Las leyes del libre mercado afectan hasta a las cuestiones más sacras Ratzinger, un Papa sin suvenires
La muerte de Benedicto XVI pasa sin pena ni gloria por las estanterías de las tiendas que hacen el agosto al calor del Vaticano vendiendo recuerdos y minucias con cada evento pontificio
El predilecto sin duda es el santo Juan Pablo II,mientras que Benedicto XVI, está prácticamente desaparecido en estos negocios
"Estamos vendiendo muy poco pese a su muerte, quizá porque no gobierna desde hace muchos años y puede que mucha gente lo haya olvidado. Hay muy poca demanda", lamenta Gabriele, vendedora
Un caso distinto es el de la Galería Arte Poli, que ofrece cuadros y esculturas preciadas en el pintoresco barrio romano de Borgo y en cuyo escaparate luce una de las últimas túnicas talares de Benedicto XVI como pontífice
"Estamos vendiendo muy poco pese a su muerte, quizá porque no gobierna desde hace muchos años y puede que mucha gente lo haya olvidado. Hay muy poca demanda", lamenta Gabriele, vendedora
Un caso distinto es el de la Galería Arte Poli, que ofrece cuadros y esculturas preciadas en el pintoresco barrio romano de Borgo y en cuyo escaparate luce una de las últimas túnicas talares de Benedicto XVI como pontífice
| Gonzalo Sánchez
(RD/EFE).- Las leyes del libre mercado afectan hasta a las cuestiones más sacras y cientos de tiendas hacen el agosto al calor del Vaticano vendiendo recuerdos y minucias con cada evento pontificio. Sin embargo, la muerte de Benedicto XVI ha pasado sin pena ni gloria por sus estanterías. Es el Papa sin suvenires.
Los turistas que vienen a Roma suelen husmear y cargar en estos puestos donde se acumulan todo tipo de baratijas con las efigies de los pontífices: rosarios de presuntos metales, plaquitas, imanes, postales, dedales, vasos y un sinfín de ocurrencias dirigidas a atiborrar el suculento mercado turístico de la capital italiana.
El predilecto, sin duda, es el santo Juan Pablo II, cuya imagen se imprime -en resoluciones más que cuestionables- en cualquier lado, al igual que Francisco, mientras que el papa que reinó entre ambos, Benedicto XVI, está prácticamente desaparecido en estos negocios.
El altar del suvenir
Ni siquiera su muerte, el sábado 31 de diciembre, a los 95 años, o su capilla ardiente, que ha atraído a decenas de miles de personas al Vaticano, le ha elevado a los plásticos altares del "souvenir", donde su demanda "siempre" fue baja, según comentan los comerciantes.
"Benedicto XVI tiene poco o nada de mercado. También estamos en Navidad y las fábricas no han producido objetos, pero tampoco hay una gran demanda de lo poco que ya tenemos", asume Cesare, tras el mostrador de uno de estos puestos desde 1996.
En la tienda no hay ni un alma y él se entretiene preparando unas bolsitas con rosarios de madera y la foto del Papa alemán. "Llegar después de Juan Pablo II lo penalizó", opina, incapaz aún de olvidar el multitudinario -y provechoso- funeral de Wojtyla en 2005.
El negocio de Elisa anuncia en su letrero "objetos sagrados", pero en su escaparate solo cuelgan dos austeras estampitas con oraciones de Benedicto XVI al precio de 1,50 euros. "Trabajo en este sector desde hace muchos años y nunca hubo una gran demanda", secunda.
Lo mismo constata Gabriele en la tienda en la que trabaja, frente a la puerta vaticana de Santa Anna. "Estamos vendiendo muy poco, pese a su muerte, quizá porque no gobierna desde hace muchos años y puede que mucha gente lo haya olvidado. Hay muy poca demanda", lamenta.
Un futuro 'Museo de los Papas'
Un caso distinto es el de la Galería Arte Poli, que ofrece cuadros y esculturas preciadas en el pintoresco barrio romano de Borgo, entre la Santa Sede y el río Tíber, y en cuyo escaparate luce una de las últimas túnicas talares de Benedicto XVI como pontífice.
Dentro, Ivan Marsura trabaja en la apertura futura de un "Museo de los Papas" enriquecido con los enseres pontificios que recabó en los últimos 18 años como 600 objetos, unos mil autógrafos y 17.000 fotos históricas vaticanas, entre otros tesoros.
En este futuro museo, cuyos beneficios irán "íntegramente" a obras de beneficencia, según promete, el recuerdo del Pontífice alemán ocupará un lugar más que destacado.
"Exponer y hacer ver a la población estos objetos es un modo de acercar a la gente a conocer la historia de los papas. Creo que todo objeto narra un aspecto de la vida de una persona, por lo que era muy importante recoger este material para que no se perdiera".
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