Sobre el uso cultural y social de los templos en Vitoria La DFA regulará por contrato del uso cultural de aquel patrimonio privado que rehabilite

La DFA regulará por contrato del uso cultural de aquel patrimonio privado que rehabilite
La DFA regulará por contrato del uso cultural de aquel patrimonio privado que rehabilite

Esta disputa ha servido para poner sobre la mesa una cuestión y afinar por todas las partes lo que se entiende por un correcto uso para fines no religiosos de estos espacios de la Iglesia

Se ha dicho claramente por el obispado que la Iglesia diocesana es sensible y comparte el papel que estos espacios pueden tener a la hora de recuperar la historia, por haber sido escenarios de hechos reales, como a la hora de ofrecer un marco singular para la música o el arte

Quizá lo acertado sea una comisión mixta de personas entendidas en materia religiosa y artística, con sensibilidad hacia lo religioso y hacia lo cultural, que representen tanto a las instituciones religiosas, como públicas, como culturales

El arte ha estado al servicio de la evangelización y ha de seguir siendo así con las nuevas expresiones artísticas

El año pasado la Diputación Foral de Álava (DFA) y el Obispado de Vitoria incluyeron en sus convenios una cláusula referida al uso del patrimonio en el que la institución foral intervenga para su conservación.  

Ahora son las Juntas Generales de Álava (JJGG) las que instan a la DFA a extender este criterio. 

Las Juntas Generales de Álava instan a la Diputación Foral de Araba a incluir una cláusula en cualquier nuevo convenio que se firme con cualquier entidad que obtenga financiación pública, total o parcial, para la intervención en edificios y/o espacios patrimoniales, por la que se regule la disponibilidad de dichos bienes para usos culturales, para el estudio por personas especialistas e investigadoras y para propiciar la realización de visitas y acceso al público en general en las debidas condiciones de seguridad y conservación.

No obstante la DFA  trabaja en un borrador más detallado sobre la regulación de dichos usos culturales.

En teoría la disputa creada a raíz de la petición de una productora para grabar en varios templos de la ciudad, y en concreto en la Catedral Vieja de Santa María no debería haberse producido, y fue motivada más por una discrepancia entre los responsables diocesanos vinculados a este templo que por una negativa propiamente del obispado. 

En todo caso esta disputa ha servido para poner sobre la mesa una cuestión y afinar por todas las partes lo que se entiende por un correcto uso para fines no religiosos de estos espacios de la Iglesia. 

Non solum sed etiam

Hablando se entiende la gente y ese ha sido el camino adoptado tanto por la DFA como por el obispado. 

Si bien es cierto que para los profanos a veces es difícil entender el significado de un espacio religioso, que trasciende lo puramente artístico y cultural, hablamos de espacios sagrados. También hay que conceder a las instituciones la capacidad de entender esta realidad sagrada y que las propuestas culturales y lúdicas no religiosas que se propongan no vulneren el respeto a estos espacios sagrados. Aunque algunos apelan al modelo francés, dejando en evidencia su desconocimiento del modelo francés, donde los templos son patrimonio del Estado y es el propio Estado el garante de su correcto uso respetando el carácter sagrado de los espacios de culto y lo que en nuestro caso sería más acertado llevar a cabo, cuando es la Iglesia la propietaria de los templos y la responsable de garantizar su correcto uso sin vulnerar el sentimiento religioso y el carácter sagrado de los templos.

De la misma manera ya se ha dicho claramente por el obispado que la Iglesia diocesana es sensible y comparte el papel que estos espacios pueden tener a la hora de recuperar la historia, por haber sido escenarios de hechos reales, como a la hora de ofrecer un marco singular para la música o el arte. 

Por eso creo que más que dejar las decisiones en órganos unipersonales, y me da igual que sean tanto de la Iglesia como de las instituciones públicas, quizá lo acertado sea una comisión mixta de personas entendidas en materia religiosa y artística, con sensibilidad hacia lo religioso y hacia lo cultural, que representen tanto a las instituciones religiosas, como públicas, como culturales. Y que desde unos criterios consensuados se deje en sus manos el nihil obstat para las demandas que se presenten. Porque las decisiones unipersonales pueden quedar al albur de las filias y fobias personales. 

La historia de la Iglesia no se entendería sin las diversas disciplinas artísticas. El arte ha estado al servicio de la evangelización y ha de seguir siendo así con las nuevas expresiones artísticas. Por eso abramos las puertas al rap, al hip hop, al teatro moderno, a las artes plásticas de vanguardia, y claro que sí al séptimo arte, a la poesía y a la música popular, con un único requisito, el respeto a la fe de los creyentes. Porque una obra que hable del ser humano habla de la criatura más querida por Dios, porque una obra que trate sobre la naturaleza está en sintonía con Laudato Sí, porque una denuncia social hecha arte puede entroncar sin duda con la palabra de Dios.

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