Parolin reclama "un diálogo abierto y una confrontación respetuosa con la parte china" Roma acata el nombramiento del obispo de Shanghái, pero advierte a Pekín: "Que se reconozca cuanto antes una Conferencia Episcopal china"
"Ambos traslados se realizaron sin la participación de la Santa Sede. Este modus procedendi parece despreciar el espíritu de diálogo y cooperación que se ha establecido entre el Vaticano y la parte china a lo largo de los años y que ha encontrado un punto de referencia en el Acuerdo"
"Esperamos que pueda, de acuerdo con las Autoridades, favorecer una solución justa y sabia de algunas otras cuestiones pendientes desde hace tiempo en la Diócesis, como -por ejemplo- la posición de los dos Obispos Auxiliares, S.E. Mons. Thaddeus Ma Daqin, que sigue impedido, y S.E. Mons. Joseph Xing Wenzhi, que se ha jubilado"
"Es indispensable, que todos los nombramientos episcopales en China, incluidos los traslados, se hagan por consenso, según lo acordado, y manteniendo vivo el espíritu de diálogo entre las Partes. Juntos debemos evitar situaciones discordantes que creen desacuerdos y malentendidos incluso dentro de las comunidades católicas, y la buena aplicación del Acuerdo es uno de los medios para lograrlo, junto con el diálogo sincero"
"Demasiadas sospechas frenan y obstaculizan la obra de evangelización: los católicos chinos, incluso los definidos "clandestinos", merecen confianza, porque desean sinceramente ser ciudadanos leales y ser respetados en su conciencia y en su fe"
"Es necesario superar la desconfianza hacia el catolicismo, que no es una religión que deba considerarse extraña -y menos aún contraria- a la cultura de ese gran pueblo"
"Hemos firmado un Acuerdo que puede calificarse de histórico, pero que necesita ser aplicado en su totalidad y de la forma más correcta posible. Hoy, en el momento crucial de su aplicación, ¡necesitamos la buena voluntad, el consenso y la cooperación que nos han permitido suscribir este pacto clarividente!"
"Es indispensable, que todos los nombramientos episcopales en China, incluidos los traslados, se hagan por consenso, según lo acordado, y manteniendo vivo el espíritu de diálogo entre las Partes. Juntos debemos evitar situaciones discordantes que creen desacuerdos y malentendidos incluso dentro de las comunidades católicas, y la buena aplicación del Acuerdo es uno de los medios para lograrlo, junto con el diálogo sincero"
"Demasiadas sospechas frenan y obstaculizan la obra de evangelización: los católicos chinos, incluso los definidos "clandestinos", merecen confianza, porque desean sinceramente ser ciudadanos leales y ser respetados en su conciencia y en su fe"
"Es necesario superar la desconfianza hacia el catolicismo, que no es una religión que deba considerarse extraña -y menos aún contraria- a la cultura de ese gran pueblo"
"Hemos firmado un Acuerdo que puede calificarse de histórico, pero que necesita ser aplicado en su totalidad y de la forma más correcta posible. Hoy, en el momento crucial de su aplicación, ¡necesitamos la buena voluntad, el consenso y la cooperación que nos han permitido suscribir este pacto clarividente!"
"Es necesario superar la desconfianza hacia el catolicismo, que no es una religión que deba considerarse extraña -y menos aún contraria- a la cultura de ese gran pueblo"
"Hemos firmado un Acuerdo que puede calificarse de histórico, pero que necesita ser aplicado en su totalidad y de la forma más correcta posible. Hoy, en el momento crucial de su aplicación, ¡necesitamos la buena voluntad, el consenso y la cooperación que nos han permitido suscribir este pacto clarividente!"
| Vatican News
El Papa Francisco ha nombrado hoy obispo de Shanghái (China continental) a Joseph Shen Bin, trasladándolo desde la diócesis de Haimen, en la provincia de Jiangsu. Sobre esta decisión y la posible evolución del diálogo entre la Santa Sede y las autoridades de la República Popular China, el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, concedió la siguiente entrevista a los medios de comunicación vaticanos.
Eminencia, la Santa Sede ha anunciado la decisión del Santo Padre de nombrar a Mons. Joseph Shen Bin obispo de Shanghai, tiempo después de que el mismo prelado ya hubiera sido trasladado allí de facto desde la diócesis de Haimen. ¿Por qué ha sucedido esto y qué implica el gesto del Papa Francisco?
