Comentario a las lecturas bíblicas, 3er domingo de adviento B La responsabilidad del testigo
Los comentarios a los textos bíblicos pretenden mostrar que es lo que los textos "dicen" (con el objetivo de ayudar a no hacerle decir a la Biblia lo que no dice)
El siguiente paso, pastoral, que es encontrar lo que "nos dicen" depende de contextos, historias, geografías, autores. Ese paso no lo daremos aquí dejándolo a cada lector
Lectura del libro de Isaías 61, 1-2a. 10-11
Resumen: el profeta está impregnado del anuncio que debe proclamar de buenas noticias a los oprimidos y a las víctimas de la opresión. Esa buena noticia llegará a todas las regiones donde estén oprimidos los hijos de Israel.
La unidad literaria abarca todo el capítulo 61 de Isaías que aquí presenta en la liturgia de hoy, solamente el inicio y el final. En c.60 y c.62 el tema será “Sión”, por lo que es evidente que estamos ante un tema “nuevo”.
Los destinatarios son variados (“yo”, “ustedes”, “ellos”) haciendo del relato un texto complejo. Su uso posterior (por ejemplo, en Lucas 4) no debería distraernos del texto de Isaías y, en todo caso, ver – cuando corresponda – el sentido que Lucas da a la unidad.
El que habla es un “yo” que declara haber sido “ungido” para comunicar buenas noticias de liberación a los que se presenta como oprimidos. Lo que debe hacer es “proclamar”, algo característico del profeta, que es el “yo”. El espíritu denota una fuerza divina invisible, una energía en favor de lo humano que puede dirigirse a un rey, a un profeta (como es este caso) o incluso al mismo pueblo. La novedad viene dada por la “unción”, algo no habitual en los profetas (excepto 1 Re 19,16; se ungen reyes, o sacerdotes, cf. 1 Sam 15,1.17; 16,13; cf. Ex 28,41; 29,7… o también objetos de culto: Ex 30,26). Siendo que penetran en el cuerpo denotan una consagración permanente. Y acá alude metafóricamente al espíritu. Como este espíritu ya está “sobre” el profeta, esto se vislumbra en la unción.
El acento está puesto en el “para qué” de la unción, una función: comunicar una “buena noticia” (cf. 40,9; 41,27; 52,7; ver 60,6). Estas “buenas noticias” se dirigen a los que suelen tener “malas” noticias: los oprimidos (‘anû). El término ‘anû puede designar a los pobres pero también a los oprimidos, y los términos que siguen: corazones rotos, cautivos, encadenados invitan a pensar en una situación de opresión antes de que pobreza. Las metáforas de “vendar” y “corazones quebrados” fortalecen la lectura. El sufrimiento, que se anuncia finalizado (buena noticia), ciertamente no está espiritualizado, sino que es desgarrador. Y el envío a proclamar es a “todos” los oprimidos, no a un grupo particular. Obviamente, el sujeto liberador es Yahvé. El verbo “libertar” (derôr) alude a la liberación de los esclavos (Lev 25,10; Jer 34,8.15.17; Ez 46,17) aunque aquí se aplica a los cautivos.
La referencia a “año de gracia” y “día de desquite” se encuentran en paralelo, y no parece aludir al jubileo, sino al tiempo en que Dios se manifiesta favorable. Se refiere al momento en que Dios se manifiesta favorable a los oprimidos.
Aquí se interrumpe el texto dejando de lado la explicitación del anuncio del profeta (vv.2b-3): consolar, poner, dar… A continuación, también se omite las promesas de reconstrucción y de vida para concluir (vv.10-11) con un himno de gozo (“con gozo me gozaré… alabanza”):
La salvación se expresa, en el canto, con la metáfora del vestido (cf. 59,17), de los esposos (también aludiendo a sus vestimentas). El esplendor, no es ajeno al tema litúrgico, por otra parte (el término kôhên, sacerdote resuena en varias instancias hebreas: el esposo “se pone” (kahên) un turbante, v.10).
Una nueva metáfora final alude a la vida. La imagen de la tierra y la huerta que producen fruto de vida se comparan con el obrar liberador (“justicia”, tsedâqâ) de Yahvé. Pero esta alegría y alabanza se manifiesta en la liberación que Yahvé hace germinar “en todas las naciones” (quizás en donde los judíos están dispersados y a quienes se hace llegar el anuncio de buenas noticias).
Lectura de la primera carta de Pablo a los cristianos de Tesalónica 5, 16-24
Resumen: Con una serie de verbos en imperativo el autor exhorta a una vida coherente con el llamado que Dios nos ha hecho. Y ese Dios se hace presente en la vida común de la “ekklesía”.
