"Aparece citado en la Biblia y los esclavos del dinero son sus esclavos" Es futbolista y se apoda 'Mam-móm'
"Fútbol y religión llegaron a matrimoniarse reglamentaria e indisolublemente entre sí, que llegaron a aparentar una misma cosa"
"A los campos se les llama 'catedrales', es ecumenismo, los 'partidos'-celebraciones- suelen coincidir con los domingos, los colores son interpretados como los litúrgicos de Cuaresma, una ofensa al club, como si se tratara de una blasfemia"
"¿Y por qué tan largo introito futbolero en esta reflexión- sugerencia? la aparición y publicación de determinadas cuentas, ocultas"
"¿A consecuencia de qué? Pues por haberse hecho presente un seudo futbolista apodado 'Mam-móm' (diablo con aspiraciones a dios, y dios por sí mismo) del que es posible que dependa hasta la continuidad de la futbolandia"
"¿Y por qué tan largo introito futbolero en esta reflexión- sugerencia? la aparición y publicación de determinadas cuentas, ocultas"
"¿A consecuencia de qué? Pues por haberse hecho presente un seudo futbolista apodado 'Mam-móm' (diablo con aspiraciones a dios, y dios por sí mismo) del que es posible que dependa hasta la continuidad de la futbolandia"
Archiconocido y archi practicado es el hecho de que el fútbol y cuanto de alguna manera se relaciona con “futbolandia” es hoy tanto o más que una religión. La única y verdadera religión, con sus ventajas y desventajas que entrañan las creencias y los comportamientos que se consideran “sagrados”.
Fútbol y religión llegaron a matrimoniarse reglamentaria e indisolublemente entre sí, que llegaron a aparentar una misma cosa. Gestos y signos son compartidos desde el mismo instante en el que los futbolistas -once (es decir doce más uno, que es el árbitro)- del apostolado cristiano- besan el suelo del campo y se sigan y persignan, sin rubor alguno y con hidalguía.
A los campos se les llama “catedrales” y algunos hasta con el apellido de santos, como en el caso devoto de San Mamés. Los gastos invertidos en la inscripción como socios y las `peregrinaciones – desplazamientos aun a países lejanos acolitando a sus respectivos equipos, superan las “limosnas” y cuotas asignadas al mantenimiento del culto y del clero de las parroquias en las que se bautizaron. Con plena y explícita convicción se asevera que, por ejemplo, el de Barcelona “es mucho más que un club”, al concepto de religión no se le roba ni una sola sílaba de su dimensión universal y ecuménica.
El futbol es ecumenismo, con aceptación del reglamento y de las normas establecidas por los organismos nacionales e internacionales y sin apenas excepciones, nada más que las muy nucleares, como en el caso pingüe e inexplicable de habérsele exigido al Real Madrid laminar de la corona real de su escudo, la cruz, signo de la religión cristiana.
Las “celebraciones” más solemnes como son los “partidos”, suelen coincidir con los domingos –“días del Señor”- o sábados por la tarde, consagrados por la liturgia. En católico, hay clubes y equipos que disponen de capillas y de capellanes nombrados estos por sus señores obispos, también a veces, presentes cuando se alcanzaron triunfos deportivos de renombre nacional a internacional y sus trofeos se les ofrecieron a la Virgen con la advocación de Monserrat y de La Almudena, después de haberse efectuado ofrenda similar a la diosa Cibeles o al dios Neptuno.
Los colores de los equipos con tanto o más respetados e interpretados como los litúrgicos de Cuaresma. A la colección de fotos de los futbolistas componentes habituales igual de los equipos, al igual que de sus substitutos, se les conserva, actualiza y venera con fervor idéntico al de las estampas del santoral o del calendario.
Una ofensa “al club de nuestros amores” llegaría a tener tanta importancia y relieve personal y colectivo como si se tratara de una blasfemia. Una loa o reconocimiento de sus méritos estarán tan indulgenciados como la más fervorosa de las jaculatorias. Es de destacar que algunos clubes cuentan y cuidan con esmero, pedagogía, y ejercicios deportivos, escuelas y centros especializados, a modo de seminarios, en los que formar convenientemente a los divos futuros o futuribles.
¿Y por qué tan largo introito futbolero en esta reflexión- sugerencia?
Pues sencilla y llanamente, y “como quien no quiere la cosa y es lo normal”, porque el futbol-religión, y la religión futbolera, se hace noticia universal, a propósito de la aparición y publicación de determinadas cuentas, ocultas hasta el presente, en las que, con la documentación requerida, se ponen en entredicho nada menos que la radical fiabilidad que definiría al futbol como religión, ocio y expresión de convivencia entre los humanos. Nada menos que la justicia y la veracidad que sustentan cualquier actividad, ilusión, y entretenimiento personal, familiar y cívico-religioso, acaban de ser enfangados de modo y manera denigrante y afrentosa.
¿A consecuencia de qué? Pues por haberse hecho presente un seudo futbolista apodado “Mam-móm” del que es posible que dependa hasta la continuidad de la futbolandia, solo con que impere y llegue a imponerse la dignidad bajo alguna de las expresiones, formas y maneras, y con el estricto convencimiento de que la “prescripción” jamás debiera beneficiar a quienes delinquieron con perjuicios tan graves para los niños, adolescentes y jóvenes, a quienes les fueron presentados pedagógicamente como modelos y ejemplos..
“Mam-móm“ (diablo con aspiraciones a dios, y dios por sí mismo), ya aparece citado en la Biblia(Mat, 6,24) con la denominación y significado de “ dueño y señor del poder demoníaco que somete a los hombres codiciosos”. Los esclavos del dinero, inicuos, falsos y engañosos, dóciles, manejables, obedientes, sumisos y materialistas” se arrodillaron de por vida reverencialmente ante “Mam-móm”.
Cuanto acaba de hacerse público últimamente en los entornos del Barcelona –“que es mucho más que un club”- es bochornoso, anti cívico, antirreligioso y anti todo. Si algún signo de devoción futbolera quedara en el camarín de “La Moreneta” habría que despojárselo por blasfemo.
Un respeto para todo lo santo, comenzando por el pueblo-pueblo,-socios o no- de Cataluña, de España y del extranjero, tal y como así lo confiesan la multitud de seguidores que le consagran su tiempo, su ilusión y dinero.
¿Pero es posible la compraventa de la justicia, también la arbitral, en una sociedad medianamente culta y civilizada?
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