Incipt finis terrae

Finales de 2015, esa puede ser la fecha para que todos empecemos a notar de forma significativa lo que significa el fin de una civilización, la nuestra, basada en el productivismo extremo que tiene en los combustibles fósiles su único punto de apoyo. Los datos no dejan lugar a dudas. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), acaba de hacer público su World Energy Outlook (WEO) para 2013 y sus previsiones, siempre tan comedidas, son un grito sordo en el cielo. Digo sordo porque cualquier profano puede ver los gráficos y seguir como si no pasara nada, pero quien sabe de esto, al ver los gráficos, especialmente el que acompaña este post, solo puede asombrarse de que los líderes mundiales no tomen medidas radicales para evitar el colapso civilizatorio que se anticipa 30 años. Antes creían que el colapso llegaría en 2050, pero los datos hechos públicos muestran que los llamados "catastrofistas" no somos sino realistas. 2020 se está convirtiendo en un muro infranqueable para este modelo social y económico.

Es de saber que el petróleo no tiene su principal virtud en la proporción de energía a gran escala y relativamente barata, esa energía podría ser sustituida por otros tipos de energía renovable, a mucho coste, sí, pero podría ser sustituida. Lo que no hay forma de sustituir son las propiedades químicas del petróleo. Se trata del más flexible de los productos químicos que se conocen. Su composición a base de carbono lo convierte en el mejor elemento para obtener aquellos productos que tienen su base en la química del carbono. Lo más importante de todo es la producción de abonos químicos, imprescindibles para sostener a una población que supera los 7.000 millones y que podría llegar a sobrepasar los 9.000. Sin el petróleo sería imposible producir los abonos que permitan generar los alimentos necesarios para tanta población. Si, como anticipa la AIE, en 2020 no habrá 40 millones de barriles diarios, 28 menos que este mismo año, el petróleo crudo, el más indicado para la producción de abonos químicos, tendrá un precio desorbitado que elevará el coste de producción de alimentos hasta hacerlos prohibitivos y empujando, gracias a la injusticia del sistema actual, a más de 2.000 millones de seres humanos al hambre crónica.

Otra de las aplicaciones del petróleo es debida a su versatilidad. Con petróleo, de una manera u otra, se produce más del 50% de todo aquello que permite la subsistencia de la sociedad tecnológica actual. Un petróleo cada vez más escaso y más caro, encarecerá todos sus derivados, los más importantes tras los abonos son las medicinas, pero también los PVC, los detergentes o los productos de la industria de las comunicaciones. Con un petróleo en declive, la sociedad basada en él no puede hacer otra cosa que declinar y lo que nos revela el WEO 2013 es que ese momento está cada vez más cerca. Ya no hay ninguna discusión sobre el declive, lo que está en cuestión es el momento en el que esto se hará irreversible. Por los datos mostrados vemos que la fiebre del fracking ha durado muy poco y que ya son cosncientes que eso no puede sustituir por más de un lustro ciertos usos del crudo. El escenario hacia el que nos abocamos es el final de un modo de vivir, de ser y pensar, de entendernos y eso va a suceder en nuestra misma generación. Ya no nos sirve la idea de que esto afectará a otros. Somos nosotros los que pagaremos las consecuencias.

Según se vayan confirmando en la efectividad del día a día las previsiones, los países, especialmente los más dependientes del petróleo, harán todo lo posible por asegurarse las escasas reservas de este verdadero oro negro. En el próximo lustro veremos aun más guerras, encubiertas o abiertas, por el control de la escasez. El dólar, que se sostiene porque es la moneda de intercambio de petróleo, entrará en su último periodo de esplendor justo antes de hundirse junto con EE.UU, que solo mantiene su economía gracias a las inyecciones de dinero fresco que produce cada día para pagar su deuda, un dinero "falso" que únicamente tiene como contraprestación la necesidad imperiosa que tiene el mundo de obtener dólares para comprar petróleo. En la medida que el petróleo decline, lo hará el dólar y con él el último de los grandes imperios. Pero todo esto no sucederá sin sufrimiento, mucho sufrimiento. La Bestia, antes de morir, intentará acabar con todos los que pueda.

El mundo, gracias a Dios, se acaba. No el mundo como estructura natural, sino la red de relaciones sociales, culturales, económicas y políticas que han configurado una realidad que bien podemos llamar diabólica y que se opone a lo que Jesús inauguró con su vida: el Reino de Dios. Los cristianos, especialmente los católicos, deberemos estar muy atentos para estar del lado del Reino y no dedicar ninguna ayuda a mantener un modelo social, un mundo, construido sobre la injusticia. Se acercan tiempos difíciles, pero los que perseveren se salvarán. El mundo del futuro es de los que conserven la esperanza instalados en el pesimismo profético. El mundo futuro, es de los justos; los mansos heredarán la Tierra.

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