Comentario bíblico 1º Cuaresma "A"
| Eduardo de la Serna
Todo listo para comenzar
DOMINGO DE CUARESMA – 1 “A”
Eduardo de la Serna
Las lecturas de Cuaresma –como todas las de los “tiempos fuertes”- siguen un esquema diferente a las lecturas de los tiempos “comunes”. En cierta manera, el esquema es “temático”, como se ve en las ofrecidas por la liturgia de hoy. El tema parece centrado en el “pecado” y cómo Cristo lo vence dando vida a la humanidad toda. Sin embargo, podemos afirmar que ese no es expresamente el tema de las lecturas bíblicas. Ciertamente los católico - romanos leemos las Escrituras pero también sabemos que la Tradición de la Iglesia las va releyendo aportando nuevos elementos o nuevos pasos a nuestra fe; en ambos momentos reconocemos la presencia del Espíritu Santo que acompaña con su luz el caminar eclesial. Siendo la intención de los comentarios en este blog ayudar a ver lo que los textos dicen (pretendiendo ayudar a no hacer decir al texto lo que éste no dice) nos limitaremos al comentario bíblico, pero sabiendo que –especialmente sobre estos textos- se ve conveniente añadir otras lecturas.
Lectura del libro del Génesis 2, 7-9; 3, 1-7
Resumen: en un contexto mitológico, Dios –como artesano- coloca al hombre en un jardín y le da diferentes frutos como alimento. La tentación de la desmesura lleva al ser humano a pretender ser como Dios. A continuación, Dios comenzará un interrogatorio para luego determinar las sentencias.
El texto del Génesis que presenta al varón y la mujer (Gén 2-3) en el jardín tiene dos grandes partes. En la primera Dios forma al hombre (adam) de la arcilla del suelo (adamah) y soplando en sus narices aliento de vida (hi) el “hombre” resulto un ser “viviente” (nefes). Luego Dios planta un jardín y coloca allí al “hombre” haciendo brotar del suelo (adamah) todo tipo de árboles apetitosos. Y en el medio, un “árbol de la vida” y el “árbol del conocimiento del bien y del mal”.
El texto litúrgico salta todo lo que viene a continuación: el río de cuatro brazos, la búsqueda de una ayuda adecuada para el hombre, la prohibición de comer del árbol del conocimiento, la creación de la mujer y continúa directamente con el encuentro de la mujer con la serpiente, es decir, la segunda gran parte del relato que culmina con la expulsión del jardín. Sin duda la primera parte está puesta en el texto litúrgico para que se comprenda la escena que viene a continuación, la escena de la violación del mandato que prohibía comer del fruto del árbol. Veamos –sin embargo- algunos elementos de la primera parte antes de introducirnos brevemente en la segunda.
Como en castellano, el hebreo “adam” (= hombre) puede referir a la especie humana (varón y mujer) o solamente al varón. En el texto tan como lo encontramos actualmente, parece que el “adam” creado refiere al varón, pero no se ha de excluir que el texto originalmente pretenda referir a ambos, y dejar para más adelante la disquisición de los “vivientes” (animales, varón-mujer). De hecho, el texto como se encuentra en la liturgia de hoy permite esta lectura ya que no alude a la creación de la mujer.
En este mismo sentido, es interesante notar que si bien en esta parte se refiere al hombre como “adam”, en v.23 pasa a hablar del varón como “is” y la mujer como “isah”, y con esos términos se referirá a ambos en la unidad siguiente en la liturgia. El juego de palabras de este versículo en hebreo es difícil de traducir en castellano; recientemente se ha propuesto “será llamada hembra porque del hombre fue tomada” o –por el contexto conyugal- “será llamada esposa porque del esposo fue tomada”.
El marco literario se mueve evidentemente en el esquema de los mitos (basta con ver la actividad artesanal de Dios), en este sentido resulta inconveniente leer el “no comerás” (v.17) como un mandamiento.
