Populismo de mercado: del "todos hermanos" al “todos competidores” Terraplanismos populistas de mercado y Doctrina Social de la Iglesia (II Juzgar)
“No escuchemos a los profetas de desventura; no nos dejemos seducir por los cantos de sirena del populismo, que instrumentaliza las necesidades del pueblo proponiendo soluciones demasiado fáciles y apresuradas. No sigamos a los falsos “mesías” que, en nombre de la ganancia, proclaman recetas útiles solo para aumentar la riqueza de unos pocos, condenando a los pobres a la marginación” Jornada Mundial de los Pobres -13 nov 2022- Papa Francisco
Estos talibanes del negacionismo son el asalto al poder de una derecha radicalizada que, en definitiva, es lo más sistema que el que se podría imaginar...su “rebeldía” es despojar al sistema de todo reparo: Estado, verdades científicas, justicia social, la ecología, organizaciones intermedias, los políticos, las iglesias que los cuestionen, etc.
«la política no debe someterse a la economía y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia». Aunque haya que rechazar el mal uso del poder, la corrupción, la falta de respeto a las leyes y la ineficiencia, «no se puede justificar una economía sin política, que sería incapaz de propiciar otra lógica que rija los diversos aspectos de la crisis actual». (Laudato Si 177)
Bien común, subsidiariedad, solidaridad, el cuidado de la naturaleza y los otros principios de la Doctrina Social de la Iglesia acuñados a lo largo de siglos, son para estos fundamentalismos, “mero comunismo”, al igual que la “justicia social” a la que consideran una “aberración” (Milei).
hablar de “cultura del encuentro” significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujeto de esta cultura es el pueblo (FT 216 )
«la política no debe someterse a la economía y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia». Aunque haya que rechazar el mal uso del poder, la corrupción, la falta de respeto a las leyes y la ineficiencia, «no se puede justificar una economía sin política, que sería incapaz de propiciar otra lógica que rija los diversos aspectos de la crisis actual». (Laudato Si 177)
Bien común, subsidiariedad, solidaridad, el cuidado de la naturaleza y los otros principios de la Doctrina Social de la Iglesia acuñados a lo largo de siglos, son para estos fundamentalismos, “mero comunismo”, al igual que la “justicia social” a la que consideran una “aberración” (Milei).
hablar de “cultura del encuentro” significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujeto de esta cultura es el pueblo (FT 216 )
hablar de “cultura del encuentro” significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujeto de esta cultura es el pueblo (FT 216 )
Casta, Establishment y Pueblo
El enemigo principal elegido por los terraplanistas populistas son los políticos, de los cuales quieren liberar al mundo…poniéndose en su lugar. Pero existe una trampa poco percibida: sus esfuerzos por combatir “la casta” de los políticos, son directamente proporcionales a fortalecer su sintonía con “el establishment”, el poder omnímodo de los mercados financieros internacionales. Es decir, que serían “más papistas que el Papa”, dado que el establishment económico ya define el actual orden mundial desde hace rato.
Para muchos neoliberales es un "apoyo incómodo, excesivo". El neoliberalismo se siente más cómodo con la tranquilidad burguesa, no tanto con la exaltación emocional mesiánica. Que la rebeldía se vuelva "tan de derecha" significa una sola cosa: nazismo. Que la representación política, el diálogo pluralista y la participación de las minorías sean menoscabadas en pos de una visión tan autoritaria, es dinamitar la organización democrática y volver a la Alemania de 1933 (vb."Síndrome 1933", Sigmund Ginzberg , libro al cual Francisco ha hecho alusión numerosas veces). Podríamos entonces decir que este terraplanismo populista es una especie de "huevo de la serpiente", como lo describe Ingmar Bergman en su película.
“Casta” es el término con el que identifican al enemigo “maléfico”. Todos los falsos mesianismos son maniqueos y precisan un chivo expiatorio que tiene la “culpa” de todo. En este caso, serían los funcionarios de origen electivo, los políticos que ocupan lugares de poder en el Estado y que “obviamente” los usan para su propio privilegio en todos los casos. Son un grupo cerrado, que se reproduce y que está por encima de la sociedad… ¿Quién no odiaría un grupo así?
¡Abajo la casta! ¡Viva el establishment!
