"'Papa' y 'emérito' es terminología incorrecta. También lo son su oficio y ministerio" Aradillas: "Benedicto pasará a la historia como 'decapitador' de quienes no pensaron como él"
"La determinación de permanecer, ya “emérito”, en el Vaticano, no fue acertada"
"Los eméritos –además de ser y ejercer de emeritenses,- se han de limitar por definición, a ceder sus derechos y competencias que tuvieran cuando estaban en activo"
Estudiada la historia, pasada y presente, de la Iglesia y, por tanto, del papa, reconozco que la figura del Romano Pontífice, Vicario de Cristo, Vice-Dios de la Humanidad, Rey de Reyes, Máximo y Soberano del Mundo, infalible, canonizado o canonizable por definición, no llegó a satisfacerme como cristiano en multitud de ocasiones. Lo de “emérito”, tal vez por su novedad y por lo inédito, encarnado en el papa Benedicto XVI, ni me satisfizo, y tal y como se desarrollan los últimos acontecimientos, con el convencimiento de que crece el desánimo en proporciones impensables para la grey, “pastoreada” hoy por el papa Francisco.
Invoco, y me fío, de la sabiduría, buen quehacer teológico, bíblico y pastoral de los expertos en estos temas tan sagrados, colaboradores de RD. y otros, y con humildad y respeto me animo a exponer aquí y ahora , algunas de las preguntas que se formulan “el hombre de la calle” y quienes dicen ser, y se profesan, de verdad cristianos.
¿Qué sentido tuvo, o pensó tener, la confesión “dimisionaria” del papa Benedicto XVI, al justificarla, manifestando que respondía a la necesidad urgente que tenía de buscar y encontrar silencio, dedicándose al estudio, a la oración y contemplación a favor de la Iglesia, de la que poseía sobrada, documentada y escalofriante documentación y constancia, de que estaba –está- tan necesitada de profundas reformas?
Algunos pueden creer que su juramento o promesa la cumplió y la cumple con rigor piadoso. Otros -los más- creerán lo contrario, con mención especial para sus penúltimas declaraciones públicas, además en abierta contradicción con el papa hoy en activo, con el riesgo más que probable de que sea y actúe el “emérito” como punto de referencia de añoranzas pretéritas.
El “emérito” Benedicto XVI no es merecedor de manipulaciones –“manejos propios, aunque ellos sean espirituales”- . Es posible que su ubicación personal- residencia habitual en el Vaticano no le facilite el deseado retiro tanto como pudiera hacerlo en un convento en su Alemania natal, alejado de los recuerdos y personajes de la Curia romana que contribuyeran - y todavía siguen contribuyendo- a que la Iglesia no lo sea de verdad, tal y como él mismo pudo comprobar, lo que en definitiva motivó su decisión histórica.
La determinación de permanecer, ya “emérito”, en el Vaticano, no fue acertada. Los eméritos –además de ser y ejercer de emeritenses,- se han de limitar por definición, a ceder sus derechos y competencias que tuvieran cuando estaban en activo, en las guerras contra los bárbaros, sean cántabros o astures, o estén avecindados y al servicio de los organismos oficiales de la Curia romana.
¿Que fue y es un buen teólogo, por lo que sus consejos pudieran seguir siendo de provecho para la Iglesia?. Benedicto XVI pasará a la historia no solamente como teólogo, sino también como “decapitador” –perdonen el barbarismo literario- de quienes no pensaron como él, pese al concilio Vaticano II, a las demandas del pueblo y a la experiencias vividas por él mismo, con su sello y firma, dentro de los infranqueables muros del palacio del Santo Oficio (¡¡), del que fue regidor, antes de ser papa, y siéndolo…
A quienes no hayan padecido de alguna manera en sus propias carnes, espiritualidad religiosa, y aún en sus bolsillos para llenar la cesta de la compra, hay que informarles acerca de las consecuencias canónicas y pastorales de las decisiones “ratzingerianas” y de sus adláteres, en unos tiempos post-inquisitoriales, con medidas que apenas si admitían parangón con las civiles y las penales.
Con todas las garantías profesionales, me limito a transcribir el siguiente párrafo informativo:
“Ante la magnitud del problema de la pederastia clerical, el jefe del Gobierno Irlandés, Enda Kenny, acaba de calificar de “vergonzosa” la actuación del Vaticano y auguró una nueva y distinta relación de su país con la autoridad católica. Sin nombrarlo, apunta a Ratzinger, obligado conocedor de delitos clericales. Él era cabeza del Santo Oficio, el órgano competente en la materia. “Es absolutamente vergonzoso que el Vaticano se posicione de la manera que lo hizo sobre algo tan delicado y personal. Algo que deja marcado de por vida a la persona afectada. La ley de este país no se va a detener ante una sotana o un alzacuellos”. Y tilda a la autoridad católica de totalitaria, regresiva y narcisista”.
“Papa” y “emérito” es terminología incorrecta. También lo son su acción, profesión y oficio y su ministerio. Y así, y hasta que Dios quiera, sin descartar la posibilidad de la apertura del ritualizado proceso de beatificación, y canonización, en su día… Y así se escribe la historia…