"Les deseo un año nuevo lleno de la Presencia misericordiosa de Dios. Que el Señor los bendiga" Papa: "El mundo puede dividirse en dos tipos de personas: los que dan gracias y los que creen que todo se les debe"
"El mundo necesita esperanza y, con la gratitud, transmitimos esperanza"
"No dejemos de agradecer: si somos portadores de gratitud, también el mundo se vuelve mejor"
"Cuando das gracias, expresas la certeza de ser amado. Es el descubrimiento del amor como fuerza que gobierna el mundo"
"En nuestra existencia, más de una persona nos ha mirado con ojos puros, gratuitamente"
"Hemos sido pensados antes de que aprendiéramos a pensar; hemos sido amados antes de que aprendiéramos a amar; hemos sido deseados antes de que en nuestro corazón surgiera un deseo"
"Cuando das gracias, expresas la certeza de ser amado. Es el descubrimiento del amor como fuerza que gobierna el mundo"
"En nuestra existencia, más de una persona nos ha mirado con ojos puros, gratuitamente"
"Hemos sido pensados antes de que aprendiéramos a pensar; hemos sido amados antes de que aprendiéramos a amar; hemos sido deseados antes de que en nuestro corazón surgiera un deseo"
"Hemos sido pensados antes de que aprendiéramos a pensar; hemos sido amados antes de que aprendiéramos a amar; hemos sido deseados antes de que en nuestro corazón surgiera un deseo"
El Papa Francisco aprovecha la catequesis sobre la oración de acción de gracias para desear un año bendecido por Dios e invitar a la gratitud. Porque “el mundo necesita esperanza y, con la gratitud, transmitimos esperanza” y porque “si somos portadores de gratitud, también el mundo se vuelve mejor”. Francisco también se solidarizó con el pueblo croata, víctima de un terremoto y pidió a las autoridades que "tomen las medidas adecuada para aliviar el sufrimiento de la querida población croata"
Primera carta de Pablo a los Tesalonicenses: “Hermanos, estad siempre alegres, rezad constantemente y dad gracias en cualquier circunstancia...”
Texto íntegro de la catequesis
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Quisiera detenerme hoy en la oración de acción de gracias. Y hago referencia a un episodio del evangelista Lucas. Mientras Jesús estaba en camino, se le acercaron diez leprosos que imploran: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» (17,13). Sabemos que, para los enfermos de lepra, al sufrimiento físico se le unía la marginación social y religiosa. Jesús no rehuye al encuentro con ellos. A veces va más allá de los límites impuestos por la ley y toca al enfermo, lo abraza, lo sana. En este caso no hay contacto. A distancia, Jesús les invita a presentarse donde los sacerdotes (v. 14), los cuales estaban encargados, según la ley, de certificar la sanación. Jesús no dice otra cosa. Ha escuchado su oración, su grito de piedad, y les manda enseguida donde los sacerdotes.
Los diez se fían, van enseguida, y mientras están yendo se curan, los diez. Los sacerdotes habrían por tanto podido constatar su sanación y devolverles a la vida normal. Pero aquí viene el punto más importante: de ese grupo, solo uno, antes de ir donde los sacerdotes, vuelve atrás a dar las gracias a Jesús y alabar a Dios por la gracia recibida. Y Jesús nota que ese hombre era un samaritano, una especie de “hereje” para los judíos de la época. Jesús comenta:«¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?» (17,18).
Este pasaje, por así decir, divide el mundo en dos: quien no da las gracias y quien da las gracias; quien toma todo como si se le debe, y quien acoge todo como don, como gracia. El Catecismo escribe: «Todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias» (n. 2638). La oración de acción de gracias comienza siempre desde aquí: del reconocerse precedidos por la gracia. Hemos sido pensados antes de que aprendiéramos a pensar; hemos sido amados antes de que aprendiéramos a amar; hemos sido deseados antes de que en nuestro corazón surgiera un deseo. Si miramos la vida así, entonces el “gracias” se convierte en el motivo conductor de nuestras jornadas.
Para nosotros cristianos el dar las gracias ha dado nombre al Sacramento más esencial que hay: la Eucaristía. La palabra griega, de hecho, significa precisamente esto: acción de gracias. Los cristianos, como todos los creyentes, bendicen a Dios por el don de la vida. Vivir es ante todo haber recibido. Todos nacemos porque alguien ha deseado para nosotros la vida. Y esto es solo la primera de una larga serie de deudas que contraemos viviendo. Deudas de reconocimiento. En nuestra existencia, más de una persona nos ha mirado con ojos puros, gratuitamente. A menudo se trata de educadores, catequistas, personas que han desempeñado su rol más allá de la medida pedida por el deber. Y han hecho surgir en nosotros la gratitud. También la amistad es un don del que estar siempre agradecidos.
