La perversa paradoja electoral de la pobreza

Los datos económicos no dejan lugar a dudas: el empobrecimiento de una gran parte de la población española es directamente proporcional a las posibilidades del actual gobierno de repetir en la próxima legislatura. Dicho de otra manera: cuanta más pobreza hay en España más opciones tiene el actual gobierno de repetir legislatura. Basta con hacer una simple comparación entre la serie salarial de los últimos dos años y la serie de encuestas publicadas sobre orientación del voto en unas hipotéticas elecciones. En la encuesta de Metroscopia publicada por El País, vemos que el partido del gobierno termina de asentar su suelo electoral que venía cayendo en picado desde las elecciones de noviembre de 2011. Entonces el partido del gobierno obtuvo más del 44% de los votos en una elecciones muy concurridas. Se ganó la confianza tanto de los votantes naturales suyos como de otros que confiaron en un programa de supuesta regeneración moral y económica. Sin embargo, las medidas de recortes sociales y destrucción de la protección social y pública minaron su propio electorado, cayendo progresivamente hasta poco más del 30% de intención de voto.
La sangría electoral del partido del gobierno era evidente y se debía, sobre todo, a aquellas personas que veían minadas sus posibilidades de salir de la situación de crisis laboral, sin embargo, las medidas económicas adoptadas han parado la sangría y estabilizan la intención de voto, a la vez que disminuyen las opciones de voto del principal partido opositor lo que deja el espacio abierto para que el gobierno repita. En el sistema electoral español, marcado por el bipartidismo, un partido puede perder votos y gobernar si el otros de los dos mayoritarios no le supera. Se puede dar la paradoja en las próximas elecciones que el partido gobernante actual repita gobierno con un 33% de voto, lo cual no es ni un 25% del total de población. Esto es así porque el otro partido mayoritario apenas obtendría el 22% y dejaría muchos escaños libres.
Cómo ha conseguido esto el partido gobernante. Es sencillo si se conectan dos series de resultados: la intención de voto y los salarios. Desde que llegó el gobierno actual su política está orientada a producir una dualidad salarial separada por un abismo. En el año 2008, último con datos positivos en la economía, la masa salarial en España obtenía algo más del 46% de la riqueza producida, mientras el excedente de explotación, los beneficios empresariales apenas superaban el 42%. Hoy se ha invertido esta relación. La masa salarial está en el 40%, mientras los beneficios empresariales rozan el 50% (la parte del Estado en impuestos se mantiene rondando el 10%). Esto ha dado mucha confianza electoral a las bases empresariales, ensoberbecidas con una reforma laboral que les otorga todo el poder en la relación con los trabajadores. Pero, lo que podrá permitir que el partido gobernante repita está justo del lado de los asalariados, mayoría aplastante entre los votantes. Si tuvieran que fiarlo todo a los empresarios apenas podrían contar con un 5 o 6% del electorado.

La reforma del mercado laboral junto con la política de recortes han conseguido que los salarios en España disminuyan a un ritmo muy elevado. La caída salarial en los dos últimos años llega al 10% de media y a máximos del 25% según sectores. El salario medio en 2013 no superará los 19.000 euros brutos, lo que lleva a los trabajadores a una situación de temor ante el futuro. Pero lo peor es el dato del salario mediano, aquel que divide a los asalariados en dos grupos iguales. Son 12.500 euros netos anuales. Eso significa que la mitad de los asalariados cobra menos de 12.500 euros y la otra mitad más de esa cantidad. Desgranando los datos tenemos que un cuarto de los asalariados percibe menos de 9.000 euros anuales, otro 25% los 15.500. Hay otro 25% que cobra menos de 15.000 euros netos al año y el último cuarto de los asalariados cobra más de 15.000 euros netos al año. Según los datos, existe una parte importante de los asalariados que siguen cobrando como antes de la crisis y de entre esos obtiene el partido gobernante sus votos.

La tesis que sostengo aquí, y que debería ser confirmada por estudios sociológicos precisos, es que entre los asalariados que van perdiendo sueldo, más de la mitad de los mismos, se está produciendo una desafección electoral que los empuja a la abstención, o bien una atomización del voto que acaba beneficiando al que gobierna, que sabe muy bien que de ahí no obtendrá votos, pero que sigue una estrategia clara de destrucción de la base electoral del contrincante. Volviendo al principio: cuanta mayor inseguridad y pobreza en una parte del electorado, más opciones tiene el partido gobernante de volver a ganar unas elecciones. Si la tesis es cierta, en el próximo año deberíamos observar que el suelo electoral del gobierno se asienta en el entorno del 33%, mientras que la oposición se atomiza y el principal partido opositor pierde apoyos.

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