La capital del mundo católico aúna la dimensión religiosa, histórica, cultural y política Miradas sobre el Vaticano
En ninguno de los museos del mundo puede verse una riada humana tan descomunal como en los del Vaticano. La razón es fácil de intuir: el público acude no solo por motivos culturales, también en busca de maravillas artísticas que son la expresión de una fe
Expertos como Vicenç Lozano, Juan Vicente Boo, Rafael Navarro-Valls y Alessandro Barbero, entre otros, se han aproximado a la complejidad del epicentro católico a través de perspectivas diversas en formato libro
En la obra de Vicenç Lozano no encontraremos historias como las de El código Da Vinci, pero los complots imaginarios de los novelistas no serían nada en comparación con las tramas reales que relata el periodista catalán
Juan Vicente Boo se centra, con una mirada creyente, en los aspectos positivos. Eso no quiere decir que ignore las facetas discutibles, como la poca claridad en la gestión económica, pero piensa que la mayoría de la gente que hay en el Vaticano es buena
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En la obra de Vicenç Lozano no encontraremos historias como las de El código Da Vinci, pero los complots imaginarios de los novelistas no serían nada en comparación con las tramas reales que relata el periodista catalán
Juan Vicente Boo se centra, con una mirada creyente, en los aspectos positivos. Eso no quiere decir que ignore las facetas discutibles, como la poca claridad en la gestión económica, pero piensa que la mayoría de la gente que hay en el Vaticano es buena
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| Francisco Martínez Hoyos
El Louvre, el Prado, la National Gallery… Cada año, estos y otros grandes museos del mundo están llenos de multitudes. Pero en ninguno puede verse una riada humana tan descomunal como en los del Vaticano. La razón es fácil de intuir: el público acude no solo por motivos culturales, también en busca de maravillas artísticas que son la expresión de una fe. Y es que la capital del mundo católico es muchas cosas al mismo tiempo, al aunar la dimensión religiosa, la histórica y, cómo no también la política. Precisamente por esta complejidad, los especialistas pueden acercarse a su realidad desde multitud de ópticas diferentes. Así, el periodista catalán Vicens Lozano, con una dilatada trayectoria informando sobre Italia y la Santa Sede como enviado especial de TV3, privilegia lo terrenal sobre lo espiritual en Intrigas y poder en el Vaticano (Roca, 2021).
La de Lozano es una aproximación con ojos laicos, aunque respetuosa hacia los creyentes. Muestra una institución que no siempre comulga con los elevados valores que afirma defender, un ambiente poco limpio, en ocasiones con vínculos inconfesables con el mundo del crimen, tal como sucedió con el escándalo del Banco Vaticano. El autor repasa temas tan explosivos como el supuesto asesinato de Juan Pablo I, o los turbios manejos de Monseñor Marcinkus, el denominado “banquero de Dios”.
Como a menudo hay que salirse del guión oficial e incluso hablar de delitos, el periodista utiliza fuentes que prefieren mantenerse en el anonimato. Una parte importante de su trabajo consiste precisamente justo en cultivar todo tipo de las relaciones, a través, por ejemplo, de una cena o de un regalo oportuno. Esta es la forma de tener, cuando las necesitas, a personas dispuestas a contarte entresijos que permanecen ocultos a la mirada del público. La dificultad estriba en saber interpretar sus palabras para penetrar en un sistema opaco donde “lo que no es sagrado es secreto”. Lozano, respecto a sus informantes, garantiza la fiabilidad.
Aquí no encontraremos historias como las de El código Da Vinci, pero los complots imaginarios de los novelistas no serían nada en comparación con las tramas reales. El escándalo Vatileaks, en el que un hombre de confianza de Benedicto XVI robó documentos secretos, testimonia que la realidad supera en ocasiones a la ficción. Nos situamos, por otra parte, ante un escenario que no se ajusta a tópicos mil veces divulgados. ¿Derecha e izquierda en la Iglesia? Los jesuitas, al contrario de lo que muchos creen, no son siempre progresistas. Tampoco la gente del Opus Dei es por fuerza conservadora.
Lozano nos deleita con un libro lleno de agilidad y color, en el que no solo retrata el lado más oscuro de universo eclesiástico. También le seguimos en su apasionante oficio, contemplamos la forma en que trata con unos y con otros, con su destreza para preguntar o callar según sea necesario, y disfrutamos con sus retratos de algunos personajes. Tal vez el más inolvidable sea el de Paloma Gómez Borrero, con la que mantuvo una amistad entrañable pese a las diferencias ideológicas. Surge así ante nuestros ojos una mujer generosa y valiente, una profesional rigurosa y una católica que poco tenía que ver con su imagen de beata: “Creo que ninguna mujer me ha contado los chistes verdes que de vez en cuando me contaba Paloma. Ella si que era una madrileña simpática como ninguna”.