Este “gracias”, que el cristiano comparte con todos, se dilata en el encuentro con Jesús. Los Evangelios testifican que el paso de Jesús suscita a menudo alegría y alabanza a Dios en aquellos que lo encontraban. Las narraciones de la Navidad están llenas de orantes con el corazón ensanchado por la llegada del Salvador. Y también nosotros hemos sido llamados a participar en esta inmensa exultación. Lo
sugiere también el episodio de los diez leprosos sanados. Naturalmente todos estaban felices por haber recuperado la salud, pudiendo así salir de esa interminable cuarentena forzada que les excluía de la comunidad. Pero entre ellos hay uno que a la alegría añade alegría: además de la sanación, se alegra por el encuentro sucedido con Jesús. No solo está libre del mal, sino que ahora también posee la certeza de ser amado. Cuando das gracias, expresas la certeza de ser amado. Es el descubrimiento del amor como fuerza que gobierna el mundo. Dante diría: el Amor «que mueve el sol y las otras estrellas» (Paraíso, XXXIII, 145). Ya no somos viajeros errantes que vagan por aquí y por allá: tenemos una casa, vivimos en Cristo, y desde esta “casa” contemplamos el resto del mundo, y este nos aparece infinitamente más bello. Somos hijos y hermanos del Amor. Somos hombres y mujeres de gracia.
Por tanto, hermanos y hermanas, tratemos de estar siempre en la alegría del encuentro con Jesús. Cultivamos la alegría. Sin embargo el demonio, después de habernos engañado, nos deja siempre tristes y solos. Si estamos en Cristo, ningún pecado y ninguna amenaza nos podrán impedir nunca continuar con alegría el camino, junto a tantos compañeros de viaje.
Sobre todo, no dejemos de agradecer: si somos portadores de gratitud, también el mundo se vuelve mejor, quizá solo un poco, pero es lo que basta para transmitirle un poco de esperanza. El mundo necesita esperanza y, con la gratitud, transmitimos esperanza.Todo está unido y conectado, y cada uno puede hacer su parte allá donde se encuentra. El camino de la felicidad es el que San Pablo ha descrito al final de una de sus cartas: «Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros. No extingáis el Espíritu» (1 Ts 5,17-19).
Saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:Hoy reflexionamos sobre la oración de acción de gracias. El evangelista Lucas nos relata cómo Jesús curó diez leprosos, pero sólo uno volvió a darle las gracias, precisamente un samaritano, considerado “hereje” por los judíos. En esa ocasión Jesús comentó: «¿Sólo este extranjero volvió para glorificar a Dios?». Así nos muestra cómo el mundo puede dividirse en dos tipos de personas: los que dan gracias y los que creen que todo se les debe. La oración de acción de gracias nace precisamente de sentir que todo lo que tenemos es don, que estamos vivos, porque alguien nos ha querido antes incluso de que nosotros aprendiéramos a pensar, amar o desear.
Los cristianos, hemos dado el nombre de “Eucaristía”, que en griego significa acción de gracias, al principal sacramento de nuestra fe. Nosotros damos gracias por la vida y por todo lo que ella nos da; pero, como el leproso samaritano, no sólo agradecemos los dones, sino en ellos, el encuentro con Jesús. Ese leproso se distinguió de los otros porque entendió que debía dar gracias por su curación, pero sobre todo por haber conocido cuánto le amaba Jesús. También nosotros estamos llamados a ser testigos, con la acción de gracias, de esa alegría, pues hemos encontrado una casa, donde nos sentimos acogidos y amados. El demonio busca dejarnos solos y tristes, sin embargo no estamos solos. Con Jesús podemos estar siempre alegres, porque nada puede separarnos de su amor.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a responder a esta alegría del encuentro con Jesús como nos pide el apóstol san Pablo, dando gracias en cualquier situación y siendo perseverantes en la oración. Y a todos les deseo un año nuevo lleno de la Presencia misericordiosa de Dios. Que el Señor los bendiga.
Saludo en italiano
"Ayer un terremoto provocó víctimas y daños inmensos en Croacia. Expreso mi cercanía a los heridos y a todos los que han sido golpeados por el seísmo, y rezo en especial por todos los que han perdido la vida y por sus familiares. Deseo que los gobernantes del país y las autoridades internacionales puedan tomar las medidas adecuada para aliviar el sufrimiento de la querida población croata".
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