Un santo para cada día: 20 de febrero San Eleuterio de Tournai (Evangelizador de la Galia)
Es un hecho que el cristianismo ha ido perdiendo fuerza en Occidente y nos encontramos con que nuestro mundo se ha paganizado, sin que por ahora hayamos encontrado la forma de emprender con éxito un nuevo proyecto de recristianización
Pasado el periodo de la dominación romana se va a vivir en la Galia un periodo agitado y trascendental para su historia, en el que la identidad política se muestra fluctuante. En diciembre del año 406 los suevos, alanos y vándalos invaden este territorio y el gobernador romano en la Galia, Siagrio, es vencido por los francos en el 486. Una vez caído el imperio Romano de Occidente los francos se instalan en la Galia extendiéndose por todo el territorio. Las hordas bárbaras no dejan de mostrarse amenazantes como por ejemplo la de los Burgundes y la de los Visigodos que aunque convertidos al cristianismo se echaron en brazos del arrianismo y tuvo que ser el rey Clodoveo, quien con la inapreciable colaboración de su esposa Sta. Clotilde y de los virtuosos obispos Remigio primero y Eleuterio después, fueron rescatados de la herejía.
Este era el panorama reinante cuando Eleuterio nació hacia el año 456 en Tournai, (la Galia belga), durante el reinado de Childerico I. Su padre se llamaba Tereno, descendiente de Ireneo de Lyon y su madre se llamaba Blanda, ambos eran cristianos. Las persecuciones les habían obligado a trasladarse a una villa llamada Blandinium en cuya localidad construyeron una iglesia después de la conversión de Clodoveo al catolicismo. De la vida de Eluterio conocemos alguna información procedente de una biografía de S. Medrano, compañero de infancia, que nos cuenta algunas anécdotas y nos da noticias de sus contactos con Clodoveo, antes de su conversión. De Eleuterio sabemos que luchó contra el arrianismo, llegando a ser consultado por el Papa Hormisdas sobre asuntos relacionados con esta doctrina herética, pero Eleuterio será siempre recordado por su infatigable labor como evangelizador de los pueblos barbaros procedentes de las regiones orientales, que iban asentándose en los territorios francos próximos a Bélgica.
La rudeza de estos pueblos no permitía florituras dialécticas, era cuestión de llegarles al corazón por otras vías. Vinculados como estaban a su rey era previsible que si éste se convertía, el pueblo le seguiría después y así fue. En el año 506 siguiendo el ejemplo de su rey Clodoveo los francos recibieron el bautismo en masa, hecho memorable para la historia de la Iglesia, si bien en honor a la verdad hay que decir que en la recolección de esta abundante mies juega un papel destacado la figura de S. Remigio, un apóstol de cuerpo entero que regentó durante muchos años la sede episcopal de Reims, siendo él quien bautizó a Clodoveo y posteriormente sería su confesor. Le sucedería como obispo Eleuterio en el 484, siendo el encargado, a partir de entonces, de continuar la obra emprendida por su predecesor.
Aunque Eleuterio es venerado como mártir no es seguro que lo fuera. Todo parece arrancar de la “vita de Eleuterio” escrita en 1141 por un sacerdote de esta diócesis llamado Enrique, donde se nos cuenta que cuando se dirigía a la iglesia a cumplir con sus obligaciones ministeriales, un grupo de arrianos enfurecidos le propinaron una brutal paliza y a consecuencia de los golpes recibidos moría pocas semanas después. En cualquier caso, es un santo muy venerado y querido por sus paisanos. Sus restos descansan en la catedral de Tournai, convertida en centro de peregrinación al que acuden numerosos fieles
Reflexión desde el contexto actual:
¿Tiene algo que decirnos un santo del siglo V a los cristianos del siglo XXI? Es un hecho que el cristianismo ha ido perdiendo fuerza en Occidente y nos encontramos con que nuestro mundo se ha paganizado, sin que por ahora hayamos encontrado la forma de emprender con éxito un nuevo proyecto de recristianización. Sin duda que ello es posible, porque el mensaje cristiano es y seguirá siendo igualmente atractivo, no menos que lo fue en tiempos de Eleuterio. La pregunta es ¿Entonces por qué ellos pudieron y nosotros no? ¿Qué tuvieron aquellos evangelizadores que a nosotros nos falta? Yo ahí lo dejo.