"Resulta ser más valioso que muchas catedrales de cualquier estilo y arquitectura" Antonio Aradillas: "El padrenuestro, Patrimonio de la Humanidad"
"El padrenuestro rezado día a día y hora a hora, y por tantas personas de procedencias diversas, es una de las más valiosas riquezas con que cuenta la humanidad"
Con capacidad de discernimiento, libertad, respeto, ilustración, estudios y acierto, la UNESCO premia y distingue nada menos que con el soberano título de “Patrimonio de la Humanidad”, a monumentos, lugares, hechos e ideas de singular relieve y significación en la historia. Aún enraizados unos y otras en determinadas y concretas circunscripciones de cualquier tipo y condición local o nacional, su carácter transciende toda clase de límites y fronteras y su proyección de universaliza en beneficio y para gloria de todos.
Es mérito del organismo encargado de esta selección la fama que en la actualidad lo define, de que raramente sus decisiones son equivocadas, por lo que solo aspirar al premio, así como su ulterior concesión, enriquece de manera espectacular a los favorecidos. El temor a que, por cualquier circunstancia les sea retirado, insta a muchas personas e instituciones a cuidar su mantenimiento, aún a costa de sacrificios y atenciones, que no hubieran sido previstas.
Ser y conservarse como “Patrimonio de la Humanidad” es algo muy serio y definitivo, con exuberantes y seguras posibilidades de ser portadores de riquezas, de admiración, de atractivos turísticos y de reconocimientos de realidades tanto pasadas como presentes. El listado de “Patrimonios de la Humanidad” que registran pueblos y naciones, es exponente válido, real y en activo de lo que ellos y ellas fueron y pretenden seguir siendo…
El estudio de todos y cada uno de estos “Patrimonios”, los esfuerzos efectuados para conseguirlos, las inversiones, gastos y tiempos consagrados a esta tarea universal y universalizadota, demanda toda clase de aplausos. Además, son claros exponentes de la talla artística, histórica y moral que caracteriza a sus patrocinadores.
Pendientes, y a la espera de declaración tan abrumadoramente deseada, son muchos objetos, lugares e ideas existentes “por esos mundos de Dios”. De entre ellas se me ocurre destacar en esta ocasión la aspiración de algunos, de que la UNESCO fije su atención nada menos que en el “padrenuestro”, la oración redactada y mandada rezar por el mismo Jesucristo… (En evitación de que religiosamente pudieran aparecer algunas susceptibilidades, ciertamente lógicas, apunto y subrayo la posibilidad de que a las oraciones similares de las que cuentan otras religiones con mayor número de devotos y adeptos, sus deseos fueran igualmente atendidos y coronados con las fórmulas propias de la UNESCO.)
El “padrenuestro” es mucha oración. Su redacción tiene carácter divino. Es universal. En esta oración no hay “yo”, ni “tú”. Todo es “nosotros” En la misma se reconoce la existencia de un “Ser Superior”, dispuesto siempre al perdón, respetuoso con todo y con todos, padre y madre a la vez, confraternizador, cercano, comprometido con un “Reino” de paz y de amor, con referencias, por igual, al cielo que a la tierra, educador en la libertad, creador y re- creador de la ecología, en la que se cita reverencialmente el pan que sacia el hambre de la comida y de la cultura, que insta a los seres humanos a reconocer con humildad y veracidad los pecados y limitaciones propias y ajenas, con permanente recuerdo a la regla de pura y constructiva convivencia humana y divina de que las deudas-ofensas serán perdonadas en conformidad con la proporción a la que perdonemos nosotros…
La humilde y leal petición de ser “librados de todo mal”, dando por supuesta la inclusión del trabajo propio en tan redentora tarea, avala y prestigia el empeño en su consecución. La consciente aspiración a ser “instrumentos de perdón y de misericordia”, en palabras del “rezador” papa Francisco corona el padrenuestro, con culta y civilizada modernidad, ascendiente y descendiente y siempre, pero “en salida.”
En el padrenuestro se nos insta a todos –ricos y pobres, jerarquías y laicos, files e infieles-, por encima de todo, a tomar conciencia de lo que somos y de lo que son los demás, todos hijos y hermanos…
El padrenuestro rezado día a día y hora a hora, y por tantas personas de procedencias diversas, es una de las más valiosas riquezas con que cuenta la humanidad, no pensando solo en su literalidad, rutinas, ceremonias y ritos, sino en el compromiso con los demás, en los que Dios vive y se encarna por serlo y comportarse como Quien es…
Rezado, vivido y practicado así el padrenuestro, personal y corporativamente, contará con todos los requisitos para que cristianos y no cristianos alienten la esperanza de que su declaración como “Patrimonio de la Humanidad” llegue a ser factible un día no lejano...
Un padrenuestro resulta ser más valioso que, por ejemplo, una y muchas catedrales de cualquier estilo y arquitectura, que con celebrada asiduidad fueron así declaradas, con tan anhelado título y reconocimiento universales.
¡Ánimo y manos a la obra ¡. La tarea ministerio puede ser –será- ardua. Pero lo que más importa es tomar conciencia de ello y decidirse a dar los primeros pasos, que no serán tan largos e incómodos como los de los Caminos de Santiago en sus diversas versiones, o los de la Ruta de la Seda. Los “patrocinadores” vienen después y estos, en el caso del padrenuestro, no han de faltar, entre otras cosas, porque no es cuestión de dinero…