El árbol de la vida –que luego jugará un interesante papel en la literatura apocalíptica- no parece tener rol alguno en el relato hasta 3,22 dando razón a la expulsión del jardín. Por otra parte, el ambiente claramente campesino del texto invita a tener en cuenta el lugar como un campo (jardín, “gan”), y no como un “paraíso”, algo de lo que el relato no habla.
El capítulo 3 da comienzo a una nueva escena. El varón y la mujer ya están juntos en ese jardín. El esquema, en este contexto es forense: presentación del hecho (vv.1-7), interrogatorio (vv.9-13) y sentencia (vv.14-19) siguiendo en cada una un esquema inverso: serpiente – mujer – varón [vv.1.2.6]; varón – mujer – serpiente [vv. 9.13] y serpiente – mujer – varón [vv.14.16.17]. El texto de la liturgia sólo presenta la primera parte de estas tres.
Veamos algunos elementos:
El contexto mitológico nos permite encontrar con un animal parlante. De ninguna manera el texto está insinuando que “antes del pecado” la serpiente tenía patas y hablaba, ni tampoco que esta fue “poseída” por el diablo en esta ocasión. La serpiente es muy tenida en cuenta en el mundo antiguo, a veces en un sentido positivo (sabiduría… basta pensar en la serpiente en la vara de Galeno, imagen de la salud) o en sentido negativo (la serpiente roba a Guilgames la planta de la vida en el mito Babilónico de la creación). El cambio de piel, frecuente entre ciertos reptiles permite a este animal una serie de imágenes (renovación, nueva vida, desnudez). Esto es importante en la lectura integral del relato.
Lo que se afirma de la serpiente es que es astuta, prudente (‘rûm), más que todos los animales que Dios ha “hecho” (notar la insistencia en que es creada por Dios). Y ella comienza un diálogo con la mujer (isah). La pregunta de la serpiente lleva a la mujer a pretender “defender a Dios” ya que él no ha dicho lo que la serpiente afirma (“no comerán de ninguno de los árboles”), pero al “defender a Dios” la mujer exagera el dicho (“ni lo toquen”, es algo que Dios no había dicho). Esto da pie a la serpiente a replicar y –curiosamente- miradas aisladamente las tres cosas que dice serán verdad (vv.4-5): no morirán (de hecho no mueren, y hasta Dios debe evitar que vivan para siempre [3,22]), se les abren los ojos (3,7) y son como Dios conocedores del bien y el mal (3,22).
Lo que la mujer ve del árbol también se expresa con tres cualidades: bueno para comer, deseable a la vista y excelente para lograr sabiduría. Sin duda el tercer elemento es el que se relaciona con el “conocimiento del bien y del mal”. La escena culmina con que la mujer comió, le dio al varón (is) que “también comió”. La escena culmina con que realmente “se les abren los ojos” a ambos, pero para descubrir que estaban desnudos (‘yrm).
Como se dijo, a continuación el relato presenta los interrogatorios (al varón y la mujer, en el que cada uno responsabiliza al siguiente: el varón a la mujer, la mujer a la serpiente) y luego las sentencias [sobre esto hemos comentado algo en el texto del día de la Inmaculada Concepción].
