"Rehuyó el púlpito y la cátedra" Antonio Aradillas: "Las palabras de Francisco a Évole estaban pletóricas de humanidad, pedagogía y actualidad"
"Algo similar a como lo hubiera hecho el mismo Jesús de Nazaret en sus idas y venidas por los pueblos de su entrañable Galilea, a orillas de su mar, en las laderas de los montes, en las celebraciones y cenas con familiares y amigos"
"El Papa expresó que tenemos que aprovechar este tiempo para construir y reconstruir la convivencia"
"Es imprescindible, humano y religioso, descubrir cuanto antes, que hay muchos coronavirarios” que no tienen donde apoyarse. Están y viven – es un decir- solos y solas. Algunas de estas, hasta maltratadas. “¡Sálvese el que pueda¡” tiene mucho de blasfemia"
"Es imprescindible, humano y religioso, descubrir cuanto antes, que hay muchos coronavirarios” que no tienen donde apoyarse. Están y viven – es un decir- solos y solas. Algunas de estas, hasta maltratadas. “¡Sálvese el que pueda¡” tiene mucho de blasfemia"
Sin temor a equivocarme, aseguro que las últimas declaraciones del papa Francisco al periodista español Jordi Évole, constituyen toda una lección de Teología Pastoral perfectamente ejemplar y modélica. Su ocasión le fue brindada por “La Sexta” en un collage informativo ideado por su colaborador, en el que participaron además del papa Bergoglio, amas de casa, psicólogos, transportistas, médicos, enfermeros, enfermos, limpiadoras, presos, policías, padres y madres… En definitiva, y más concretamente quienes están hoy comprometidos de alguna manera con los graves problemas que padece la humanidad y que arropa y difunde el término “coronavirus”, universal por más señas.
Las palabras del papa, sintetizadas en su leve y sentida intervención periodística, son evangelio. Doctrina cristiana, es decir, pletóricas de humanidad, pedagogía y actualidad. Son misa. Celebración –con-celebración- eucarística. Tratado sagrado, superior al que firman y reafirman los más preclaros teólogos de cuantas escuelas adoctrinaron a los cristianos por los siglos de los siglos… Son la Palabra. El “Verbo” de redención y de vida. De esperanza comprometida y comprometedora. Veraz, a la vez que escrita y descrita con las mismas sílabas que determinan la acción y el ministerio del Verbo del Padre, encarnado en Jesús…
La intención del papa es y significa bastante más que una exhortación, una homilía, una oración y hasta toda una encíclica, a las que es preciso recurrir como prueba de convencimiento de que ese y no otro, es el Camino dibujado y trazado con las letras mayúsculas de la Verdad y de la Vida o, lo que es lo mismo, de la palabra “ Jesús”…
"A los “santos de la puerta de al lado” -vecinos, familiares y amigos- es preciso encomendarse y tenerles tanta o más devoción, que a quienes canonizara la Iglesia"
Y de entre la rica variedad de doctas y efectivas lecciones que proporciona el hecho del instrumento del que se sirvió el papa para su adoctrinamiento, destaca el dato de que eligió para ello el género, estilo y lugar de una entrevista en televisión. Rehuyó el púlpito, la cátedra –con mitra y báculo-, el tono doctoral y litúrgico, el “Nos” pontifical y supremo y “por la gracia de Dios”, y sus palabras se confundieron y mixtificaron, encarnadas con las de cualquier otra persona de las que intervinieron en el diálogo y reflexión sobre el tema-eje del collage informativo del colega y amigo Jordi Évole.
Algo similar a como lo hubiera hecho el mismo Jesús de Nazaret en sus idas y venidas por los pueblos de su entrañable Galilea, a orillas de su mar, en las laderas de los montes, en las celebraciones y cenas con familiares y amigos, “milagreando· a los más necesitados, curando a los pobres, sermoneándoles a los fariseos, Sumos Sacerdotes y levitas, en charla de comprensión y de amor con las mujeres, al igual que con los niños y hombres, y hasta con el mismísimo rey Herodes y sus aliados y compinches los romanos, sin desechar a los forasteros y forasteras y a quienes no formaron parte -ni jamás pensaron en ello- del reino de Israel, por antonomasia, el pueblo elegido por Dios…
En la síntesis catequística, amorosa y salvadora de las palabras del papa dirigidas al periodista de “La Sexta”, destacan términos e ideas como estas:
“Pese a todo, hay que ser optimistas. El optimismo es salud para sí y para los demás. Cultivar la esperanza, tanto por parte del hombre como de la mujer es deber de religión y conciencia. Yo sigo trabajando normalmente. Muchos quedarán en el camino, pero el camino seguirá y conducirá a la salvación y a la vida. Más importantes que las palabras, para discernir y convivir con los otros, en el ejercicio de la religión y en la liturgia del entendimiento mutuo, sobre todo en el marco del dolor y del sufrimiento son las acciones y los gestos. Tenemos que aprovechar este tiempo para construir y reconstruir la convivencia. La convivencia es celebración y con-celebración de la fe y de sus más elementales principios. De entre ellos emerge el de que los ritos jamás podrán alcanzar la misma prestancia y capacidad salvadora que las inherentes a las bienaventuranzas.
“Es imprescindible, humano y religioso, descubrir cuanto antes, que hay muchos coronavirarios” que no tienen donde apoyarse. Están y viven – es un decir- solos y solas. Algunas de estas, hasta maltratadas. “¡Sálvese el que pueda¡” tiene mucho de blasfemia, además de no ser solución para nadie que se precie de religioso y de humano. El hecho de que para salvarse a sí mismos en las empresas, no sean acogidos sus trabajadores, sino despedidos de ellas, confiesa con claridad que, de cristianas, nada de nada… Hacer sentir que la solidaridad debiera imperar en todo planteamiento económico, equivaldría a pensar y a actuar en cristiano. La cercanía es santo y seña de religiosidad sana y verdadera. Buena ocasión es la del destierro doméstico terapéutico como el actual, para vivir y convivir los esposos entre sí y los hijos y ser escuchados a la vez por estos.
"Buena ocasión es la del destierro doméstico terapéutico como el actual, para vivir y convivir los esposos entre sí y los hijos y ser escuchados"
“Somos muchos los que en la actualidad pecamos de arrogantes y soberbios, sin ocurrírsenos pensar que también para nosotros quedan reservas de coronavirus, algunas de cuyas “coronas” podrían conducirnos al dolor y a la muerte. De una u otra manera, todos somos responsables de la existencia y virulencia de los virus. Por supuesto, que también lo son los políticos, si bien con no pocos de ellos hay que ser comprensivos y hasta ponernos en sus respectivos lugares. A los “santos de la puerta de al lado” -vecinos, familiares y amigos- es preciso encomendarse y tenerles tanta o más devoción, que a quienes canonizara la Iglesia con todos los requisitos canónicos exigidos por las correspondientes curias diocesanas y romana.
“Pelear y asumir el cargo de cuidar a la naturaleza, es velar por ella, por nosotros mismos y por la humanidad presente y futura. Es acto de adoración al Creador, Dios perdona siempre. La naturaleza, no. Tengo esperanzas en la humanidad. Del trance en el que vivimos, vamos a salir mejores, pero siempre y cuando nos acompañe la gracia de Dios y seamos valientes”.