La confusión inducida es que ese descontento que los negacionistas y conspiracionistas tienen con un sistema que no les ha brindado la felicidad esperada, no es achacada a los autores del sistema neoliberal imperante…sino a que existen políticos que todavía no ayudan a que el mismo sea completo, destruya por completo al estado, entronice al mercado en todos los rincones donde aún no ha sido instalado y condene a la hoguera a todo el que se oponga, sean científicos, ecologistas o el Papa.
Por eso, “la casta” sólo serían una parte de los políticos, aquellos que no son muy pro-mercado. Ellos serían el palo en la rueda económico financiera del establishment, el único que, para los fundamentalistas del mercado, genera “progreso”. Mediante la “mano invisible” y “la teoría del goteo” produce riqueza… que tarde o temprano “llegará los pobres” (aunque en los hechos, sólo se transforma en lujo y se acumula en paraísos fiscales). Esto el papa Francisco lo denuncia numerosas veces en documentos oficiales, no solo en “charlas casuales” de avión con periodistas:
“El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente. El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo” —sin nombrarlo— como único camino para resolver los problemas sociales. No se advierte que el supuesto derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social (Laudato Si 167)
El establishment posee todos los recursos económicos y mediáticos para instalar su propuesta como la más “natural” en la sociedad…la del gen egoísta. Adam Smith, fundador del capitalismo, decía que la sumatoria de egoísmos individuales trae riqueza automática a una sociedad. Si empezamos así, no nos extrañemos el mundo que tenemos.
“Me permito volver a insistir que «la política no debe someterse a la economía y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia». Aunque haya que rechazar el mal uso del poder, la corrupción, la falta de respeto a las leyes y la ineficiencia, «no se puede justificar una economía sin política, que sería incapaz de propiciar otra lógica que rija los diversos aspectos de la crisis actual». (Laudato Si 177)
Los políticos pueden ser inútiles y/o corruptos, como lo demuestra el cansancio de la gente. Esto debe cambiar. Pero esta pandemia de auto referencialidad y corrupción tampoco se cura bebiendo lejía…. La verdadera casta que se perpetúa en el poder, permanece en las sombras vendiendo humo y comprando voluntades. De allí deriva su impunidad y su permanencia al mando de los principales hilos de la política. Nos guste o no, como decía Aristóteles, el hombre es un "animal político";
“Para muchos la política hoy es una mala palabra, y no se puede ignorar que detrás de este hecho están a menudo los errores, la corrupción, la ineficiencia de algunos políticos. A esto se añaden las estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla con alguna ideología. Pero, ¿puede funcionar el mundo sin política?” (Laudato Si 176)
Paradójicamente, los grandes empresarios necesitan un Estado que monopolicen la fuerza para sostener su mercado prebendario en funcionamiento. Pero esta visión consiste en desplazar tan a la derecha el debate político, que las viejas ideas del liberalismo económico ahora parecen “de centro” y razonables frente a estos talibanes conspiracionistas que ven comunistas por todos lados, desde los científicos hasta el Papa.
Es engañoso percibir a estos terraplanistas como “rebeldes” o “antisistema” ya que son el asalto al poder de una derecha radicalizada que, en definitiva, es lo más sistema que se podría imaginar. Quienes, después del paripé, ocuparán los cargos, jamás “traicionarán a su clase”. No harán otra cosa que transferir una fabulosa porción del ingreso de los asalariados a los grandes propietarios. Como propuesta política, es lo más viejo entre lo viejo. Su “rebeldía” es despojar al sistema de todo reparo: Estado, verdades científicas, justicia social, la ecología, organizaciones intermedias, los políticos, las iglesias que los cuestionen, etc.
“El establishment”, es un vocablo que ya tiene sus años, aunque no pierde su fuerza conceptual. Alude al grupo de personas e instituciones ligadas al gran empresariado, a los organismos internacionales y a los Estados Unidos, que ejercen, cada vez más, el verdadero control colonial de las decisiones de los Estado, más que los políticos de turno.
Esto es denunciado desde siempre como un mal por la Doctrina Social de la Iglesia que siempre ha seguido de cerca la evolución del comunismo, el capitalismo y el nazismo, advirtiendo sus peligros. En la Encíclica Quadragesimo Anno, de Pío XI (1931) ya se hablaba sobre el execrable "internacionalismo" o "imperialismo" internacional del dinero.
