"En la celebración habitual puedes ver una sonrisa o una expresión de dolor más fácilmente" Juan C. Pinto, capellán castrense: "Ver a la gente separada en los bancos, los rostros con la mascarilla causa una sensación extraña"
"Es verdad que este tiempo transcurrido no ha sido estéril, pues a través de las redes, de las llamadas telefónicas y de mi presencia puntual en las unidades he mantenido el contacto con gran parte de ellos, pero faltaba la cercanía personal"
"Junto al deseo del reencuentro también surge en mi corazón un gran sentimiento de gratitud hacia mis compañeros militares"
"Una normalidad diferente y un duelo diferente, ahí estamos los Capellanes Castrenses para alentar, animar y consolar a este pueblo de Dios encomendado"
"Una normalidad diferente y un duelo diferente, ahí estamos los Capellanes Castrenses para alentar, animar y consolar a este pueblo de Dios encomendado"
| Juan Carlos Pinto Suárez
Después de muchas semanas de estar confinados en nuestras casas, de mantener cerrados los templos, volvemos, con todas las medidas de seguridad necesaria y sobretodo con una gran dosis de responsabilidad a retomar nuestra vida cotidiana recobrando una cierta normalidad.
Como capellán castrense me vienen a mi mente y a mi corazón una mezcla de sentimientos. Por una parte, las ansias del reencuentro con mi parcela de Pueblo de Dios, los militares de mis unidades y los feligreses de mi parroquia. Es verdad que este tiempo transcurrido no ha sido estéril, pues a través de las redes, de las llamadas telefónicas y de mi presencia puntual en las unidades he mantenido el contacto con gran parte de ellos, pero faltaba la cercanía personal.
Ahora, poco a poco, vamos a reencontrarnos, es un encuentro anómalo, el mantenimiento de la distancia de seguridad obliga a evitar el apretón de manos, el abrazo, vernos con mascarillas, no poder iniciar tantas actividades que requieren de otra situación para poder realizarlas. Salir al altar y ver a la gente separada en los bancos, los rostros tapados con la mascarilla provocan una sensación extraña, ya que no es la celebración habitual en la que puedes ver una sonrisa o una expresión de dolor más fácilmente.
Al salir de la Eucaristía guardando la distancia, y con solo los ojos como expresión de comunicación, puedo escuchar de sus labios de familias que cuentan en primera persona el acontecimiento de la muerte de su ser querido, esposo, padre, madre, abuelo, tío, es un volver a revivirlo todo, pero esta vez acompañados al menos con la distancia de 2 metros. Muchos de ellos expresan que prefieren estos 2 metros que les hacen sentirse cercanos, a lo que han vivido casi solos en el duelo. Una normalidad diferente y un duelo diferente, ahí estamos los Capellanes Castrenses para alentar, animar y consolar a este pueblo de Dios encomendado.
Un pueblo ahora marcado por el dolor y la soledad y que ahora el vacío que habían sufrido se va transformando al ser llenado por el culto en las parroquias, y en las capillas de las unidades militares y con la compañía de los otros miembros de la comunidad, sentimientos que solo pueden ser expresados desde la distancia y desde el corazón, pero que lo llenan todo.
Junto al deseo del reencuentro también surge en mi corazón un gran sentimiento de gratitud hacia mis compañeros militares, los de mis unidades y todos los componentes de las Fuerzas Armadas. Estas semanas han realizado una labor indescriptible, sin esperar ningún reconocimiento público, que bien se lo merecen, sino con la “satisfacción del deber cumplido”. Han estado donde se les ha requerido, han realizado su misión con responsabilidad, han sido en muchas ocasiones bálsamo de quien sufría, y siempre con una gran humanidad y un gran sentido de patriotismo. Y en muchas ocasiones el capellán ha sido y es uno más que aporta, con su callada presencia, un apoyo humano y espiritual a estos hombres que, por cumplir con su deber, en muchas ocasiones han permanecido al pie del cañón lejos de sus familias y seres queridos. Porque para estos hombres y mujeres de la milicia lo importante era y es “salvar vidas” en esta guerra contra un enemigo invisible que se llama Covid-19.