La primera carta de Pablo está concluyendo, y Pablo señala una serie de elementos un poco “sueltos” en una exhortación (parakaléô, v.14) a los “hermanos” (v.12). Como suele ser frecuente en estas unidades, los verbos principales se encuentran en imperativo: “vivan en paz”, amonesten, consuelen, sostengan, sean pacientes… La unidad seleccionada presenta los últimos imperativos (vv.16-22) culminando con una oración (vv.23-24). Estos son:
- Alégrense
- Recen
- Den gracias
- No extingan
- No desprecien
- Examinen
- Quédense
- Eviten
Podríamos detenernos en cada una de estas unidades o temas (muchos de los cuales los encontramos en la unidad inaugural de la carta), que lo merecerían. Veamos brevemente: luego de invitar al bien de la comunidad insiste en la calidad de la oración común que finaliza con la bendición.
Sin dudas “alegría”, “oración” y “acción de gracias” constituyen “la voluntad de Dios”.
El siguiente grupo alude a la presencia del espíritu en la comunidad: Las dos primeras comienzan por “no” mientras las tres siguientes comienzan por “en cambio” como se ve, por otra parte, en el paralelo entre los dos primeros (espíritu / profecías) y la semejanza entre los tres últimos (examinar / quedarse / abstenerse). El término “extinguir” (sbénnute) refiere a apagar un fuego (v.19). Al referir al “espíritu” en singular, sin duda parece aludir a su manifestación y presencia en la comunidad. Parece que debe entenderse en paralelo a “no despreciar las profecías” (v.20).
El doble negativo “no extinguir / no despreciar” contrasta con “examinar” (dokimazô) término muy usado en el ambiente griego (y bíblico) en el sentido de examinar, poner a prueba, valorar… Así se encuentra en Qumrán:
“Cuando alguno entra en el pacto para actuar en conformidad con todos estos estatutos y para unirse a la asamblea santa, examinarán su espíritu en la comunidad” (Regla de la comunidad, 1QS 5,20)
“… Será examinado por aquel que preside en mérito a su inteligencia y a sus acciones” (1QS 6,14)
Sin duda, el objeto primero del discernimiento es el conocimiento de la voluntad de Dios (Rom 12,2). Eso llevará obviamente a quedarse con lo bueno (v.21) y evitar lo malo (v.22).
Se ha afirmado que la oración conclusiva de v.23-24 sintetiza todo el contenido de la carta:
Dios de la paz (cf. Rom 15,33; Fil 4,9; 2 Cor 13,11)
Santificación (cf. 1 Cor 1,2; Rom 15,16; ver 1 Cor 6,11)
Todo el ser
Sin mancha
Venida de Jesús (v.23)
Y se resalta la confianza en la credibilidad de Dios, que llama y que hará esto que ha dicho (v.24).
La realización de la voluntad de Dios llegará a su cumplimiento por la santidad de los creyentes. La paz (shalom) es la plenitud de los bienes mesiánicos que Dios da a los suyos; la santificación es la realización plena de la voluntad divina y participación de su vida. Todo lo que son indica “totalidad”. La referencia a cuerpo – alma – espíritu se ha pensado como modo de entender a la persona humana por parte de Pablo (a diferencia, por ejemplo, del dualismo helénico: cuerpo y alma) pero no parece que deba entenderse en este sentido esta unidad (por más que es cierto que Pablo no asume el dualismo antropológico del helenismo). La venida de Jesús – lo hemos comentado en otras ocasiones – es un tema importante en la carta. El término parousía refiere a la venida de alguna persona importante (delegado del Emperador, gobernante, autoridad) que se espera en la ciudad. Contraculturalmente Pablo la utiliza en sus primeras cartas (1 Tes y 1 Cor) para aludir a la venida de Jesús que se espera. Estar “sin mancha” en ese momento alude al lenguaje apocalíptico de “hijos del día” (cf. 5,5-6), es decir, vivir íntegramente como seres humanos cuando llegue el que ha de venir. En ese sentido (en paralelo a santificación) ha de entenderse el estar “irreprensible”.
De Dios, creíble y confiable (pistós) se afirma que ha “llamado” (kalón, de donde encontramos ekklesía (cf. 2,12; 4,7). Dios nos ha llamado a una vida eclesial para vivir la santificación en la búsqueda del cumplimiento de su voluntad. “Y Dios lo hará”.
+ Evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28
Resumen: Juan presenta al bautista desde una perspectiva novedosa resaltando en él quién es verdaderamente Jesús. Juan empieza su ministerio destacando quién no es el Bautista para preparar el testimonio sobre Jesús que viene.
