Málaga dice adiós a la Cruz de Lampedusa en una Eucaristía con gran participación de personas migrantes Catalá: "Hagamos hermanos nuestros a quienes vienen de fuera"
"Dios quiere habitar en nuestros corazones. Acojamos al que viene a estar entre nosotros para salvarnos"
"Celebramos esta Eucaristía teniendo ante nuestros ojos la Cruz de Lampedusa realizada con tablas de barcos naufragados en el Mediterráneo. Su recorrido nos ha pertmitido tomar conciencia de las grandes distancias que recorren en busca de un futuro mejor»"
| Ana Mª Medina, diócesis de Málaga
En la víspera de la Solemnidad de la Epifanía, la Cruz de Lampedusa llegó al final del su viaje por tierras malagueñas y melillenses con una estación de gran significado en la iglesia de Cristo Rey. Esta comunidad está compuesta en parte por extranjeros de habla inglesa, entre ellos, muchos llegados de distintos puntos de África, que acompañaron con sus cantos y bailes la celebración, apoyados por el coro de la parroquia Santa Rosa de Lima.
A las 11.30 horas, la Cruz fue introducida en procesión por miembros de la comunidad y situada delante del altar al comienzo de la Eucaristía, que estuvo presidida por el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, y concelebrada por el arcipreste de Cristo Rey, Ismael García Moreno OMI, los sacerdotes Salvador Jurado y Leopoldo Antolín SSCC y varios sacerdotes de la comunidad de Misioneros de la Consolata, entre ellos Danilo Cantillo, delegado diocesano de Misiones. Junto a ellos, se ha hecho presente el P. Taras Petruniak, sacerdote ortodoxo del Patriarcado de Constantinopla.
En su homilía, D. Jesús ha recordado que «el Hijo de Dios se encarnó, puso su tienda entre nosotros acampó para elevarnos a la categoría de hijos adoptivos de Dios». Ese "tomar la condición de esclavo, asumir la carne humana" fue para conocernos, experimentar nuestro dolor y vivir junto a nosotros. «Dios quiere habitar en nuestros corazones. Acojamos al que viene a estar entre nosotros para salvarnos», ha dicho. Ante la Cruz, el Obispo ha añadido: «Celebramos esta Eucaristía teniendo ante nuestros ojos la Cruz de Lampedusa realizada con tablas de barcos naufragados en el Mediterráneo. Su recorrido nos ha pertmitido tomar conciencia de las grandes distancias que recorren en busca de un futuro mejor». «Hoy clausuramos esta peregrinación en esta comunidad que acoge a tantos extranjeros, de lengua inglesa muchos de ellos. "Vosotros sois testigos del Evangelio. Sed buenos testigos"», les ha dicho D. Jesús en su lengua.
El Obispo ha recordado que «los migrantes dejan su tierra huyendo de la pobreza, de carencias de lo más básico y necesario, de la guerra en muchas ocasiones... Desean pasar a una vida más digna, con posibilidad de trabajo, formación, casa, familia... Muchos, en lugar de eso, encuentran la muerte en el mar o grandes dificultades. Con el ejemplo de Jesús que, puso su tienda entre nosotros, estamos llamados a acoger a nuestros hermanos que desean acampar entre nosotros. Jesús se rebajó hasta la pobreza para hacernos hijos adoptivos. Hagamos nosotros hermanos adoptivos a los que vienen. El buen Padre Dios que ama a todos los hombres nos pregunta: "¿dónde está tu hermano?" No es una pregunta dirigida a otros, sino a mí, a ti, a cada uno», ha dicho.
D. Jesús ha terminado animando a todos a pedir perdón a Dios por la indiferencia ante tantos hermanos a los que hemos abandonado a su suerte, y pidiendo su auxilio por ellos a la virgen de la Victoria, a quien también nosotros debemos acompañar para conseguir un futuro mejor.
La Misa ha concluido con el testimonio de una mujer natural de Nigeria, que ha contado su travesía hasta acceder a nuestro país y la experiencia interior que le conllevó ese tránsito. «Los que venimos solo queremos una cosa de vosotros: vuestro amor», ha dicho.
La Cruz permanece unos días en la parroquia de Santa Rosa de Lima, hasta emprender su camino hacia un nuevo destino.