Una breve nota final: la referencia a la serpiente y la desnudez (y notar la asonancia entre la “astucia” y la “desnudez”, ‘rûm y ‘yrm) nos invita a pensar en la importancia dada al culto a Astarté, a veces identificada con una serpiente, y ciertamente desnuda por ser diosa dela fecundidad. Por otra parte, lo llamativo es la desmesura del pretender “ser como Dios”, algo que cualquiera sabe que es imposible y soberbio. La desmesura de la humanidad, y la compasión de Dios es algo característico en los primeros capítulos del Génesis. Es muy probable que de esta manera el autor esté criticando decididamente a Salomón, alguien que ha pretendido conocer “el bien y el mal” (1 Re 3,9), y que fue quién introdujo la idolatría en Israel (1 Re 11,1-13), caracterizado por su desmesura (notar el tamaño del templo y el tamaño del palacio de Salomón, 1 Re 6,2 y 7,2). De todos modos, la idolatría es vista como la gran desviación del pueblo de Dios y lo que –a la larga- provocará la expulsión de la tierra.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 5, 12-19
Resumen: en un doble contraste entre dos personajes únicos, Adán y Cristo y sus accionares contrastantes, ese obrar tuvo repercusiones –ciertamente también contrastantes- en “todos”. Pecado y gracia, muerte y vida se presentan como las consecuencias y como el presente por el cual los creyentes en Cristo han logrado vencer todo pecado y sus consecuencias.
Es muy probable que en el texto que la liturgia nos propone comience la segunda parte de la sección “teológica” de la carta a los Romanos. Pablo ha dedicado la primera a mostrar que “todos” (paganos y judíos) han pecado. Y puesto que todos han pecado, Dios tiene motivos suficientes para descargar sobre “todos” su ira, pero sin embargo, ha preferido descargar su “justicia” (= compasión, su cercanía y misericordia), y “todos” son hechos justos por la fe en Cristo. Luego de señalar esto, la carta empieza a mostrar los efectos que tienen sobre la humanidad esta “justicia por la fe”. La primera de estas consecuencias es que el creyente es liberado del pecado, y lo explica.
El texto presenta claramente un contraste antitético entre “un solo hombre” y otro “solo hombre”, y los efectos de la obra de uno y otro sobre “todos”. Veámoslo esquemáticamente:
El texto, como se ve está marcado por un doble contraste, por un lado entre Adán y Jesús (presentado aquí como una suerte de “anti-Adán”) y por otro lado entre “uno” y “todos”. Siendo Adán el “primero”, su accionar actúa sobre “todos”; siendo Cristo “el primer resucitado”, también su “gracia / obediencia” actúa sobre “todos”. El accionar del primer hombre está marcado por tres términos sinónimos: pecado, delito o desobediencia, mientras que el obrar de Cristo está marcado por los contrarios: gracia y obediencia. Obviamente, lo mismo ocurre con los efectos sobre “todos”. Muerte y vida son las antítesis fundamentales: “reinó la muerte”, “reinarán en vida” (v.17), “reinó el pecado” (pasado aoristo, un hecho puntual y concreto), “reinaría la gracia” (subjuntivo aoristo, también referido a un momento concreto; v.21).
El texto fundamentalmente pretende señalar la realidad superadora de Cristo, el pecado ya ha sido derrotado, ha perdido su capacidad de reinar.
En v.12 el texto suele entenderse “ya que todos pecaron”, “por cuanto todos pecaron”… El griego utiliza una contracción “ef ’hô” que puede traducirse de diferentes maneras. La Iglesia católica romana ha tomado de aquí el tema del llamado “pecado original” especialmente a partir de san Agustín que lee de este modo a Pablo que a su vez relee Génesis.
Este contraste entre dos “un solo hombre” no es sin embargo mero “positivo – negativo” ya que el hecho Cristo supera absolutamente el hecho Adán cosa expresada en la frase de v.20: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”.
La humanidad entera (“todos”) pecaron, pero por la “fe en Cristo”, ahora “todos” son hechos justos por Dios, todos tienen vida, reinan, y el pecado ha perdido ya y definitivamente toda su fuerza sobre “todos”.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4, 1-11
Resumen: Con claras referencias y connotaciones al tiempo de Israel en el desierto 40 años, Jesús comienza su ministerio siendo tentado, pero –a diferencia de aquel- venciendo la tentación con la misma Palabra de Dios.