El texto litúrgico está puesto para resaltar la figura de Juan, el Bautista. Su rol en el Evangelio de juan es particularmente diferente al de los Sinópticos. Leyendo atentamente se ve que Juan es resaltado más bien por lo que “no es” que por lo que “es”. Pero además, en un himno a “la palabra” de Dios que muestra sus intervenciones en la historia (creación, profetas, envío del hijo) se introducen dos pequeñas referencias a Juan (vv.6-8.15; con lo que el himno a la palabra pasa a aludir al hijo ya desde “antes de la creación” ahondando la cristología del cuarto Evangelio). La primera de estas incorporaciones es asumida en la liturgia, donde hay varios elementos que destacan precisamente esto:
De “la palabra” se dice que "es"; de Juan, en cambio, que “hubo” (v.6); vino “para dar testimonio” (v.7) de la luz ya que “no era la luz” (v.8) [y a continuación retoma el himno hablando de la palabra como “luz”, v.9].
En general se piensa que Juan tomó un himno primitivo que cantaba la intervención de la palabra de Dios en la creación (vv.3-5.9-10), en los profetas (vv.11-13) y finalmente encarnada (v.14). Pero Juan lo retoca (e incorpora las referencias al bautista) con lo que el canto pasa a hablar de la palabra-Jesús ya desde antes de la creación.
Pero esta breve referencia a Juan Bautista prepara lo que dirá después en lo que se ha llamado “prólogo histórico”. Este está estructurado como una suerte de “semana inaugural” (cf. 19.29.35.43; 2,1) en la que Juan se encuentra en los primeros dos días testimoniando a Jesús para dar lugar a éste en el comienzo del tercer día. El texto litúrgico está formado solamente por este primer día en la semana inaugural.
Comienza diciendo que “este es el testimonio” sin decirnos cuál. No se menciona hasta el próximo día. ¿Hubo una alteración redaccional? De todas maneras, todo el testimonio es a favor de Cristo; el verbo en presente sugiere su valor permanente. La fe en el Evangelio joánico pretende "testigos" (cfr. 5,31-47) y Juan lo será. A pesar del marco jurídico, causado por la delegación oficial del Sanedrín, esto es eminentemente religioso (5,31-33; 8,14.17-18).
Algunos temas que aparecen en lugares específicos de los Sinópticos, se los encuentra todo a lo largo del Evangelio de Juan. En este caso, la idea del juicio. Constantemente buscarán testimonios en contra para desautorizar la Palabra; así aparecerán términos del vocabulario jurídico: testimonio, confesión, interrogatorio... En 5,31-40 encontramos una serie importante de testigos en favor de la veracidad de la Palabra: Juan (v.35), las Escrituras (v.39), el Padre (v.37; 8,18); las obras de Jesús (v.36; 10,25); el Espíritu Santo y los discípulos (15,26s; 19,35); Moisés (v.46). Ya antes que aparezca Jesús Juan Bautista es sometido a un interrogatorio; la delegación oficial, la referencia a lugares como lugar del testimonio, le dan un tono jurídico (cfr. 9,13-34).
Sabemos que Juan Bautista atrajo multitudes:
"Algunos judíos creyeron que el ejército de Herodes había perecido por la ira de Dios, sufriendo el condigno castigo por haber muerto a Juan, llamado el Bautista. Herodes lo hizo matar, a pesar de ser un hombre justo que predicaba la práctica de la virtud, incitando a vivir con justicia mutua y con piedad hacia Dios, para así poder recibir el bautismo. Era con esta condición que Dios consideraba agradable el bautismo; se servían de él no para hacerse perdonar ciertas faltas, sino para purificar el cuerpo, con tal que previamente el alma hubiera sido purificada por la rectitud. Hombres de todos lados se habían reunido con él, pues se entusiasmaban al oírlo hablar. Sin embargo, Herodes, temeroso de que su gran autoridad indujera a los súbditos a rebelarse, pues el pueblo parecía estar dispuesto a seguir sus consejos, consideró más seguro, antes que surgiera alguna novedad, quitarlo de en medio, de lo contrario quizás tendría que arrepentirse más tarde, si se produjera alguna conjuración. Es así como por estas sospechas de Herodes fue encarcelado y enviado a la fortaleza de Maquero, de la que hemos hablado antes, y allí fue muerto. Los judíos creían que en venganza de su muerte, fue derrotado el ejército de Herodes, queriendo Dios castigarlo". (Flavio Josefo, Antigüedades Judías 18,5,2).
Él provenía del desierto de Judea, de las montañas del Mar Muerto; proclamaba el día del juicio con celo apocalíptico. Bautizaba con agua... Pero ni la predicación de Juan Bautista ni su bautismo son importantes en el Evangelio de Juan, lo que cuenta es que él es el primer testigo en el juicio a la Palabra.
