El Papa recuerda su viaje a Mongolia: "He estado en el corazón de Asia y me ha hecho bien" Francisco, en la audiencia: "Por favor, ampliad los confines de la mirada, no caigamos prisioneros de las pequeñas cosas"
"Se podría preguntar: ¿por qué el Papa va tan lejos a visitar un pequeño rebaño de fieles? Porque es precisamente ahí, lejos de los focos, que a menudo se encuentran los signos de la presencia de Dios, el cual no mira a las apariencias, sino al corazón", leyó el Papa en su discurso
"He estado en el corazón de Asia y me ha hecho bien. Hace bien entrar en diálogo con ese gran continente, acoger los mensajes, conocer la sabiduría, la forma de mirar las cosas, de abrazar el tiempo y el espacio"
"Estos misioneros no ha ido allí a hacer proselitismo, han ido allí y se han inculturado en la cultura mongola para iniciarla en el Evangelio", improvisó Francisco
"Estos misioneros no ha ido allí a hacer proselitismo, han ido allí y se han inculturado en la cultura mongola para iniciarla en el Evangelio", improvisó Francisco
"He estado en el corazón de Asia y me ha hecho bien". Lo reconocía esta mañana el papa Francisco, durante su tradicional audiencia general de los miércoles, la primera tras su regreso de Mongolia, a cuyas autoridades quiso agradecer de nuevo la acogida. "Hoy me gustaría llevaros de nuevo al corazón de este viaje", les dijo a los miles de fieles que le acompañaron en una soleada plaza de San Pedro.
"Se podría preguntar: ¿por qué el Papa va tan lejos a visitar un pequeño rebaño de fieles? Porque es precisamente ahí, lejos de los focos, que a menudo se encuentran los signos de la presencia de Dios, el cual no mira a las apariencias, sino al corazón", leyó el Papa en su discurso, que quiso contextualizarlo en el tema del celo apostólico, que está centrando sus últimas catequesis.
"El Señor no busca el centro del escenario, sino el corazón sencillo de quien lo desea y lo ama sin aparentar, sin querer destacar por encima de los demás. Y yo he tenido la gracia de encontrar en Mongolia una Iglesia humilde y feliz, que está en el corazón de Dios, y puedo testimoniaros su alegría al encontrarse por algunos días también en el centro de la Iglesia", señaló quien se ha convertido en el primer Pontífice en visitar ese gigantesco país de Asia.
Destacó Francisco la "historia conmovedora" de la Iglesia de Mongolia, de apenas 30 años de historia, fruto de ese celo apostólico de un puñado de misioneros y misioneras que "dieron vida a una comunidad unida y verdaderamente católica", porque "esta es la catolicidad: una universalidad encarnada, que acoge el bien ahí donde vive y sirve a la gente con la que vive. Es así cómo vive la Iglesia: testimoniando el amor de Jesús con mansedumbre, con la vida antes que con las palabras", resaltó en su discurso. "Porque estos misioneros no ha ido allí a hacer proselitismo, han ido allí y se han inculturado en la cultura mongola para iniciarla en el Evangelio", improvisó Francisco.
"Estoy agradecido -incidió en este aspecto- por el encuentro interreligioso y ecuménico del domingo. Mongolia tiene una gran tradición budista, con muchas personas que en el silencio viven su religiosidad de forma sincera y radical, a través del altruismo y la lucha a las propias pasiones. Pensemos en cuántas semillas de bien, desde lo escondido, hacen brotar el jardín del mundo, ¡mientras habitualmente escuchamos hablar solo del ruido de los árboles que caen! Es crucial saber ver y reconocer el bien".
"Dios nos pide tener una mirada abierta y benévola, porque, sin caer en sincretismos dañinos e irenismos fáciles, siempre hay alguna riqueza por descubrir: en las personas como en las culturas, en las religiones como en las naciones. Por eso es importante, como hace el pueblo mongol, orientar la mirada hacia lo alto, hacia la luz del bien. Solo de esta manera, a partir del reconocimiento del bien, se construye el futuro común; solo valorando al otro se le ayuda a mejorar", expresó el Papa.
"He estado en el corazón de Asia y me ha hecho bien. Hace bien entrar en diálogo con ese gran continente, acoger los mensajes, conocer la sabiduría, la forma de mirar las cosas, de abrazar el tiempo y el espacio. Me ha hecho bien conocer al pueblo mongol, que custodia las raíces y las tradiciones, respeta a los ancianos y vive en armonía con el medio ambiente: es un pueblo que mira al cielo y siente el aliento de la creación. Pensando en las extensiones ilimitadas y silenciosas de Mongolia, dejémonos estimular por la necesidad de ampliar los confines de nuestra mirada, por favor, ampliar los confines de la mirada, y no caigáis en ser prisioneros de las pequeñas cosas -improvisó de nuevo- para poder ver el bien que existe en los demás y poder ampliar nuestros horizontes", concluyó la catequesis.
Durante los saludos a los distintos grupos de peregrinos, Francisco mostró su dolor por el incendio de un edificio en Sudáfrica que causó 70 muertos, entre ellos varios niños, y concluyó, como es habitual, confiando a la Virgen María "los sufrimientos y tribulaciones de la querida y atormentada Ucrania, que sufre tanto".