La sociedad del descarte: capitalismo de la expulsión.
Saskia Sassen nos acaba de regalar la mejor obra para comprender el mundo que se está construyendo a marchas forzadas, el mundo de las Expulsiones (Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global, Katz), la economía del descarte según Evangelii Gaudium. Se trata de una obra basal que será utilizada y citada en la próxima década para comprender correctamente las transformaciones que el capitalismo está sufriendo en los últimos ochos años, los mal llamados años de la crisis. Pues, la crisis actual del capitalismo no es sino el paso definitivo de un modelo de capitalismo inclusivo a otro excluyente, que no necesita una parte de la población y la excluye directamente, pero que, además, está también marcado por otras lógicas de expulsión, medioambiéntales, sociales, políticas y económicas. Se trata de una lógica subterránea que traspasa las fronteras conceptuales tradicionales y nos impide ver la realidad que está emergiendo. Sólo seremos conscientes de ello cuando ya esté plenamente desarrollado el modelo de capitalismo de la exclusión mediante la lógica de la limpieza económica, al modo de las limpiezas étnicas en las guerras de los Balcanes.
En lo que llevamos de siglo ya hay varias obras que intentan comprender el proceso de transformación del capitalismo. Naomi Klein lo llama el capitalismo del desastre, pues su lógica es la de la destrucción. Puesto que la tasa de ganancia no puede aumentar por haber llegado a los límites de la producción, sólo la destrucción puede seguir aumentando el beneficio. Se trata de un proceso que se ha constatado tanto en las guerras propiciadas como en los desastres naturales convenientemente aprovechados para el lucro. Otros, desde el ámbito de la economía, nos dicen que hemos entrado en un capitalismo financierizado que reduce la economía global a una especie de casino donde todo se controla de forma centralizada y produce beneficios sin ningún tipo de responsabilidad. Esto entraría dentro de la lógica del neoliberlismo impulsado desde los años ochenta, que ha llevado a una economía virtualizada y deshumanizada, donde sólo importan los beneficios, a costa de lo que sea. Sin embargo, estos análisis adolecen de una visión global que Sassen nos propone acertadamente, pues da unidad a esa multitud de análisis particulares.
Estamos ante una guerra del capitalismo contra el capitalismo, del capitalismo de la exclusión contra el capitalismo de la inclusión de origen keynesiano. Tras 1945 se imponen en todo el mundo unas lógicas de inclusión e incorporación que recorren todos los modelos y sistemas. El capitalismo keynesiano crea las condiciones para que una ingente cantidad de obreros y clases medias se vean incluidas en una sociedad del bienestar que asegura la vida de sus miembros. Esta lógica se ve también en los países del bloque socialista, en los proyectos nacionalistas africanos y en el modelo de nacionalismo indio de corte socialista. En todo el planeta se pueden identificar estas lógicas de la inclusión y la incorporación. Con la llegada del neoliberalismo, en la década de los ochenta, la lógica de la inclusión empieza a mudarse en otra, la lógica de la exclusión, que llevará a la lógica de la expulsión. Se impone de forma sistemática en todo el planeta, por medio de las grandes corporaciones y las instituciones globales que en un principio se crearon para lo contrario, como el FMI y el BM. Esta lógica comienza por la debilitación de los estados y la reducción del bienestar, de modo que una parte de las poblaciones quedan excluidas de los servicios sociales básicos. Continúa con la exclusión del trabajo, generando grandes bolsas de desempleo. Pero, vence definitivamente cuando se producen la financierización de la economía y la complejidad de los procesos financieros.