Los enviados: el que envía (pempein), salvo en dos ocasiones siempre es Dios (1,22; 13,16) y, también salvo dos ocasiones el enviado es siempre Jesús (1,33; 13,16). El término subyacente es el šeli'aj, el enviado con la misma autoridad que tiene el que lo envía. Los discípulos recién son enviados cuando el Espíritu es entregado después de la Pascua (20,21). El único "apóstol" en Jn es Jesús.
Los judíos: Designa, en Jn a las autoridades hostiles a Jesús. Jn se distancia de ellos: habla de fiestas "de los judíos" (2,13; 5,1; 6,4; 7,2; 11,55). En boca de no judíos designa un pueblo (4,9; 18,33.35.39; 19,3; cfr. 19,19.21); un sentido histórico (3,25; 4,22; 11,19.31.33.36; 18,20; 19,20), a veces distanciado (2,6.13; 3,1; 5,1; 6,4; 7,2; 11,55; 19,21.40.42) o con significado de incredulidad (6,4.51; 7,11.15.35; 8,22.31; 10,19; 11,45.54; 12,9.11; 13,33) o particularmente las autoridades incrédulas (5,10.15.16.18; 7,1.13; 8,48.52.57; 9,18.22; 10,24.31.33; 11,8; 18,12.14.31.36.38; 19,7.12.14.31.38; 20,19). Ya en el cap. 2 se los va descubriendo como enemigos de Jesús. La experiencia de Jn le indica que no llegaron a la fe, que sus autoridades fueron responsables de la muerte de Jesús y la persecución contemporánea de la comunidad de Jn (cfr. Ap 2,9; 3,9). Así son los representantes por antonomasia de la hostilidad (15,18-16,4; 16,8-11; 19,11b).
Sacerdotes y levitas: Son los diversos grupos sacerdotales; expertos en cuestiones religiosas como la purificación (Lv 14,1-32). Los levitas aparecen poco en el NT (Lc 10,32; Hch 4,36). La pregunta, ¿quién eres?, es la que le harán a Jesús (8,25; 21,12). Queda insinuada la pregunta por el verdadero culto, ya que son los expertos; el tema es frecuente en Jn.
Primer interrogatorio: Respuesta en base a negativas cada vez más tajantes. Se presenta sólo como heraldo; la atención está en el que ha de venir.
Las expectativas mesiánicas eran variadas; muchos esperaban un Mesías, pero otros esperan una intervención divina sin referir a ningún personaje; otros esperan un Hijo del hombre (Henoc). Parece que en Qumrán se esperaban tres personajes mesiánicos: un profeta y dos mesías (real y sacerdotal); cfr. Jn 1,21; Mc 6,15; Mt 16,14. Al bautizar, Juan Bautista estaba realizando una acción con sentido escatológico. Sin dudas esto causó dudas en las autoridades religiosas (cfr. Mt 3,7-10; Mc 11,30-32; Mt 11,18; 21,32; Lc 7,29-30), de allí la pregunta.
Y confesó, y no negó, y confesó: Es probable la intencionalidad polémica (cfr. v.8). Confesar y negar se refieren a confesar y negar a Cristo en Jn (9,22; 12,42; 13,38; 18,25.27). Puede entenderse como una confesión de Cristo "por la negativa".
Yo no soy: Sólo en 3,28 se hace referencia a la preparación al Mesías. Juan Bautista no es presentado así en Jn sino en Lc 3,15-16. Si bien su predicación es religiosa, no es extraño que su denuncia, su personalidad y su predicación en el desierto llevaran al pueblo a preguntarse por el mesianismo (cf. Lc 3,15); de hecho, es la pregunta de los judíos acerca de Jesús (7,26s.31.41s; 10,24; 12,34). El "yo no soy" responde al "yo soy" como autoidentificación del Cristo.
Cristo (Mesías): Seguramente el título con más matices nacionalistas; Jesús no lo reivindica para sí; cfr. Dn 9,25. Así, por ejemplo, en Qumrán:
"(la comunidad) separándose de la iniquidad y marchando en camino perfecto. No se apartarán de ningún consejo de la ley para marchar en toda obstinación de su corazón, sino que serán gobernados por las ordenanzas primeras en las que los hombres de la comunidad comenzaron a ser instruidos hasta que venga el profeta y los mesías de Aarón e Israel..." (1QS 9,11);
"... después entrará el Mesías de Israel y se sentarán ante él los jefes de los clanes de Israel... y cuando se reúnan a la mesa de la comunidad a beber el mosto, y esté preparada la mesa de la comunidad y mezclado el mosto para beber, que nadie extienda su mano a la primicia del pan y del mosto antes del sacerdote, pues él es el que bendice la primicia del pan y del mosto y extiende su mano hacia el pan antes de ellos. Después el Mesías de Israel extenderá su mano hacia el pan". (1QSa 2,14-20);
"(no serán contados en la asamblea del pueblo y no serán inscritos en sus listas desde el día de la reunión del que enseña) del Maestro único hasta que surja el Mesías de Aarón e Israel." (CD 20,1);
"Mientras que Israel tenga el dominio, no faltará quien se siente sobre el trono de David. Pues la vara es la alianza de la realeza, los millares de Israel son los pies, hasta que venga el Mesías de justicia, el retoño de David. Pues a él y a su descendencia les ha sido dada la alianza de la realeza sobre su pueblo..." (4QBendiciones Patriarcales (4Q252) 2-4);
"Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Esto se refiere al retoño de David que se alzará con el intérprete de la Ley que surgirá en Sión en los últimos días, como está escrito: Haré alzarse la cabaña de David que está caída. Esto se refiere a la cabaña de David que está caída que se alzará para salvar a Israel" (4QFlor 1,11-13).
