"Gran preocupación" de la Santa Sede por las crecientes divisiones de los miembros Gallagher insta a la OSCE a retomar el 'Espíritu de Helsinki': "Es crucial preservar la Organización"
En su discurso ante el 31º Consejo Ministerial anual de la Organización para la Seguridad en Europa, el Secretario de la Santa Sede instó a los Estados miembros a superar las divisiones y trabajar en colaboración para hacer frente a los actuales desafíos mundiales en el "espíritu de Helsinki"
Recordó que aquel acuerdo histórico diseñado para reducir las tensiones de la Guerra Fría se basaba en el entendimiento de "que la paz no es simplemente la ausencia de guerra
Advirtió de que abandonar la búsqueda del consenso podría conducir a su "autoaniquilación" o a la distorsión del "espíritu de Helsinki".
Advirtió de que abandonar la búsqueda del consenso podría conducir a su "autoaniquilación" o a la distorsión del "espíritu de Helsinki".
| Lisa Zengarini
(Vatican News).- Mientras la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) se prepara para celebrar el 50 aniversario de su fundación en 2025, el arzobispo Paul Richard Gallagher ha expresado la "gran preocupación" de la Santa Sede por las crecientes divisiones entre sus miembros que, según él, están oscureciendo "las raíces mismas" de la organización y afectando a su trabajo diario en medio de la escalada de los desafíos globales.
"Es crucial preservar la Organización, especialmente en un momento en el que son necesarios el diálogo, la desescalada y la distensión", subrayó el jueves 5 de diciembre el Secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales al dirigirse al 31º Consejo Ministerial de la OSCE en La Valeta (Malta).
Representantes de 40 de los 57 Estados miembros de la OSCE, junto con socios de cooperación de las regiones asiática y mediterránea, participan en los debates de dos días (del 5 al 6 de diciembre). Las conversaciones están centradas en la evaluación del panorama actual de la seguridad en las regiones euroatlántica y euroasiática, el abordaje de los retos actuales, la revisión de las operaciones de la OSCE y el nombramiento de los cuatro cargos más altos de la organización.
Mantener los principios fundacionales de la OSCE
En su declaración, el arzobispo Gallagher hizo hincapié en la importancia crucial de defender los principios de la OSCE consagrados en el Acta Final de Helsinki de 1975, su documento fundacional, para hacer frente a los nuevos retos a los que se enfrenta el mundo hoy en día.
Recordó que aquel acuerdo histórico diseñado para reducir las tensiones de la Guerra Fría se basaba en el entendimiento de "que la paz no es simplemente la ausencia de guerra o el mantenimiento de un equilibrio de poder, sino más bien el fruto de las relaciones amistosas, el diálogo constructivo y la cooperación entre los Estados en el cumplimiento de las obligaciones contraídas en virtud del derecho internacional y el respeto de todos los derechos humanos universales".
Divisiones y ruptura de la confianza entre los Estados miembros
Sin embargo, señaló, esa visión se ve comprometida hoy por la falta de consenso de procedimiento dentro de la OSCE, pero, "sobre todo, por una creciente ruptura de la confianza mutua entre algunos Estados participantes, un aumento de la agresión ideológica, y un flagrante desprecio" de esos principios.
"La Santa Sede observa con preocupación la creciente fragmentación y las divisiones que están oscureciendo las raíces mismas de la OSCE y afectando a su trabajo diario"
Guerra en Ucrania y otras tensiones geopolíticas
El Arzobispo Gallagher mencionó en particular la guerra en curso en Ucrania, junto con otras tensiones geopolíticas más amplias que causan fragmentación en el seno de la OSCE, así como el prolongado retraso en la provisión de puestos de liderazgo y la falta de avances en decisiones como la Presidencia de 2026.
Recordando que "la fuerza y la singularidad de la organización residen en su diversidad de perspectivas, que enriquecen su diálogo y sus procesos decisorios", el diplomático vaticano advirtió contra su transformación en un foro "sólo para Estados afines" y advirtió de que abandonar la búsqueda del consenso podría conducir a su "autoaniquilación" o a la distorsión del "espíritu de Helsinki".
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