A partir de los noventa, la economía no se basa en producir manufacturas y en consumir los productos para ampliar los mercados y generar beneficios. La base será convertir todo en productos financieros que puedan generar riqueza para las corporaciones. Esto se debe a la digitalización de los procesos productivos que permite reducir la mano de obra y los costes de transporte. Se llega así a la economía terciarizada que no requiere de gran mano de obra y a la que, por tanto, le sobra un tercio de la población. Es necesario recordar que la fase actual de la crisis capitalista llega porque las medidas de inclusión del capitalismo keynesiano, como las ayudas a hipotecas a personas sin recursos, son introducidas en la lógica financiera y crea el monstruo de las hipotecas subprime, que no es más que convertir un producto malo en una ocasión de negocio mediante la titulización. Esto tenía que quebrar y los que lo hicieron lo sabían perfectamente. Ahí llegó la ocasión para transformar el modelo inclusivo en un sistema brutal de exclusión. Tras ocho años de crisis, una parte importante de la población de EE.UU, Grecia, España, Hungría y algunos países más, ha perdido su vivienda. Tras esto, vinieron las políticas de expulsión masiva de la ciudadanía de los recursos básicos y la destrucción del Estado de Bienestar.
Sin embargo, lo importante es ser conscientes de que esta lógica de la expulsión está presente en más ámbitos, pues se trata de una lógica subterránea que impregna la realidad entera y acabará transformando radicalmente nuestro planeta. Junto a la expulsión del trabajo y la vivienda están la expulsión de la tierra y el agua mediante técnicas que destruyen los recursos, como el fracking, o mediante la compra masiva de tierras en países emprobrecidos que expulsan a los agricultures, o mediante la expulsión de los sistemas de integración social, como la educación o la sanidad, o bien, mediante la expulsión de lo social humano. Esta realidad se vive, de forma oculta aún para las categorías conceptuales actuales, en lugares como América del Norte, Europa, China, India y grandes zonas de África. Es una lógica que se ha impuesto por la necesidad que tiene el capitalismo de generar beneficios a toda costa y que explica de manera unitaria los procesos de transformación capitalista que vivimos desde hace treinta años.
Estamos ante la segunda Gran Transformación polanyiana del capitalismo y nos hace falta comprender las fuerzas destructivas que cortan transversalmente nuestras fronteras conceptuales, dice Sassen, que nos permiten comprender la economía, la política, la nación y las ideologías. Estas fuerzas van más allá de la diferencia capitalismo y comunismo. Se trata de una nueva época, un capitalismo en fase de necrosis que acabará, si no lo remediamos, con la posibilidad de vivir en este planeta. Sassen cree que los espacios de los expulsados son los espacios para hacer una nueva política y una nueva realidad. Probablemente sea así, pero para eso debemos ser conscientes de esta realidad, aún subterránea.
En lo que llevamos de siglo ya hay varias obras que intentan comprender el proceso de transformación del capitalismo. Naomi Klein lo llama el capitalismo del desastre, pues su lógica es la de la destrucción. Puesto que la tasa de ganancia no puede aumentar por haber llegado a los límites de la producción, sólo la destrucción puede seguir aumentando el beneficio. Se trata de un proceso que se ha constatado tanto en las guerras propiciadas como en los desastres naturales convenientemente aprovechados para el lucro. Otros, desde el ámbito de la economía, nos dicen que hemos entrado en un capitalismo financierizado que reduce la economía global a una especie de casino donde todo se controla de forma centralizada y produce beneficios sin ningún tipo de responsabilidad. Esto entraría dentro de la lógica del neoliberlismo impulsado desde los años ochenta, que ha llevado a una economía virtualizada y deshumanizada, donde sólo importan los beneficios, a costa de lo que sea. Sin embargo, estos análisis adolecen de una visión global que Sassen nos propone acertadamente, pues da unidad a esa multitud de análisis particulares.
