lo más íntimo de cada cosa

UN BIEN, de Claudio Rodriguez
LA VISITA DEL MAL, de Antonio Colinas
ADENTRO, de Sánchez Rosillo


8.Singularidad del hombre en la gran familia creatural

YO LE DIJE A DIOS, de Jesús Mauleón
HERMANDAD, de Octavio Paz
AMANECER, de José Luis Hidalgo



9.La arbitrariedad del más fuerte

EL BURRO, de José Julio Cabanillas
MUERTE DE UN PERRO, de Francisco Brines
MONÓLOGO DEL MONO, de José Emilio Pacheco


10.El fin de la marcha del universo: plenitud en Dios

GRACIAS, DIOS MÍO, POR TU INVITACIÓN, de Rafael Alfaro
LA TIERRA ES TUYA, por Concha Zardoya
YO SOY EL CENTRO, de José Luis Hidalgo


11.Ninguna criatura es superflua

EL HUERTO, de Antonio Pereira
LA FLOR NUEVA, de Joaquín Romero
EL MERCADER DE SEMILLAS, de Gerardo Diego


12.Lugares personalísimos a recordar

MADRE MONTE CORONA, de Pilar Paz Pasamar
MAR DE MI INFANCIA, de Ángela Figuera


13 y siguientes.Cada criatura canta el himno de su existencia

PHILOMENA, TU CÁNTICO, de Pilar Paz Pasamar
TODA LA NOCHE ESTUVISTE, de Pilar Paz Pasamar


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