4. El Concilio Vaticano II en el momento actual
Estas preguntas orientan el contenido de este cuarto capítulo: se aborda primero la identificación del momento actual desde dos perspectivas: la cultural y la socio-política; luego se describen los aspectos que siguen vigentes hoy del Vaticano II; y, finalmente, se intenta concretar las opciones englobantes que sean capaces de inspirar un “mundo mejor”, que tengan la fuerza de dar un verdadero viraje a la situación actual tanto del mundo como de la Iglesia.
4.1 El contexto del mundo actual
4.1.1 Las características culturales de la “trans-modernidad” – “post-modernidad”
Para unos se trata de la continuidad de la modernidad en sus valores fundamentales de libertad, autonomía... y, por eso, se prefiere hablar de “trans-modernidad”. Para otros se trata de una realidad cultural nueva, diversa y por ello se habla de “post-modernidad”.
Sin entrar en los matices de estas dos expresiones –que pueden tener su valor- nos limitamos a tratar de señalar las características más sobresalientes del actual momento histórico, valiéndonos del análisis que ofrece Theobald en la obra citada, sobre la recepción del Concilio. Se retoman aquí los dos subtítulos que sugiere este punto.
Una mutación cultural sin precedentes
Los nuevos datos que ofrece la situación actual:
* La mundialización de todos los intercambios humanos, iniciada, sobre todo, después del fin del mundo bipolar en 1989;
* El pluralismo radical de las civilizaciones y tradiciones señala el fin del mito moderno de un progreso lineal e indefinido según el modelo occidental;
* La razón utópica cede su lugar a un pragmatismo sin perspectiva a largo plazo;
* Surgen nuevas inquietudes sobre todo en relación con una globalización económica, técnica, mediática y política que anestesia y pierde sus inmunidades, permitiendo que crezca el potencial de deshumanización que llevan en sí.
Por otra parte los grandes vectores de la modernidad europea siguen actuando:
* El individualismo, que se combina con la pluralidad de propuestas de sentido todas impregnadas de relativismo y de probabilismo;
* La realización personal que se convierte en el valor fundamental, con sus riesgos (alimentación, riesgo ecológico, fragilidad de las relaciones, soledad, etc.) y con sus frustraciones en cuanto cada uno se confronta con la tarea de ser él, como por un imperativo social, que se debe asumir completamente solo.
Frente a estas características se pregunta cuáles son las consecuencias para el catolicismo:
* El “tejido católico” de esta cultura profana está a punto de deshacerse (se habla de la ex-culturación del catolicismo francés);
* La desarticulación de la alianza cultural y religiosa de la Iglesia con la cultura global y la disminución de su capacidad de producción simbólica;
* La insistencia sobre la desaparición del sócalo cultural, formado por el catolicismo hasta hace poco tiempo vigente, a despecho de la laicización de sus instituciones;
* La erosión sin precedentes del catolicismo y de su estructura clásica que provoca o el miedo ante la amplitud de las transformaciones o la puesta en marcha de reglamentaciones ‘ad hoc’ que no responden al problema de fondo.
La doble toma de distancia con relación al diagnóstico conciliar
A primera vista la desinstitucionalización de la religión, el individualismo, el relativismo en materia de verdad y el pluralismo, fenómenos evocados para caracterizar la situación actual, de alguna manera estaban insinuados ya en la matriz de la obra conciliar (LG 4, GS 16, DH 3, UR...). Pero el cuerpo conciliar impone un “límite” a este tipo de lectura. Apoyándose sobre los síntomas culturales ya perceptibles en los años 60, se les sitúa con relación a un “absoluto”: la conciencia de la institución eclesial de ser depositaria de la verdad revelada, transmitida por la tradición católica. De ahí resulta que es difícil considerar los síntomas evocados en sí mismos y en una perspectiva de autonomía y de eventual autocorrección.
Mirando más atentamente, la dificultad de leer y comprender, la actual situación cultural de los destinatarios del Evangelio, desde la matriz de la obra conciliar, es doble. Si se parte de la hipótesis de la “ex-culturación” del catolicismo con relación a la sociedad [especialmente en el ambiente europeo], se percibe efectivamente una doble distancia cultural creciente:
1) El eje horizontal del cuerpo eclesial, la articulación institucional de los diferentes roles y funciones del cuerpo eclesial (obispos, presbíteros, religiosos, laicos, etc.) su complejidad se ha vuelto casi ilegible para la gran mayoría de la gente: no solamente en lo que concierne al “programa institucional”, que lo relee en un proyecto apostólico común, sino también en cuanto a las formas de vida que lo sostienen y que piden la plausibilidad de un ética de la “generosidad” o del “don”, basado sobre una motivación o relación a lo invisible, al final de la existencia y a la resurrección.
2) El eje vertical es donde se encuentra la razón fundamental de la falta de plausibilidad o de legibilidad cultural de la forma católica de la fe, tal como fue diseñada en el Vaticano II. El sistema de valores de los europeos que se organizan en torno a la “realización de sí mismo”... está en relación con los límites de la vida que ahora no está abierta a la trascendencia o a la “vida eterna”, en el sentido cristiano del término. El ethos de una buena parte de nuestros contemporáneos está más que todo en convenir una relación entre, lo provisional que invade progresivamente todos los dominios de su existencia y relanza sin cesar a nuevas necesidades y las representaciones del mundo -como por ejemplo la reencarnación- que origina esta provisionalidad a lo indefinido. La vida ya no es vivida como un todo, sino como una serie de episodios, teniendo cada uno valor por sí mismo y orientándolos solo al interés que comporta, a distancia de las grandes estructuras de la sociedad.
La consecuencia de esta distancia cultural es que progresivamente va aumentando un alejamiento del humanismo occidental que se encuentra en la “Gaudium et spes” y viene la gran tentación de abandonar esta constitución del Concilio como algo ya pasado ya que no es la brújula para el momento actual.
Guía para reflexión personal y diálogo en grupo:
Tomamos la crisis actual como referente para introducirnos en este capítulo 4.
Es casi un clamor, la crisis actual no solo es económica, es también financiera, alimentaria, energética, medioambiental, ética y, sobre todo, moral. Esta es la base de una crisis de modelo de vida y cuya única manera de afrontarla es desde un renacer de la conciencia ética, cívica y evangélica (he ahí una buena plataforma para la nueva evangelización)
- Esta crisis no se vive de la misma manera en los países desarrollados como en los que no lo son ¿cuáles son los hechos que se manifiestan en los diferentes Continentes?
- ¿Qué incidencia está teniendo a nivel personal, social, político, cultural… en nuestra realidad?
- ¿Cómo explicar y/o justificar, a la luz de los principios éticos y humanitarios más elementales, los datos de la ONU y de la FAO: de los 6.500 millones de personas que habitan hoy el planeta, casi 4.000 millones viven por debajo de la línea de pobreza, de los cuales 1.300 millones por debajo de la línea de la miseria, y 950 millones sufren desnutrición crónica?
- ¿En qué medida percibo yo la necesidad de un cambio radical del sistema existente…?