Para explicar lo sucedido, parece útil recordar los precedentes y las circunstancias del asunto. Como se recordará, el Acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos en China fue prorrogado por otros dos años el 22 de octubre de 2022. Aproximadamente un mes después, la Santa Sede tuvo que expresar su sorpresa y pesar ante la noticia de la instalación de S.E. Mons. John Peng Weizhao, obispo de Yujiang, como obispo auxiliar de la diócesis de Jiangxi, no reconocida por la Santa Sede y sin que ésta hubiera sido consultada o informada. Por lo que respecta a Shanghai, en cambio, la Santa Sede fue informada de la medida adoptada por las autoridades chinas de trasladar a Mons. Joseph Shen Bin, obispo de Haimen, pero, una vez más, no se vio implicada. La decisión de tomarse un tiempo antes de comentar públicamente el caso se atribuye a la necesidad de evaluar cuidadosamente tanto la situación pastoral de la diócesis de Shanghai, reconocida por la Santa Sede y que llevaba demasiado tiempo sin obispo, como la conveniencia de trasladar a monseñor Shen Bin, un pastor respetado.
Ambos traslados se realizaron sin la participación de la Santa Sede. Este modus procedendi parece despreciar el espíritu de diálogo y cooperación que se ha establecido entre el Vaticano y la parte china a lo largo de los años y que ha encontrado un punto de referencia en el Acuerdo. Sin embargo, el Santo Padre Francisco ha decidido sanar la irregularidad canónica creada en Shanghai, en vista del mayor bien de la Diócesis y del ejercicio fructífero del ministerio pastoral del Obispo. La intención del Santo Padre es fundamentalmente pastoral y permitirá a Mons. Shen Bin trabajar con mayor serenidad para promover la evangelización y favorecer la comunión eclesial. Al mismo tiempo, esperamos que pueda, de acuerdo con las Autoridades, favorecer una solución justa y sabia de algunas otras cuestiones pendientes desde hace tiempo en la Diócesis, como -por ejemplo- la posición de los dos Obispos Auxiliares, S.E. Mons. Thaddeus Ma Daqin, que sigue impedido, y S.E. Mons. Joseph Xing Wenzhi, que se ha jubilado.
Respetando la confidencialidad del texto, ¿podría decirnos qué prevé el Acuerdo Provisional al respecto o, al menos, si en él se prevén estos casos?
Como es sabido, el Acuerdo Provisional sobre el Nombramiento de Obispos en China fue suscrito entre las Partes el 22 de septiembre de 2018 con una vigencia de dos años y posteriormente renovado en dos ocasiones, la primera en 2020 y la segunda en 2022. El texto es confidencial porque aún no ha sido aprobado definitivamente. Gira en torno al principio fundamental del consenso en las decisiones que conciernen a los Obispos. En caso de que surjan situaciones que parezcan nuevas e imprevistas, se tratará de resolverlas de buena fe y con previsión, releyendo lo escrito e inspirándose en los principios que guiaron su redacción. Tratamos, pues, de aclarar este punto, en un diálogo abierto y una confrontación respetuosa con la parte china. Confiando en la sabiduría y la buena voluntad de todos, esperamos llegar a conclusiones positivas, útiles para proseguir el camino, superando todas las dificultades.
¿Cree que volverán a producirse traslados unilaterales de obispos en China? ¿Y por qué es importante que los nombramientos de obispos en China se hagan por consenso?
En primer lugar, me gustaría decir que los traslados de obispos de una diócesis a otra no son una anomalía canónica, sino medidas que forman parte, por así decirlo, de la "fisiología" del gobierno de la Iglesia en todo el mundo, cuando, por supuesto, las necesidades pastorales y, en última instancia, el bien de las almas así lo exigen. Incluso en China, si no se encuentra un candidato adecuado en la diócesis vacante, es útil buscarlo en un ámbito más amplio. En este sentido, la Santa Sede no está en contra del traslado de obispos a China. El problema surgiría si se produjera un traslado no consentido. En mi opinión, la correcta aplicación del Acuerdo permite evitar tales dificultades. Es importante, por tanto, incluso diría que indispensable, que todos los nombramientos episcopales en China, incluidos los traslados, se hagan por consenso, según lo acordado, y manteniendo vivo el espíritu de diálogo entre las Partes. Juntos debemos evitar situaciones discordantes que creen desacuerdos y malentendidos incluso dentro de las comunidades católicas, y la buena aplicación del Acuerdo es uno de los medios para lograrlo, junto con el diálogo sincero.
