Una minoría feliz

"Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera", Evangelii Gaudium 56.

Seguimos asistiendo, cada vez con más descaro, a la creación de una "minoría feliz", palabras de Francisco, que vive, no ya al margen, sino a costa de la crisis de los demás. El 29 de noviembre, el gobierno, contra su palabra y contra la voluntad del pueblo, volvió a regalar más dinero a la banca, ahora 30.000 millones de nada. Lo ha hecho con nocturnidad y alevosía, no porque lo haya ocultado, sino porque los medios de comunicación generalistas apenas se han hecho eco del asunto. Han conseguido que una ayuda a la banca equivalente a todos los recortes en educación y sanidad pase desapercibida como si de una decisión sin más consecuencias se tratara. Y no es así. En primer lugar porque es dinero de todos que se concede a unos pocos sin ningún tipo de contrapartida, pero que acabará justificando nuevos recortes en el gasto social o en el sector público. En segundo lugar porque ese dinero va a servir para seguir engordando la cuenta de resultados de las clases privilegiadas de este país.


Lo primero es explicar cómo se concede este dinero. La fórmula es un tanto artera. No es que se dé el dinero directamente de las arcas públicas. Lo que se hace es descontar de los impuestos futuros las pérdidas pasadas. La banca, junto con las grandes empresas, y a diferencia de las pequeñas empresas y las personas normales, tiene una ventaja. Si un año gana 100 millones debe pagar 30, pero si un año pierde 100 millones, a diferencia del resto que no paga, recibe un bono del Estado por el que puede descontar 30 millones de futuros beneficios. Ahí está el truco, no es que el Estado les dé hoy 30.000 millones a los bancos, sino que les descontará los impuestos de futuras ganancias. Lo que sí hace hoy el Estado es darle un aval por el valor de ese dinero futuro a descontar para que tenga validez como dinero propio del banco, con lo cual en la cuenta de resultados de los bancos suman 30.000 millones que, en caso de no poder hacerles frente en el futuro habrá que imputar a deuda del Estado.

Con estos y otros muchos trucos, son ya más de medio billón de euros los que todos los españolitos hemos entregado a los bancos, a cambio de recortes, privatizaciones y mucho sufrimiento. Con el esfuerzo y el dinero de todos se está manteniendo a una "minoría feliz" que ni siente ni padece y a la que se le está entregando España en bandeja para que sigan haciendo negocio. Cuando la especulación financiera no da más de sí, llega la ideología de los mercados, encumbrada por los españoles al gobierno, y regala el mismo Estado a esos mercados para que sigan haciendo negocio. Si no es suficiente con poner los recursos públicos en manos privadas, se privatiza la gestión de la sanidad, se aumentan los conciertos de colegios a la par que se disminuye la financiación de los públicos y se avanza hacia un modelo perfecto para el enriquecimiento de la élite social: gestión privada de los recursos públicos. Así no hay riesgo. Si la cosa va bien, ganan todos, si va mal el Estado cubre las pérdidas.

Va siendo hora que esa "minoría feliz" empiece a notar el miedo que tantos españoles viven a diario, el de no saber si mañana podrán tener techo, educación, sanidad o alimento. Va siendo hora de que las masas de sufridores del sistema se organicen para derrocar a esa "minoría feliz" que se ha hecho con el poder y lo utiliza en su beneficio. Va siendo hora de afilar las guadañas.

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