"¿Cuál es el 'secreto' del éxito del Papa Francisco como comunicador?" Un testigo creíble para nuestro tiempo
"Es necesario partir de la visión que Francisco tiene de la comunicación: un don de Dios que hay que aprovechar para unir a las personas y a los pueblos"
"Esta capacidad innata de tocar las heridas del mundo, de abrazar a los que sufren es, en mi opinión, lo que más distingue su pontificado en la comunicación"
"Para el Papa, en cambio, la mayor fuerza de la comunicación es precisamente la que encarna el buen samaritano, es decir, la cercanía, el estar cerca y ser solidarios con los que sufren, los descartados, las 'periferias existenciales'"
"Esta capacidad innata de tocar las heridas del mundo, de abrazar a los que sufren es, en mi opinión, lo que más distingue su pontificado en la comunicación. Una comunicación, pues, alimentada por el testimonio y que, por tanto, no necesita muchas palabras"
"Para el Papa, en cambio, la mayor fuerza de la comunicación es precisamente la que encarna el buen samaritano, es decir, la cercanía, el estar cerca y ser solidarios con los que sufren, los descartados, las 'periferias existenciales'"
"Esta capacidad innata de tocar las heridas del mundo, de abrazar a los que sufren es, en mi opinión, lo que más distingue su pontificado en la comunicación. Una comunicación, pues, alimentada por el testimonio y que, por tanto, no necesita muchas palabras"
| Alessandro Gisotti*
¿Cuál es el "secreto" del éxito del Papa Francisco como comunicador? Es una pregunta que me he hecho a menudo en los diez años transcurridos desde la elección de Jorge Mario Bergoglio a la Cátedra de Pedro. Es una pregunta que me he hecho, rememorando en mi mente los gestos y las palabras que han animado el Magisterio del Papa, venido "casi del fin del mundo", en esta década. Creo que, para responder a esta pregunta, es necesario partir de la visión que Francisco tiene de la comunicación: un don de Dios que hay que aprovechar para unir a las personas y a los pueblos.
Me impresionó mucho que, en su primer Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales, estableciera una conexión entre la parábola del buen samaritano y las virtudes que debe tener un buen comunicador. Los periodistas, como es bien sabido, tenemos cierta estima por nuestra categoría, pero vernos en la piel de una figura tan extraordinaria como la del samaritano que rescató al hombre asaltado y abandonado herido en el camino de Jericó es algo que probablemente no nos habríamos atrevido a imaginar.
Para el Papa, en cambio, la mayor fuerza de la comunicación es precisamente la que encarna el buen samaritano, es decir, la cercanía, el estar cerca y ser solidarios con los que sufren, los descartados, las "periferias existenciales" que -como escribió en otro Mensaje dirigido a los trabajadores de la información- hay que visitar "gastando la suela de los zapatos". Al fin y al cabo, esto es precisamente lo que el Papa Francisco nos ha testimoniado a lo largo de los años, haciéndose cercano a todos para comunicar la alegría que nace del encuentro con Jesús y de reconocerse amados por un Dios misericordioso que siempre nos espera como el padre del hijo pródigo.
Esta capacidad innata de tocar las heridas del mundo, de abrazar a los que sufren es, en mi opinión, lo que más distingue su pontificado en la comunicación. Una comunicación, pues, alimentada por el testimonio y que, por tanto, no necesita muchas palabras. Es más, que a veces es fuerte precisamente porque carece de palabras. El Papa Francisco -pienso, por ejemplo, en su visita a Auschwitz- también comunica mucho con el silencio. Y esta es una gran lección en una época en la que parece que no se comunica bien si no se tiene la última palabra, el último tuit o el último comentario en Facebook.
Pero, ¿qué efectos genera esta comunicación de proximidad? Durante el tiempo que tuve el privilegio de estar cerca de él, como director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, pude observar en muchas ocasiones la alegría en los rostros de las personas que se encontraban con el Papa, aunque fuera por unos instantes. La alegría de quien se siente verdaderamente escuchado, de quien encuentra en el otro un "corazón que ve y escucha". El corazón de un pastor que se deja tocar sin miedo por el dolor, las angustias y las preguntas, a veces dramáticas, de las mujeres y de los hombres de nuestro tiempo.
El Papa Francisco es, por tanto, un gran comunicador ante todo porque es un testigo auténtico y creíble del Evangelio. Un testigo de nuestro tiempo. Esta es su fuerza, que no ha disminuido a lo largo de los años. Lo pudimos comprobar en su último viaje al continente africano. Estar en silla de ruedas no ha mermado su capacidad de comunicación. Al contrario, en una tierra desfigurada por tantas crisis, la condición del Papa le ha hecho aún más cercano a quienes experimentan la fragilidad y el sufrimiento. La gente -incluso la no creyente- siente, percibe que no hay diafragma entre lo que proclama y lo que cree y en El que cree, porque es su relación con el Señor la que le da fuerza y le sostiene para comunicar la noticia más relevante de la historia de la humanidad: el anuncio de que Cristo ha resucitado y da la vida eterna.
*Vice-Director editorial de los medios de comunicación del Vaticano y ex director "ad interim" de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
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