Antonio Aradillas Rebelión en la "santería" oficial
(Antonio Aradillas).- La noticia de la próxima -inminente- apertura del proceso oficial de la canonización de la Beata Madre Teresa de Calcuta, suscita con legitimidad y espíritu cristiano diversidad de reflexiones, de entre las que "colegimos" aquí y ahora, las siguientes, con explícita referencias litúrgicas a "colecta" -"ciertas oraciones de la misa", o "junta de los fieles en los templos" en la primitiva Iglesia.
. Parte del pueblo de Dios se siente frustrado ante la citada noticia, convencido de que aún antes de la muerte de la Madre Teresa ya había sido canonizada por el mismo, invocada como intercesora ante Dios, ejemplo de vida sencilla y humilde y exponente fiel de virtudes infaliblemente evangélicas, vividas en grado heroico.
. Con realismo, sentido eclesial y compromiso con la historia eclesiástica en sus tiempos primeros, el pueblo -pueblo, y no el aparato curial, era el medio del que se servía la Iglesia para, dejando a un lado, y sin insistir en demasía en lo de "elevar al honor de los altares", permitía, recomendaba y regulaba la devoción -culto público- a santos y beatos.
. "Oficializar" la piedad del pueblo, y dictaminar por decretos curiales ejemplos de vida, y seleccionar los intermediarios ante el "trono de Dios", no fue siempre de su agrado, por lo que se escribieron capítulos de disconformidad y rechazo dentro de la Iglesia, con las consiguientes reacciones públicas de declaraciones ensambenitadas de "heréticas".
. Confiando en que, por fin, los anhelos y deseos de la reforma litúrgica expresados por el papa Francisco lleguen pronto a encarnarse en decisiones y decretos, son muchos en la Iglesia los vocacionados a aceptarla y más concretamente en la relación con "las causas de los santos". La idea, el sentido, el proyecto, el misterio y la encarnación de la Iglesia en el marco del santo evangelio exige en profundidad una revisión del Santoral- Año Cristiano, y de los procedimientos canónicos hoy vigentes para su continuidad, fiabilidad y mantenimiento.
. En consonancia con criterios piadosamente cristianos, con inclusión de otros exigentemente teológicos y con datos históricos procedentes de las fuentes más acreditadas, ni se miente ni exagera al asegurar que también la política eclesiástica, con acompañamiento de otros factores, irrumpió, e irrumpe, en frecuentes ocasiones en el tabernáculo del Santoral oficial de la Iglesia, con inserción en el mismo, de nombres e ideales de santos, o "santos ideales", que difícilmente son repuestas de pobreza, humildad, tolerancia, respeto, libertad y salvación para propios y extraños.
. ¿No llegarían a ajarse alguno o algunos, testimonios de vida, inherentes a la historiografía de la Madre Teresa, si apareciera por algún misterioso resquicio que ella también estaba en desacuerdo y disentía de tales ceremonias, ritos, manifestaciones, gastos y magnificencias, con ocasión de las "fastuosas" fiestas que ya se preparan para su canonización?¿No hubiera preferido ella que tantos gastos tuvieran otro destino, y que el ideal del evangelio entonces proclamado fuera distinto y, por tanto, más natural y humano, a la vez?.
. Desde esta perspectiva parece lo más normal tener que reseñar la existencia de alguno -o algunos- "gestos de rebelión en la santería" ya canonizada, o en vías de serlo, y por tanto, entre sus devotos y devotas. Hay santos/as de ayer y de hoy, cuyos modelos de vida fueron y son incomprensibles, con rechazo frontal para sus potenciales devotos/as, por ancha, larga y profunda que sea la capacidad de comprensión - exculpación y de misericordia del "Año- siglo- especialmente dedicado como "Santo" por expresa voluntad del papa Francisco.
. En estas santerías verdaderas están ya a punto de negarse a aceptar más santos "oficiales" promocionados por intereses de movimientos "religiosos", previa la inversión de indulgenciados euros o dólares, con justificantes de inverosímiles, intrincados y largos recorridos por caminos procesales salvadores de dogmas y, para no faltarles nada, con la anuencia científica, hoy tan cuestionada, de firmas de profesionales de la medicina, crédulos certificadores de portentosos milagros.
. De entre el listado que pudiera hacerse presente, y sin malintencionada exageración por nuestra parte, el grupo de fundadores/as, Cardenales y obispos "del fierro vestidos", en expresión popular del "Poema del Cid", ocupa lugares con sumisas, excéntricas y borrosas respuestas de "ora pro nobis".