El texto de las llamadas “Tentaciones de Jesús” en el desierto tiene una doble versión en Marcos y en el texto Q. Mucho más breve el texto de Marcos señala simplemente que fue tentado cuarenta días, mientras Q las detalla como tres. La única nota omitida en Lucas (por lo que se puede pensar que estaba omitida en Q) es la conclusión de los ángeles que lo servían. Mateo, entonces, toma ambos relatos conformándolos según su propia teología. En el comentario del 1er domingo de Cuaresma del ciclo “C” hemos comentado el texto de Lucas. Veamos algunos elementos de este Evangelio.
El Espíritu, que acaba de descender sobre Jesús en el Bautismo lo conduce al desierto donde será tentado por el diablo. El esquema de las tentaciones está estructurado en tres a las que Jesús responde con citas del libro del Deuteronomio. La referencia a este libro, al desierto y el número cuarenta remite claramente a los 40 años del pueblo de Dios en el desierto donde fue tentado pero –en este caso- sucumbió. Las tentaciones 2ª y 3ª están invertidas en Lucas, pero en general se afirma que fue el Tercer Evangelio el que lo ha hecho para concluir la escena en Jerusalén conforme su teología.
Un elemento interesante es que mientras Lucas había señalado que Jesús en los 40 días “no comió nada”, Mateo lo califica de “ayuno”. El ayuno es un hecho religioso propio de la piedad judía, y que si es negado o cuestionado por Jesús en Marcos y Lucas (Mc 2,18-19; Lc 5,33-35) en Mateo es visto positivamente mientras no se realice “como los hipócritas”, es decir debe ser algo para Dios y no para que lo vean “los hombres” (Mt 6,16-18). Jesús, entonces, es presentado ayunando cuarenta días en el desierto.
Las tentaciones se presentan como tres y la gravedad de las mismas va en aumento:
- Convertir las piedras en pan
- Tentar a Dios
- Adorar al diablo
Como se dijo, las respuestas a las mismas son tomadas del libro del Deuteronomio:
- «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» [el texto de Lucas solo pone la primera parte, probablemente añadida por Mateo]
- «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios»
- «…está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto»
A modo de síntesis podemos afirmar que en los mismos temas en los que el pueblo de Israel cayó en la tentación en el desierto, en los mismos Jesús resultó vencedor.
- Tentación del alimento (y la consecuencia del maná; Éxodo 16; cf. Dt 8,3)
- Tentar a Dios, como en Massah (Éxodo 17; cf. Dt 6,16)
- Tentación de seguir otros dioses (Ex 23,32-33; 32,1-6 [becerro de oro]; cf. Dt 6,13; 10,20)
Las dos primeras tentaciones aluden a lo que ya sabemos por el bautismo donde la voz de Dios afirma que Jesús es “Hijo”: «Si eres hijo de Dios…» (vv.3.6); ambas suponen por un lado que Dios se ocupa de alimentar a su Hijo o de cuidarlo y protegerlo ante una caída; la tercera ciertamente no lo diría porque un hijo de Dios no se postraría para adorar al diablo, la tentación es darle “los reinos y su gloria” (v.8). Es de notar que la frase “apártate, Satanás” es idéntica a la que Jesús dice a Pedro (16,23).
Jesús, que se presenta como religioso desde el comienzo (ayuna) y está conducido por el espíritu, puede vencer con la palabra de Dios las tentaciones que se le presentan al comienzo de su ministerio.
El “servicio” de los ángeles es muy probable que aluda a que (como a Elías, 1 Re 19,5-8 un ángel lo alimenta en los 40 días en el desierto) ahora sí Dios se ocupe de la comida de su hijo. Por otro lado, los ángeles que Jesús no llamó en la segunda tentación rechazando un mesianismo espectacular (v.6) ahora sí se hacen presentes. En un nuevo principio (como a Adán, “los ángeles lo servían” [Apocalipsis griego de Esdras 2]) Jesús ahora está listo para empezar a predicar y anunciar la Buena Noticia.