La política no tiene que estar al servicio de la economía y menos aún de un instrumento de la economía, que son las finanzas de un grupo, sino al revés. Dice el Papa Francisco en Laudato Si:
“El siglo XXI es escenario de un debilitamiento de poder de los Estados nacionales, sobre todo porque la dimensión económico-financiera, de características transnacionales, tiende a predominar sobre la política. En este contexto, se vuelve indispensable la maduración de instituciones internacionales más fuertes” (LS 172)
Otro dato para tener en cuenta es que mientras en cualquier rama del conocimiento, siempre hay distintas corrientes de pensamiento, el campo económico ha sido colonizado por una sola escuela: la escuela monetarista, de Chicago. Von Mies, F.Hayek, M. Friedman, etc. son los apóstoles incuestionados de esta arquitectura neoliberal que comenzó a suplantar en los ´70 al “Estado de Bienestar” y se desató de modo salvaje después de la caída del Muro de Berlín (1989).
Son la “ortodoxia” de la economía del mercado divinizado que no admite ninguna ética por encima. Declarados enemigos del estado, todo tipo de planificación y control. La institucionalidad, la convivencia democrática con minorías representadas y respetadas, son vistas como una debilidad. Friedman tiene cientos de párrafos donde deja en claro que las empresas están para obtener beneficios, no para hacer beneficencia y si la hace es como márketing para obtener más beneficios.
“No escuchemos a los profetas de desventura; no nos dejemos seducir por los cantos de sirena del populismo, que instrumentaliza las necesidades del pueblo proponiendo soluciones demasiado fáciles y apresuradas. No sigamos a los falsos “mesías” que, en nombre de la ganancia, proclaman recetas útiles solo para aumentar la riqueza de unos pocos, condenando a los pobres a la marginación”Jornada Mundial de los Pobres -13 nov de 2022- Papa Francisco
Los actuales terraplanistas del populismo de mercado son un refrito histórico que quieren llevar sus postulados hasta sus últimas consecuencias. Por eso se consideran “anarcocapitalistas”, libres totalmente de todo, para mercadear a gusto todos los ámbitos de la vida humana. Creen que si las cosas andan mal es porque al neoliberalismo le faltan dos vueltas de tuerca más. La extinción absoluta del Estado y la mercantilización total de la sociedad, la cultura, la educación y salud incluidas. Si hay perjudicados, es la condición “natural” del ser humano, que hay que asumir…y perpetuar. El pecado en esta visión es ser samaritano o que las estructuras sociales lo sean, porque la “caridad” resta fuerza al “progreso” … cuyos beneficios exclusivos serán “naturalmente” de los más “avispados” y “emprendedores”. Darwinismo social caiga quien caiga. Si a millones les va mal, es que han tenido “mala suerte” o es su culpa.
Una rémora estatal quedaría en la seguridad, no la social sino la policial, para la custodia del “mayor” derecho, divinizado: el de propiedad … de unos pocos. Bien común, subsidiariedad, solidaridad, el cuidado de la naturaleza y los otros principios de la Doctrina Social de la Iglesia acuñados a lo largo de siglos, son para estos fundamentalismos, “mero comunismo”, al igual que la “justicia social” a la que consideran una “aberración” (Milei). Todo es comercio, incluso la libre venta de órganos o de niños (la patria potestad es reducida a derecho de propiedad).
Pueblo: una cultura del encuentro
En Laudato Si, el Papa Francisco hace memoria de una dimensión humana fundamental que nos rescata de los desvaríos del odio y los falsos mesianismos: “la categoría de pueblo, que incorpora una valoración positiva de los lazos comunitarios y culturales, suele ser rechazada por las visiones liberales individualistas, donde la sociedad es considerada una mera suma de intereses que coexisten. Hablan de respeto a las libertades, pero sin la raíz de una narrativa común” … (163)
El Evangelio nos propone un encuentro con Dios y entre los hombres. El ser humano, la familia, la educación, el trabajo, etc. son más que mercancías. Un pueblo es un ámbito de encuentro, de fraternidad, de historia y cultura común. Recuperar esta dimensión es imprescindible para las sociedades.
“hablar de “cultura del encuentro” significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujeto de esta cultura es el pueblo, no un sector de la sociedad que busca pacificar al resto con recursos profesionales y mediáticos”. (FT 216)
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