Jesús no celebró el ritual del séder de Pésaj

Yehiel Poupko y David Sandmel / Christianity Today magazine. 11 de abril.- La pascua tiene atractivo especial para los cristianos. Es la noche donde Israel ofrece el cordero pascual y come las matzá, el pan sin levadura y hierbas amargas en las inmediaciones del monte del Templo donde Jesús de Nazaret y sus discípulos tienen la Última Cena. Esta es, quizá, la más conocida comida de pascua.
Ambas comidas, la Última Cena de Jesús y la cena pascual, son eventos fundacionales. Cada una inaugura una “civilización religiosa” nueva. Para los cristianos no coincidencia que Jesús indique a sus discípulos que la cena pascual es signo del cumplimento y, como la primera, la Última Cena inaugura una nueva comunidad de fe. Para la historia cristiana, la celebración de la Cena del Señor, la Eucaristía, sustituye al séder judío de pésaj; sin embargo, para los judíos, la más importante celebración pascual es la descrita en Éxodo 12 donde Israel celebra su liberación de Egipto-Mizraim para servir y ofrecerse al único Dios.
La primera cena pascual fue de hogar en hogar, familia por familia. La lista de invitados son los miembros de cada familia, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, sabios y humildes, entendidos e iletrados, niños y niñas. En otras palabras quienes estaban en esa primera pascua era la familia judía y al celebrarla hoy, se actualiza ese momento para conectar a todos los judíos a través del tiempo y del espacio, todos los que han celebrado el séder de pésaj por milenios.
El resurgimiento del interés de los cristianos por la pascua judía, especialmente por el ritual del séder, es debido, en parte a un contexto americano. Nuestra cultura política y social, donde la gente es libre para practicar su fe y donde puede explorar otras creencias sin restricción alguna, hace posible que judíos y cristianos satisfagan la humana curiosidad y salgan al encuentro del otro como nunca. Este ethos es más poderoso en las relaciones entre cristianismo y el judaísmo cuando Semana Santa y Pascua coinciden en la misma fecha cada cuatro años.
Este interés se traza desde el diálogo judío y cristiano posterior a la Segunda Guerra Mundial donde el séder, dirigido por un judío de notables conocimientos, surgió como oportunidad para aprovechar la conexión entre pascuas para enseñar a los cristianos sobre el judaísmo, además del progresivo interés de aquellos para entender los fundamentos de su fe. Sin embargo, estas buenas intenciones fueron víctimas de su propio éxito al incrementar el número de cristianos con deseos de tener la experiencia del séder, aún si la guía del algún judío letrado. Lo que empezó como un esfuerzo de comprensión interreligiosa e histórica, se transformó en tradición de muchas iglesias en las celebraciones de la Semana Santa haciendo del séder una forma de pastoral cristiana. Esta tendencia ha sido exagerada ante el reconocimiento del judaísmo de Jesús y el deseo, entre algunos cristianos, de hacer exactamente los que Jesús hizo, la experiencia de una cena pascual. Estas ideas han tenido acogida entre algunos evangélicos y judíos mesiánicos quienes promueven estos rituales.
El fenómeno no puede negarse;, sin embargo es particularmente problemático para los judíos. La primera razón es histórica. El ritual del séder, como se realiza hoy en día, no existió en el tiempo de Jesús. Fue desarrollado completamente por rabinos en los años siguientes a la destrucción del Templo en el año 70. En otras palabras, dos generaciones después de Jesús. Muchos asumen que la Última Cena fue hecha bajo el ritual del séder pascual con ofrecimiento del cordero, los matzá, hierbas amargas, el relato del Éxodo y otros rituales del Hagadá judío de pascua. Esto es incorrecto. Es cierto que Jesús celebró la pascua, pero él o sus discípulos no usaron el ritual del séder como si ellos hubieran echado mano de un auto o de un teléfono celular.