¿Qué otros temas sería importante que las dos Partes abordaran juntas y por qué?
Hay muchos temas que urge tratar, porque hay muchas situaciones complejas y cuestiones abiertas en la Iglesia de China. Mencionaré sólo tres: la Conferencia Episcopal; la comunicación de los obispos chinos con el Papa; la evangelización. En primer lugar, la Santa Sede desea que aumente la responsabilidad de los Obispos en la dirección de la Iglesia en China, y por ello es necesario que se reconozca cuanto antes una Conferencia Episcopal con estatutos adecuados a su naturaleza eclesial y a su misión pastoral. En este contexto, es necesario establecer una comunicación regular de los Obispos chinos con el Obispo de Roma, indispensable para una comunión efectiva, sabiendo que todo esto pertenece a la estructura y doctrina de la Iglesia católica, que las Autoridades chinas siempre han dicho que no quieren alterar. De hecho, hay que decir que demasiadas sospechas frenan y obstaculizan la obra de evangelización: los católicos chinos, incluso los definidos "clandestinos", merecen confianza, porque desean sinceramente ser ciudadanos leales y ser respetados en su conciencia y en su fe. Para que el Evangelio pueda difundirse con su plenitud de gracia y de amor, dando buenos frutos en China y para China, y para que Jesucristo "se haga chino con los chinos", es necesario superar la desconfianza hacia el catolicismo, que no es una religión que deba considerarse extraña -y menos aún contraria- a la cultura de ese gran pueblo. Será una gran alegría para nosotros cuando esto se haga realidad y confieso que personalmente rezo al Señor todos los días por esta intención.
¿Cómo ve el futuro del diálogo entre la Santa Sede y las autoridades de la República Popular China?
Ante todo quisiera decir que si he aceptado conceder esta entrevista es porque los fieles católicos, no sólo los de China, tienen derecho a estar debidamente informados. De hecho, he recibido muchas peticiones en este sentido de diversas comunidades eclesiales y de personas sinceramente interesadas en el tema. Espero, por tanto, que mis palabras sean de alguna utilidad a este respecto y contribuyan a aclarar y allanar las dificultades. Soy consciente de que los obstáculos en el camino minan la confianza y restan energía positiva. Sin embargo, las razones para el diálogo me parecen aún más fuertes. De hecho, el diálogo entre el Vaticano y la parte china sigue abierto y creo que es un camino en cierto modo obligatorio. Que haya problemas es inevitable, pero si este diálogo crece en la verdad y el respeto mutuo, puede ser fructífero para la Iglesia y para la sociedad china. Para hacerlo más fluido y fructífero, me parece que sería muy útil la apertura de una oficina permanente de enlace de la Santa Sede en China. Permítanme añadir que, en mi opinión, tal presencia no sólo favorecería el diálogo con las autoridades civiles, sino que también contribuiría a la plena reconciliación en el seno de la Iglesia china y a su camino hacia una deseable normalidad.
El servicio, inspirado en el Evangelio y no en intereses económico-políticos, que la Iglesia, precisamente por ser católica, presta a los pueblos y a su progreso humano, espiritual y material, está bajo la mirada de todos los observadores honestos. Como ya subrayó el Papa Benedicto XV en su Carta Maximum illud del 30 de noviembre de 1919: "La Iglesia de Dios es católica y no es extraña a ningún pueblo ni nación". Yo también deseo subrayar que la Iglesia católica tiene todavía mucho que dar a China, y que China tiene mucho que dar a la Iglesia católica.
En conclusión, hemos firmado un Acuerdo que puede calificarse de histórico, pero que necesita ser aplicado en su totalidad y de la forma más correcta posible. Hoy, en el momento crucial de su aplicación, ¡necesitamos la buena voluntad, el consenso y la cooperación que nos han permitido suscribir este pacto clarividente! La Santa Sede está decidida a poner de su parte para que el camino continúe.
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