Sin embargo, las primeras comunidades lo vieron como el título por excelencia, hasta el punto que pronto se transformó en nombre. ¿Se está intentando salir al paso de pretensiones de partidarios de Juan Bautista en tiempos del Evangelio de Juan (cfr. Lc 3,15)? Es muy probable (y eso explicaría los frecuentes “no yo” atribuidos al Bautista).
Entonces: partícula predilecta de Jn (195x). Los otros grupos, distinguidos del Mesías son, entonces, o precursores, o responden a otras expectativas mesiánicas. Claramente ven en Juan Bautista un rol mesiánico.
Elías: 2 Re 2,11 refiere a Elías elevado al cielo en un carro; por lo tanto, no habría muerto (simbólicamente) y se esperaba su venida; incluso una carta escrita por él después de ser arrebatado (2 Cro 21,12) había aparecido. Post-exílicamente se esperaba su regreso antes del día del Señor. En Mal 3,1 se alude a un ángel que preparará el camino del Señor; luego se agrega a este texto una identificación de este mensajero con Elías (3,22-24). Hen 90,31; 89,52 aparentemente describe el retorno de Elías antes del juicio y el cordero.
En Si 48,10 se vuelve a hace referencia al profeta... Como puede verse estaba extendida la idea que debía venir (Mc 8,28; 9,11) aunque su función no era homogénea. Incluso en el s.II los rabinos afirmaban que Elías estaba destinado a ungir al Mesías. La indumentaria de Juan Bautista era semejante a la de Elías (Mc 1,6; 2 Re 1,8; aunque puede ser común a los profetas, Zac 13,4). Todos los Evangelios relacionan a Juan Bautista con Is 40,3 y tardíamente se había combinado con Mal 3,23 haciendo referencia a Elías (en Mc 1,2 la cita de Is se combina con Mal). ¿También tiene intención polémica con los seguidores de Juan Bautista en la comunidad joánica? Si bien no hay pruebas de que los partidarios de Juan Bautista lo identificaran con Elías, en las pseudoclementinas se dice que Juan Bautista permanece oculto en secreto; lo que parece aludir a Elías. Mt y Mc afirman que él es Elías (Mc 1,2; 9,13; Mt 11,14; 17,12). Lc, aparte de lo dicho en los relatos de la infancia (¿procede de los partidarios de Juan Bautista?), nunca identifica a Juan Bautista con Elías; de hecho, omite pasajes de Mc en ese sentido. Elías – en Lucas – es semejante a Jesús (4,24-26; 7,11-17 y 1 Re 17,18-24; "subida" (9,51) y 2 Re 2,11; 12,49 y 1 Re 18,38. La identificación la habría hecho la primitiva comunidad para interpretar la relación Juan Bautista-Jesús.
El Profeta: Es un eco de Dt 18,15.18 (notar el artículo "el"). En realidad, es una legislación que se ocupa de los funcionarios: jueces (16,18) rey (17,14), sacerdotes (18,1) y profetas. En 1 Mac 4,41-50; 14,41 (cf. 4 Esd 2,18) se espera un profeta capaz de interpretar cuestiones legales (como Moisés) cfr. 9,27 y Sal 74,9. En Qumrán se aferraban a la Torah hasta que llegara un profeta (cfr. 1QS 9,10s; CD 6,10s; 20,1; 4QTest 5-8). En Hch 3,22 se identifica a Jesús con el profeta semejante a Moisés; En Jn 6,14; 7,40.52 se hace referencia a Moisés. Son los mismos que aparecen en la escena de la Transfiguración (Mc 9,4). Ambos aparecen en relación al monte Horeb/Sinaí y al desierto; esto explicaría por qué la imagen popular. Según Josefo, los seductores mesiánicos se autoproclamaban "profetas":
"Siendo Fado procurador de Judea, un cierto mago de nombre Teudas persuadió a un gran número de personas que, llevando consigo sus bienes, lo siguieran hasta el río Jordán. Afirmaba que era profeta, y que a su mando se abrirían las aguas del río y el tránsito les resultaría fácil..." (Flavio Josefo, AntJ 20, 5,1);
"Las doce tribus se reunirán allí (en el nuevo Templo, que excede en gloria al primero) y todas las naciones hasta el tiempo en que el Altísimo envíe delante su salvación por el ministerio de su único profeta" (Testamento de Benjamín 9,2)
También es posible – y hasta probable – que trasluzca la expectativa samaritana. Los círculos ebionitas afirman que lo que aporta es el cumplimiento de la profecía ¿Nuevamente se enfrentan intenciones apologéticas contra los partidarios de Juan Bautista? Juan Bautista era considerado profeta (Mc 11,52; Mt 11,9) pero no hay pruebas que se lo identificara con "el" profeta. De hecho, presentar a Jesús como el profeta como Moisés es importante en el mensaje a la comunidad joánica, especialmente a partir de la expectativa samaritana.
