En el Día de la Epifanía, recuerda la labor de los niños y niñas de la Infancia Misionera El Papa, en el ángelus: "No nos olvidemos de nuestros hermanos y hermanas mártires de Ucrania"
"Los Magos se dejaron asombrar e incomodar por la novedad de la estrella y se pusieron en camino hacia lo que no conocían"
"¡El discernimiento es un gran don, y nunca hay que cansarse de pedirlo en la oración. ¡Pidamos esta gracia!"
"Así es como se encuentra al Señor: en la humildad, en el silencio, en la adoración, en los pequeños y en los pobres"
"Así es como se encuentra al Señor: en la humildad, en el silencio, en la adoración, en los pequeños y en los pobres"
Una vez más, también en el nuevo año 2023, el papa Francisco ha vuelto pedir que no nos olvidemos de "los hermanos y hermanas mártires de Ucrania, que el nacimiento del Salvador les infunda consuelo y esperanza, y que conduzca al fin de los combates y de la paz". "Recemos mucho por la paz, redemos mucho por Ucrania", enfatizó Jorge Mario Bergoglio tras el rezo del ángelus.
Francisco envió también un saludo a las comunidades de las Iglesias orientales, católicas u ortodoxas, que mañana, 7 de enero, celebran la natividad del Señor, y en el día de la Epifanía, recordó que se celebraba la Jornada Mundial de la Infancia Misionera.
"Niños y niñas que en todas las partes del mundo difunden la alegría de ser amigos de Jesús y se empeñan con su oración y sus ofrendas a sostener a los misioneros del Evangelio", señaló el Papa, quien se paró a saludar con la mano a los grupos de niños y jóvenes, algunos recién confirmados, que se habían concentrado en la Plaza de San Pedro para asistir al rezo con el Pontífice.
Catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, solemnidad de la Epifanía, el Evangelio nos habla de los Magos que, al llegar a Belén, abren sus cofres y ofrecen a Jesús oro, incienso y mirra (cf. Mt 2,11). Estos sabios de Oriente son famosos por los regalos que trajeron; pensando en su historia, podríamos decir que, ante todo, reciben tres dones: tres preciosos dones que también nos conciernen a nosotros. Veamos cuáles son.
El primero es el don de la llamada. Los Magos no la intuyeron leyendo las Escrituras o a través de una visión de ángeles, sino estudiando las estrellas. Esto nos dice algo importante: Dios nos llama a través de nuestros más grandes deseos y aspiraciones. Los Magos se dejaron asombrar e incomodar por la novedad de la estrella y se pusieron en camino hacia lo que no conocían. En cuanto hombres cultos y sabios, les fascinaba más lo que no sabían que lo que sabían. Se sintieron llamados a ir más allá. Esto también es importante para nosotros: estamos llamados a no contentarnos, a buscar al Señor saliendo de nuestra comodidad, caminando hacia Él con los demás, sumergiéndonos en la realidad. Porque Dios llama cada día, aquí y hoy, en nuestro mundo.
A continuación, los Magos nos hablan de un segundo don: el discernimiento. Como buscan un rey, van a Jerusalén para hablar con el rey Herodes, quien, sin embargo, es un hombre ávido de poder y quiere utilizarlos para eliminar al Mesías niño. Pero los Magos no se dejan engañar por Herodes. Saben distinguir entre la meta del viaje y las tentaciones que encuentran en el camino. Abandonan el palacio de Herodes y, atentos a los signos de Dios, ya no pasarán por allí, sino que volverán por otro camino (cf. v. 12). ¡Qué importante es saber distinguir la meta de la vida de las tentaciones del camino! ¡Saber renunciar a lo que seduce, pero lleva por mal camino, para comprender y elegir los caminos de Dios! El discernimiento es un gran don, y nunca hay que cansarse de pedirlo en la oración. ¡Pidamos esta gracia!
Por último, los Reyes Magos nos hablan de un tercer don: la sorpresa. Tras un largo viaje, ¿qué encuentran estos hombres de alta posición social? Un bebé con su madre (cf. v. 11): una escena ciertamente tierna, pero no asombrosa. No ven ángeles como los pastores, sino que encuentran a Dios en la pobreza. Tal vez esperaban un Mesías poderoso y prodigioso, y se encuentran con un bebé. Sin embargo, no creen haberse equivocado, saben reconocerlo. Acogen la sorpresa de Dios y viven su encuentro con Él maravillados, adorándole: en la pequeñez reconocen el rostro de Dios. Humanamente todos estamos inclinados a buscar la grandeza, pero es un don saber encontrarla de verdad: saber encontrar la grandeza en la pequeñez que Dios tanto ama. Porque así es como se encuentra al Señor: en la humildad, en el silencio, en la adoración, en los pequeños y en los pobres.
Hermanos y hermanas, todos somos llamados por Jesús, todos podemos discernir su presencia, todos podemos experimentar sus sorpresas. Hoy sería bueno recordar estos dones, que ya hemos recibido: recordar cuándo sentimos una llamada de Dios en nuestra vida; o cuándo, quizá después de mucho esfuerzo, fuimos capaces de discernir su voz; o también, en una sorpresa inolvidable que Él nos ha dado, asombrándonos. Que la Virgen nos ayude a recordar y custodiar los dones recibidos.
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