Estamos ante una guerra del capitalismo contra el capitalismo, del capitalismo de la exclusión contra el capitalismo de la inclusión de origen keynesiano. Tras 1945 se imponen en todo el mundo unas lógicas de inclusión e incorporación que recorren todos los modelos y sistemas. El capitalismo keynesiano crea las condiciones para que una ingente cantidad de obreros y clases medias se vean incluidas en una sociedad del bienestar que asegura la vida de sus miembros. Esta lógica se ve también en los países del bloque socialista, en los proyectos nacionalistas africanos y en el modelo de nacionalismo indio de corte socialista. En todo el planeta se pueden identificar estas lógicas de la inclusión y la incorporación. Con la llegada del neoliberalismo, en la década de los ochenta, la lógica de la inclusión empieza a mudarse en otra, la lógica de la exclusión, que llevará a la lógica de la expulsión. Se impone de forma sistemática en todo el planeta, por medio de las grandes corporaciones y las instituciones globales que en un principio se crearon para lo contrario, como el FMI y el BM. Esta lógica comienza por la debilitación de los estados y la reducción del bienestar, de modo que una parte de las poblaciones quedan excluidas de los servicios sociales básicos. Continúa con la exclusión del trabajo, generando grandes bolsas de desempleo. Pero, vence definitivamente cuando se producen la financierización de la economía y la complejidad de los procesos financieros.
A partir de los noventa, la economía no se basa en producir manufacturas y en consumir los productos para ampliar los mercados y generar beneficios. La base será convertir todo en productos financieros que puedan generar riqueza para las corporaciones. Esto se debe a la digitalización de los procesos productivos que permite reducir la mano de obra y los costes de transporte. Se llega así a la economía terciarizada que no requiere de gran mano de obra y a la que, por tanto, le sobra un tercio de la población. Es necesario recordar que la fase actual de la crisis capitalista llega porque las medidas de inclusión del capitalismo keynesiano, como las ayudas a hipotecas a personas sin recursos, son introducidas en la lógica financiera y crea el monstruo de las hipotecas subprime, que no es más que convertir un producto malo en una ocasión de negocio mediante la titulización. Esto tenía que quebrar y los que lo hicieron lo sabían perfectamente. Ahí llegó la ocasión para transformar el modelo inclusivo en un sistema brutal de exclusión. Tras ocho años de crisis, una parte importante de la población de EE.UU, Grecia, España, Hungría y algunos países más, ha perdido su vivienda. Tras esto, vinieron las políticas de expulsión masiva de la ciudadanía de los recursos básicos y la destrucción del Estado de Bienestar.
Sin embargo, lo importante es ser conscientes de que esta lógica de la expulsión está presente en más ámbitos, pues se trata de una lógica subterránea que impregna la realidad entera y acabará transformando radicalmente nuestro planeta. Junto a la expulsión del trabajo y la vivienda están la expulsión de la tierra y el agua mediante técnicas que destruyen los recursos, como el fracking, o mediante la compra masiva de tierras en países emprobrecidos que expulsan a los agricultures, o mediante la expulsión de los sistemas de integración social, como la educación o la sanidad, o bien, mediante la expulsión de lo social humano. Esta realidad se vive, de forma oculta aún para las categorías conceptuales actuales, en lugares como América del Norte, Europa, China, India y grandes zonas de África. Es una lógica que se ha impuesto por la necesidad que tiene el capitalismo de generar beneficios a toda costa y que explica de manera unitaria los procesos de transformación capitalista que vivimos desde hace treinta años.
Estamos ante la segunda Gran Transformación polanyiana del capitalismo y nos hace falta comprender las fuerzas destructivas que cortan transversalmente nuestras fronteras conceptuales, dice Sassen, que nos permiten comprender la economía, la política, la nación y las ideologías. Estas fuerzas van más allá de la diferencia capitalismo y comunismo. Se trata de una nueva época, un capitalismo en fase de necrosis que acabará, si no lo remediamos, con la posibilidad de vivir en este planeta. Sassen cree que los espacios de los expulsados son los espacios para hacer una nueva política y una nueva realidad. Probablemente sea así, pero para eso debemos ser conscientes de esta realidad, aún subterránea.