Las tres referencias (Mesías, Elías, Profeta) pueden relacionarse con los tres esperados en Qumrán (cfr. más arriba 1QS 9,11). Hay quienes relacionaron a Juan Bautista con Qumrán, aunque hoy es algo bastante dejado de lado.
El v.22: simplemente es un versículo de transición para preparar el v.23. Se cita Is 40,3 según LXX. En Texto hebreo (como señalamos la semana pasada) "en el desierto" forma parte de lo que se dice, mientras que en LXX "desierto" enlaza con "la voz". Dado que Juan Bautista está en el desierto, la lectura de LXX pareció preferible.
La voz de Isaías: Los ángeles prepararían allanando y nivelando el camino en el desierto por el que el Pueblo retornaría de Babilonia. Juan Bautista no prepararía ese tipo de camino, sino el de la venida de Dios a su Pueblo. A diferencia de los Sinópticos, Juan Bautista se la aplica a sí mismo. Los esenios lo usaban para justificar su ida al desierto: meditando la ley preparaban el camino del Señor:
"Y cuando estos existan como comunidad en Israel según estas disposiciones se separarán de en medio de la residencia de los hombres de iniquidad para marchar al desierto para abrir allí el camino de Aquel. Como está escrito: 'En el desierto preparen el camino..., enderecen en la estepa un camino para nuestro Dios'. Este es el estudio de la Ley, que ordenó por mano de moisés, para obrar de acuerdo con todo lo revelado de edad en edad..." (1QS 8,12b-16; cfr. 1QIsa).
La versión de Jn es ligeramente resumida de la que presentan los Sinópticos; es toda la profecía de Isaías condensada en este versículo. Un judío, familiarizado con la Escritura reconocería el texto:
Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice Dios. Sacerdotes, hablen al corazón de Jerusalén, ¡consuélenla! Su abajamiento esta cumplido, su pecado remitido, ella ha recibido por la mano del Señor el doble por sus faltas... Voz de aquel que grita en el desierto: ¡preparen el camino del Señor, hagan derechos los senderos de Nuestro Dios!... La gloria del Señor será vista y toda carne verá la salvación de Dios... He aquí que el Señor viene con fuerza y con su brazo con poder; he aquí su salario con él y su obra ante él. (Is 40,1-10 LXX)
Podemos reconocer la venida del Señor (vv.27.29.30); la remisión de los pecados (v.29); la universalidad (toda carne = mundo v.29); la referencia a ver (en Is 35,2; 40,5; 62,2; 66,18s; en Jn 1,29.32.33.34.36.39.42.46.47.50.51); la iniciativa de Dios (sujeto de vv.29-34; ver el pasivo divino de v.31); al quitar los pecados hay presencia de la salvación (cfr. Is 43,18s).
La voz: Juan Bautista es una voz efímera (5,33) mientras Jesús es la Palabra (así dice san Agustín); de hecho, fonê contrasta con logos. Así se sitúa en la línea de la esperanza de Israel. No usa "yo soy", eso está reservado a Jesús en Juan. No es el predicador apocalíptico, ni el profeta mártir, ni es el bautizador, ni el precursor; es simplemente "la voz"; voz que actualiza la promesa y lanza una llamada. El, que no es la luz, tampoco es la Palabra. Es, así, figura del AT, la Escritura de Israel que reconoce, atestigua que Jesús es el Mesías. Esto dicho al empezar el Evangelio es capital. ¿Vale lo mismo para la Escritura? Atestigua que la salvación está cerca; indica el camino al Mesías; no habla más que de él (5,39.46); no es el Cristo que da el Espíritu sin medida (3,34). "La Ley fue dada por Moisés, la gracia por Jesucristo" (1,17s). El contenido de las Escrituras, va más allá de la Ley; se abre a un porvenir ilimitado...