Un libro jugoso y pedagógico
Muy distinto es el enfoque de Juan Vicente Boo en Descifrando el Vaticano (Espasa, 2021). Como índica el título, el corresponsal de ABC aporta una guía para no perderse en el laberíntico organigrama de la ciudad papal. La tarea resulta especialmente hercúlea si tenemos en cuenta que el mismísimo Francisco confiesa no saber cómo funciona el interior del Estado más pequeño de la Tierra. Por suerte, el resultado es especialmente pedagógico, empezando por la distinción entre el Vaticano, un estado, y la Santa Sede, que es la que se ocupa de las tareas religiosas. Continuamos después por los diversos eslabones de la estructura jerárquica y organizativa: cardenales, Secretaría de Estado, Congregación para la Doctrina de la Fe, etc, etc.
Descubrimos, entre tanto, jugosas historias. Si habíamos pensado que el uniforme de la Guardia Suiza, el ejército del Papa, los diseñó Miguel Ángel, no tenemos otra que desengañarnos. Su verdadero creador fue, en 1914, el comandante Jules Repond. Averiguamos también que las causas de canonización requieren de ciertos desembolsos económicos que no todas las diócesis están en ocasión de satisfacer.
Boo se centra, con una mirada creyente, en los aspectos positivos. Eso no quiere decir que ignore las facetas discutibles, como la poca claridad en la gestión económica, pero piensa que la mayoría de la gente que hay en el Vaticano es buena. Lo importante no es, pongamos por caso, la pereza de la burocracia, ni el arribismo de ciertos clérigos, sino alcanzar el “misterioso manantial oculto que ha alimentado la generosidad y la valentía de millones de personas desde dos mil años”. Nos hallamos, pues, ante un planteamiento que parece opuesto al de Lozano pero es, en el fondo, complementario. Los libros de ambos periodistas son igualmente necesarios para formar un conocimiento que integre luces y sombras, la dimensión espiritual y la dimensión mundana.
La Iglesia en el mundo contemporáneo
El Pontífice es, por supuesto, la máxima figura de la constelación vaticana. Es por eso su manera de dirigirse al mundo, siempre en función de un determinado sistema de prioridades que refleja una mentalidad. El historiador Alessandro Barbero, en Las palabras de los Papas (Pasado & Presente, 2018) nos descubre como diversos jefes de la Iglesia, desde la Edad Media hasta el día de hoy, se han expresado en términos que, sacados de su contexto, hubieran causado asombro en cualquier otra época. Gregorio VII, por ejemplo, no dudó en cuestionar la preponderancia de los monarcas con argumentos que harían las delicias de todo republicano: “¿Quién no sabe que los reyes y duques han recibido en su origen el poder de aquellos que, ignorando a Dios, con la soberbia, los robos, la perfidia, los homicidios, en fin con todos los delitos, empujados por el príncipe de este mundo, el diablo, han querido dominar a sus iguales, es decir, a los hombres, con pasión ciega e insoportable presunción?”.
Si en el Medievo tenemos una Iglesia arrogante, convencida de su derecho a ser la máxima instancia de poder, con las revoluciones burguesas del siglo XIX hallamos a una Institución a la defensiva, segura de que la modernidad representa una amenaza formidable para la fe. Todas las novedades parecen negativas: la democracia política, la libertad de conciencia, el socialismo.
Poco a poco, sin embargo, el Vaticano se abre a los problemas de la contemporaneidad, algunos tan acuciantes como la situación de los obreros. Con la encíclica Rerum Novarum, León XIII, en lugar de limitarse a decir lo que no le gusta, planteó una solución para el proletariado. Por primera vez, según Alessandro, la Santa Sede hablaba de una cuestión sobre la que no tenía una verdad absoluta. Aún quedaban algunas décadas, sin embargo, para que el catolicismo recuperara su antigua autoridad moral de la mano de Juan XXIII y Pablo VI, que se pronunciaron sobre temas tan candentes como la paz mundial y el progreso de los pueblos.
Para una semblanza de los últimos sucesores de Pedro, tenemosDe la Casa Blanca a la Santa Sede (Almuzara, 2022), de Rafael Navarro-Valls, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid y hermano de Joaquín Navarro-Valls (1936-2017), el que fuera portavoz del Vaticano con Juan Pablo II. Su conocimiento de los entresijos de Roma contaba, por tanto, con una fuente de excepción que además tuvo un relevante protagonismo diplomático. Joaquín, por ejemplo, intervino en la entrega, junto a Gorbachov, el por entonces mandatario soviético, de una carta personal de Wojtyla. El papa polaco aparece retratado, en términos fuertemente admirativos, como un santo y un héroe en la lucha contra el totalitarismo comunista de la Europa del Este.
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