"Los monjes no sabemos 'vender' tan preciado producto de la vida religiosa" Fray Francisco Rafael de Pascual ocso: "El colapso en el que nos encontramos es anticipo y presagio de muerte"
(Antonio Aradillas).- (Con fundadas certezas y la propia experiencia, presiento que, tratar este tema con el diccionario de la RAE en la mano, facilitará su lectura y entendimiento, descartando además sobresaltos ociosos, llenos de peligros y nada simpáticos: "Monje" ó "individuo que pertenece a una orden monacal, o a una congregación religiosa, y que vive en comunidad, sujeto a unas reglas y dedicado a la vida contemplativa".
De entre las acepciones del término "encrucijada", pongo el acento en "lugar en el que se cruzan varios caminos ", y en "situación en la que resulta difícil decidir", rechazando la de por sí, y absolutamente fuera de contexto, de "trampa o engaño con intención de hacer daño".)
Y para esclarecer términos y conceptos tan elementales, de trascendencia en la historia de la Iglesia y de la humanidad, de soberana actualidad en la programación pastoral y reformadora del papa Francisco, decidí pasar un largo "fin de semana" reflexionando sobre el tema y sus consecuencias. Para ello elegí la Abadía Cisterciense de santa María de Viaceli en Cóbreces -Cantabria-, cuya comunidad, hoy está compuesta por 24 monjes, -su Padre Abad es Fray Alejandro Castro-
De esta comunidad forma parte Fray Francisco Rafael de Pascual (OCSO), director a la vez de la Revista Cistercium "patrocinada `por la Conferencia Regional Española Cisterciense", presidida por el lema e indicativo orientador de "monacato siempre antiguo y siempre nuevo".
La autoridad del interlocutor -"Paco" para los amigos-, está más que demostrada cultural y científicamente, dentro y fuera de España, y en su diversidad de versiones y gestiones, ejerciendo su voto de estabilidad en sus ya largos 36 años de vida monástica, así como en sus publicaciones. Sus conocimientos y estudios sobre Thomás Merton, fraile universal y cuyos libros está catalogados entre los más leídos del mundo, acrecienta aún más la autoridad y prestigio intelectual y monástico de sus apreciaciones. De entre las de Fray Francisco de Pascual, aquí y ahora, subrayo las siguientes:
. La síntesis de la vida monástica, de clausura o contemplativa, se expresa en la idea y en el hecho de que "los cistercienses, revestidos por dentro y por fuera del aprecio religioso de la soledad, abandonaron sus tiendas en el desierto, regaron las tierras áridas y sedientas y el desierto floreció y dio frutos, no solo de virtudes y comportamientos cristianos, sino de sabidurías, escritores y tratadistas de ascética y mística. Ni fueron ni son simples autores espirituales, sino comunicadores de la ciencia de Dios, con lógica integración en la enseñanza y ejemplo del sentir y vivir en fiel consonancia con el evangelio y en común unión de vida con su propia comunidad y con el resto de los cristianos y aspirantes a serlo algún día".
. Hubo tiempos gloriosos en la historia, eclesiástica y no tanto, en los que monjes y monjas fueron los educadores de la fe del pueblo que, desde la contemplación- comunicación con Dios y vida consagrada, les era servida por ellos y ellas. La cultura, el cultivo del campo, el trabajo, el sentido integral de la vida y de la muerte, el respeto a la naturaleza- ecología, la vivencia religiosa, la interpretación de la vida y de la familia en armonía y solidaridad, la felicidad, el equilibrio entre lo humano y lo divino y la transcendencia, fueron asignaturas y disciplinas estudiadas, vividas y testimoniadas prevalentemente, y casi en exclusiva, en tantos lugares y estamentos, por monjes y monjas contemplativas. Unos y otras fueron "providencia divina", intérpretes e interlocutores- mediadores entre Dios y los hombres. ..
. ¿Y ahora?
La vida monástica atraviesa una de las etapas de mayor desolación que sea posible imaginar. Los monasterios se cierran. Dícese que cada mes se les echa definitivamente el cerrojo a uno de ellos en España. Después de 700 años seguidos de vida contemplativa en la ciudad de Pontevedra, acaba de clausurarse el último. No hay vocaciones. Así las cosas, casi no puede haberlas. Aunque todavía perduren en España, en conformidad con estadísticas oficiales, unos 800 conventos de clausura de monjas y 24 de monjes, el futuro es dramáticamente incierto. La comunidad de Viaceli en el que nos encontramos, llegó a contar con 8l monjes y hoy somos dos docenas, con una media de edad que ronda los 75 años.
. ¿Abocados a desaparecer?
Al paso que vamos, sí. Rotundamente sí. Y que a nadie le escandalice este diagnóstico, avalado sociológica y pastoralmente con multitud de razones y créditos. Por ejemplo, y aunque el papa Francisco no desaprovecha ocasión alguna para destacar la aportación que a la Iglesia - Iglesia pueda hacerle, y le haga, la vida contemplativa, los obispos no cuentan con los monjes y las monjas en ninguna de sus programaciones pastorales. Apenas si saben algo de nosotros, con la excepción de hacerse presentes, con báculo y mitra, en solemnidades "sociales", por titularlas de manera compasiva y misericordiosa. De los sacerdotes diocesanos - el llamado clero secular- , se ha de referir exactamente lo mismo. A pocos, muy pocos, se les ocurre pasarse unos días con nosotros acompañándonos en el rezo, o canto, de las "Horas Canónicas", concelebración de la Eucaristía, confraternizando en la vida de la comunidad, en la oración y en el trabajo...