En el desierto: es el lugar no el contenido. El desierto es importante en las ideas mesiánicas de Israel. Juan Bautista tiene un encargo en el desierto; los esenios se segregan de la mentira, aunque con matiz escatológico:
"... Los hijos de Leví, los hijos de Judá y los hijos de Benjamín, los exiliados del desierto, guerrearán contra ellos. ... contra todas sus tropas, cuando los hijos de la luz exiliados en el desierto de los pueblos retornen para acampar en el desierto de Jerusalén..." (1QM 1,2s; cfr. CD 1,15).
Segundo interrogatorio: Ya tienen la respuesta sobre su identidad; ahora le piden que justifique su actitud. La segunda pregunta es más teórica (farisea): si no ejerce una función escatológica, ¿por qué realiza una acción escatológica? Juan Bautista advierte que sólo bautiza con agua, hay otro bautismo; curioso en la mentalidad hebrea que une agua y espíritu (Ez 36,25-26; Zac 13,1-3).
El pensamiento cristiano separó ambos (en Hch 19,1-6 vemos a quienes recibieron bautismo y no espíritu). Las semejanzas y diferencias con Sinópticos y Hechos (Mc 1,7-8; Mt 3,11; Lc 3,16; Hch 13,25) sugiere que el texto se conservó en la tradición oral y fue variando.
Enviados de los fariseos: ¿refiere a los enviados antes mencionados o a un nuevo grupo? Jn nunca entra en detalles de los diferentes grupos de Palestina (cfr. 7,32.45.48; 11,47.57; 18,3 donde se los une a "doctores de la ley" (miembros del Sanedrín); seguramente por la conformación más unilateral de los tiempos de composición del Evangelio, tiempo que queda reflejado en esta oposición; aquí son los de la "oposición sistemática" (4,1; 7,32a.47s; 11,46; 12,19.42). Sin artículo puede leerse: "había enviados de los fariseos" en este caso, ¿miembros del Sanedrín? El "de" puede entenderse: del grupo fariseo, o enviados por... Parece referir a los que están allí presentes. Son, en Jn, los expertos en cuestiones religiosas (3,1s.10; 7,47-49; 8,13; 9,16.28s.40s).
¿Por qué bautizas? A pesar de los usos comunes del tiempo: agua purificadora; "bautismo" de prosélitos; esenios (con un valor análogo a los sacrificios en el Templo; un nuevo elemento de semejanza con Juan Bautista):
"Entonces purificará Dios con su verdad todas las obras del hombre, y refinará para sí la estructura del hombre, arrancando todo espíritu de injusticia del interior de su carne, y purificándolo con el espíritu de santidad de toda acción impía. Rociará sobre él el espíritu de verdad como aguas lustrales para purificarlo de todas las abominaciones de falsedad y de la contaminación del espíritu impuro. Así los rectos entenderán el conocimiento del Altísimo, y la sabiduría de los hijos del cielo instruirá a los de conducta perfecta. Pues a ellos los ha escogido Dios para una alianza eterna, y a ellos pertenecerá toda la gloria de Adán. No habrá más injusticia, y todas las obras de engaño serán una vergüenza...". (1QS 4,20-21)
Sin dudas, descubren algo escatológico (es la primera referencia a un bautismo; se había hablado de su testimonio. Se asume que los lectores ya lo saben): era irrepetible, celebrado por alguien, exclusivamente en el Jordán; exigía a todos someterse a él. Además, relacionado a la penitencia (Mt 3,7-10p), aquí omitido; sintéticamente podemos decir que estaba asociado a la conversión y al arrepentimiento, prevé el juicio inminente, tiene conexión con el perdón de los pecados, era realizado por Juan personalmente, lo hacía en el Jordán, y – todo parece indicarlo – era único y singular. De hecho, Juan Bautista no necesita ninguna autorización para bautizar.
Yo bautizo: deja la sentencia pendiente hasta v.33. El centro está en aquel que Juan Bautista quiere testimoniar. Su bautismo aparece como un simple rito sin significado especial, lo que interesa es la diferencia cualitativa entre los dos. Pierde su carácter simbólico, queda como encargo para testimoniar.