Es seguro que Jesús, en la Última Cena, hiciera alusiones al Éxodo tal como se hace en la comida pascual judía, pero esto toma un segundo lugar ante la revelación que Él hace de sí mismo como Cordero Pascual, expresión de fe notablemente revolucionaria. La cena pascual es inicio del pueblo judío en la historia y le prepara para el cumplimiento de sus obligaciones en la aceptación de los mandamientos, Mitzvot, dados en el Sinaí. Es, por lo tanto, un evento dado al pueblo judío. Jesús de Nazaret, en la Última Cena, se presentó como ofrenda no sólo por Israel sino por la humanidad entera estableciendo un singular ritual. Desde nuestra perspectiva, la celebración de un séder cristiano para conmemorar la Última Cena extravía este hecho histórico.
En segundo lugar, adaptar el ritual de otros es una falta de respeto aún si quiere perseguir muy buenos fines. Tomar un ritual sagrado para transformarlo en la expresión de la tradición propia sólo demuestra la falta de entendimiento de la compleja naturaleza de las religiones. Las buenas relaciones entre el cristianismo y judaísmo deben partir del entendimiento de principios comunes, pero además deben tener en cuanta cuáles son las profundas diferencias que les separan; sin embargo, es claro que entre los objetivos del diálogo interreligioso entre judíos y cristianos no es apropiarse y adaptar los rituales para la consecución de sus propios fines.
Por otro lado, el séder pascual no es una experiencia folclórica o cultural como la cena del día de acción de gracias o una barbacoa del 4 de julio que cristianos y judíos pueden compartir sin problema alguno. El séder es expresión de la fe en Dios que nos liberó de la esclavitud de Egipto y al final de los días inaugurará la era mesiánica, redimiendo al pueblo judío del exilio y donde, al final, el Reino eterno de Dios traerá paz y justicia al mundo entero. En esta cena, los judíos celebran la especial predilección de Dios hacia el pueblo con una misión única e indica que nosotros creemos en la primera y definitiva revelación hecha en el Sinaí. Nos gusta pensar en estos rituales como signos del amor de Dios y su pueblo, son únicos y expresan profundamente las creencias de judíos y sólo para los judíos.
Los judíos que animan a la adaptación del séder pascual y hacen énfasis en Jesús como maestro para tomar la cultura judía de su tiempo preocupados por la enseñanza de la Torá y de las enseñanzas rabínicas fundacionales y, en consecuencia, del judaísmo contemporáneo, no se dan cuenta que muestran una falta de respeto profundo y no comprenden la fe de Jesús. Para el cristianismo, Jesús no es sólo un rabino inspirador de la comunidad judía del primer siglo, Él es parte de ese mundo, pero para los cristianos es Dios encarnado, Cristo resucitado cuya sangre es la del nuevo Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, trae salvación y vida eterna.
Judíos y cristianos honran sus tradiciones cuando reconocen que las mismas no pueden ser transformadas en algo distinto. Honramos a cada quien cuando no rebasamos el espacio sagrado del otro violando el respeto que debemos al prójimo. Desde nuestro punto de vista, es comprensible el deseo de los cristianos por abrazar ciertos elementos de la tradición judía, pero olvidan que los rituales de cualquier comunidad de fe son sus más preciadas posesiones y surgen desde un cuerpo único de creencias, afirmaciones y experiencias históricas.
Si un cristiano desea conocer el séder pascual, hay muchos judíos quienes tendrán una buena mesa para recibir a sus amigos y vecinos cristianos. Frecuentemente hemos invitado a no judíos a las celebraciones del shabbat, a las cenas de pascua, matrimonios, bar o bat mitzvah. En este sentido, es claro que los rituales son una experiencia auténticamente judía y hay mucha diferencia entre ser invitado a hacer propio el ritual de otros con propósitos religiosos.
El séder es judío enteramente, nació de la lectura judía de la Torah y tuvo forma en la enseñanza de los rabinos tomando elementos artísticos a través de dos mil años de experiencia judía. Los cristianos honran mejor al prójimo judío cuando expresan su amor a Cristo reconociendo en el rito del séder la herencia espiritual y única del pueblo judío y respetarla así en consecuencia.
*Rabino Yehiel Poupko es académico rabínico en el Jewish United Fund y en la Federación judía metropolitana de Chicago.
*Rabino David Sandmel es director de asuntos interreligiosos de la Liga Antidifamación del Pueblo Judío.
*Traducción Blog Sursum Corda