. ¿Trabajo?
Sí, trabajo manual, en el campo o en la industria de cuyos productos viva la comunidad. Nosotros fabricamos quesos. Aprovecho la oportunidad que ofrece RD para recomendar su consumo. Es exquisito y barato. Elaborado con muy buena leche y, aunque no se alardee de haber contado con bendiciones y ritos especiales y litúrgicos, en su confección intervienen el trabajo-oración de los monjes y su dedicación propia a favor de la mejora y de la presentación. Nuestros monjes son ciertamente expertos en "quesología" así como en la teología contemplativa que tal tarea - ministerio lleva consigo. Además, y como reclamo anecdótico comercial para algunos potenciales clientes, son -somos- los mismos monjes y el padre abad, con los hábitos talares, quienes los servimos en la tienda monástica, lo que facilita tomar alguna foto de venta tan original, para mostrársela a familiares y amigos.
. Trabajo y oración -"ora et labora" benedictino-, son piezas claves en el planteamiento monástico de toda la vida. Es religión de la buena. No de la que contienen y expresan los ritos y las ceremonias. Es evangelio. Es vida y enseñanza de vida. Es Iglesia-Iglesia, sin necesidad de otros apelativos. Es de lamentar que los ritos hayan suplantado el hecho de la religión verdadera. Los ritos no se viven. Ni se practican. A lo más, se toleran, pero siempre a la espera de que, después de tantos siglos de vigencia, se cambien lo antes posible, siempre al servicio de la comunidad y del bien común, lo que esencialmente es, y define, a la Iglesia.
. ¿Pero, en definitiva, se acaban o no se acaban los conventos- monasterios de ellos y ellas?
Se están acabando. Solo una reforma en profundidad, y con urgencia, podrá impedir que se les eche el cerrojazo a instituciones de siglos y de tanta importancia pastoral, y no solo dentro de la Iglesia, sino en la sociedad en general. La reforma es -tendrá que ser- ciertamente profunda. Y será rechazada por muchos /as, con referencias también para los dicasterios romanos. La adoración y el servicio a los ritos y a los formulismos, carecen de autenticidad y cultura. Urge, por encima de todo, o de casi todo, aprovechar la necesidad de retiro, silencio y contemplación, a la vez que de comunidad, que en la actualidad manifiestan tener no pocos jóvenes, para hacer todo lo posible para facilitarles el acceso a los monasterios...
. ¿No serán también los propios monjes quienes dificultan tal acceso?
Lo son. Es decir, lo somos. Rutinas y miedos ancestrales, prohibiciones, consejos absurdos y fuera de lugar y de tiempo, los mal llamados e interpretados conceptos de "huida y abandono del mundo" y de "clausura", siguen imposibilitando que los jóvenes llamen a las puertas de los monasterios. Los monjes no sabemos "vender" tan preciado producto de la vida religiosa. La asignatura del marketing -mercadotecnia- es pecado en la Iglesia. También lo es la pedagogía de la recepción. Así no se puede seguir. Se acaban y nos acabamos.
. ¿Abades y abadesas con báculo y mitra?
Vamos a ser serios de verdad y ni siquiera citemos estos infantiloides "privilegios sagrados", llegando a lo sumo a propinarles con misericordia y cariño un "tirón de orejas", es decir, de mitras, a quienes todavía hacen uso de ellos, que debieron "haber pasado ya irreversiblemente a mejor vida". La autenticidad -humildad y humillación, y la vida en comunidad, es y constituye la verdadera cultura religiosa. Tampoco lo es el llamado "buenismo" piadoso. Lo es, por encima de todo, el convencimiento de co-creacion con Dios Creador del universo, mediante la aportación del trabajo.
La conversación dio mucho más de sí, pese a las obligadas interrupciones establecidas por la campana monástica -"la voz de Dios"- convocando al rezo o canto, de las "Horas Canónicas".
"En la sinfonía de la vida, a la oración- contemplación hay que concederle una parte muy meritoria".
"El colapso en el que nos encontramos es anticipo y presagio de muerte. La reforma, y su activa esperanza, son signos de redención y de vida".
"Todavía la 'colonización' de las monjas y de sus monasterios, forma parte de la pastoral de sus capellanes o directores espirituales".
"En la Regla de san Benito, el "Opus Dei" por antonomasia se le aplica a la oración que el monje realiza, y a cuyo ministerio se entrega de por vida y con todas sus consecuencias".
"Las imitaciones de firmas y marcas comerciales debieran estar rigurosamente prohibidas dentro y fuera de la Iglesia".
"Nuestra abadía de santa María de Viaceli dispone de hospedería. Es cómoda y barata. También cuentan con ellas las abadías catalanas de Monserrat y Poblet, si bien a estas las subvenciona la Generalitat. Por algo será, o sería. Nada es gratis, ni siquiera con envoltorios y signos piadosos"
"El fundamentalismo es fruto y consecuencia del desfase, del colapso, del desequilibrio y de la falta de armonía".
"Una persona -monje o no-, al igual que una institución, jamás será, y actuará, como "isla". El estilo "isla" no es religioso". "Huye, calla y contempla" es principio de vida ascética y monástica. Pero lo es, sobre todo, el de la común-unión y el diálogo".
Por eso mi agradecimiento a la comunidad de Viaceli, que presidida por su padre abad, mantuvo conmigo un amistoso diálogo a propósito de la publicación de mi libro reciente "Francisco, el papa reformador".