No lo conocen: No es reproche ya que Juan Bautista mismo afirma que él no lo conocía hasta no intervenir Dios (v.33); pero como el hecho ya está ocurrido y no hay revelación para ellos tiene un color trágico. La manifestación del Mesías no se descubre por especulaciones humanas sino sólo por iniciativa divina; es del orden de la revelación (cfr. Lc 17,20s; Mt 24,26s) ¿Se supone al Revelador gnóstico? No refiere a uno que viene del mundo de la luz a las tinieblas sino de un grupo cerrado a la luz (3,19-21) Seguirá desconocido por propia culpa (cfr. 7,28s; 8,54s). Quizá esté supuesta la tradición popular del Mesías oculto (cfr. 8,14.19); ya en la tierra, pero oculto a la espera de presentarse repentinamente (cfr. 7,27). Se ve en el judío que dialoga con Trifón
"... En cuanto al Cristo o Mesías, si es que ha nacido y está en alguna parte, es desconocido y ni él se conoce a sí mismo ni tiene poder alguno, hasta que venga Elías a ungirle y le manifieste a todo el mundo..." (Justino, Diálogo con Trifón 8,4; cfr. 110,1)
El Mesías escondido está esperando la llegada de Elías. Es semejante al mesianismo de Henoc en el Hijo del hombre oculto
"Tuvieron gran alegría, bendijeron, alabaron y exaltaron a Dios pues les había sido revelado el nombre de ese Hijo de hombre" (Henoc (etíope) 69,26);
"Y ocurrirá que cuando todo esto que debe ocurrir se cumpla en todas sus partes, el Ungido comenzará a ser revelado" (Apocalipsis de Baruc (siríaco) 29,3);
"Cuando estas cosas ocurran y estos signos que les he mostrado acontezcan, entonces mi hijo será revelado, a quien verán como un hombre viniendo sobre el mar" (4Esdras 7,28; 13,32).
A Juan Bautista participando de esta esperanza sólo lo encontramos en Jn: ¿es una crítica a los seguidores del Bautista? En las seudoclementinas se afirma que Juan Bautista está oculto y volverá.
El que viene: ¿Esperaba la venida de Elías? Mal 3,1 (texto asociado a Elías) dice "Vean, él viene"; Mt 11,14 habla de "Elías que ha de venir". Puede, por tanto, ser una referencia a Elías.
Mostrarlo como no digno es leído cristológicamente en vv.15.30.
Desatar la correa de las sandalias: es algo propio de un esclavo. Un rabino sostiene que un discípulo debe honrar a su maestro en todo como un esclavo excepto en desatar la correa de las sandalias. ¿Refiere al Mesías Esposo? cfr. Dt 25,5-10; Rt 4,7-9; no es Juan Bautista sino Jesús el que devendrá marido. Todo dice el tiempo antiguo, hace falta saber reconocer el tiempo oportuno, identificar al que viene (algo que ocurrirá el segundo día).
Betania: No refiere a la Betania cercana a Jerusalén (11,18) sino un lugar desconocido de Transjordania (relacionado a Juan Bautista 3,26; 10,40 [y 11,1 como distinto]). Este desconocimiento hizo que Orígenes prefiriera "Betabara" (= casa del cruce, del paso; Jue 7,24. Algunos lo ven como lugar a su vez real y simbólico: Juan Bautista no cruza el Jordán, lo hace Jesús). Si esto es así, quizá se esté llamando la atención en el paralelo con Josué (como el paso del Mar Rojo, el paso de las aguas del Jordán dio nacimiento al pueblo [Jos 4,23]; más que aguas purificadoras, son aguas que dan vida. Es muerte a la antigua existencia y vida del reino que viene [cfr. Is 43,16-21; 51,10s; 11,15s; 63,11-13; Mi 7,15; Za 10,10s; cfr. Bar 5,7-9]: también Jesús tiene que cruzar hacia la tierra prometida para un nuevo pueblo. Algunos suponen que Betania deriva de bet-aniyyah, "casa de respuesta/testimonio" o de bet-any' = casa de la barca o – preferentemente – bet-aní, “casa de los pobres”; lo que quitaría historicidad al lugar, siendo este meramente simbólico. De todos modos, los simbolismos en Jn parten de lecturas de la realidad no de hechos meramente imaginarios. No sería la primera vez que lugares joánicos (cfr. Betesda, 5,2) creídos imaginarios resultan históricamente reales. ¿Qué relación tiene esto con Aenon, cerca de Salim, que según 3,23 es el lugar del bautismo? Es cercano a Samaría (cfr. 4,5; Gn 48,22; Jos 24,32); cfr. en 3,25 el escándalo de los judíos: es inconcebible que un movimiento religioso tenga origen en Samaría.
Con frecuencia Jn cierra un relato con referencias geográficas (6,59; 8,20; 11,54). Este lugar se refiere nuevamente (¿inclusión antes de la redacción final?) en 10,40. Tenemos otras referencias geográficas relativas a Juan Bautista en 3,23 que favorecen la teoría de que Jn conserva una tradición independiente sobre Juan Bautista.
Juan parece estar amplificando lo que se propuso presentar en las interpolaciones joánicas del Prólogo (6-8): no es la luz; su misión es dar testimonio; por él podrán creer. ¿Hay una referencia al sacramento del Bautismo? No parece; de hecho, el contraste aquí es entre Juan Bautista y el desconocido que vendrá.
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