“Soy un privilegiado: he podido celebrar la Semana Santa” Jorge David Lorenzo, capellán militar en Turquía: “El contacto en el trabajo diario nos da más margen para la evangelización”
Acompañando espiritualmente a un pequeño contingente de 150 militares españoles, este sacerdote forma parte de la misión de paz movilizada por la OTAN para dar apoyo a la base militar turco-americana
Conviven en las zonas comunes de la base con mascarillas y guantes
"Los capellanes no patrullamos, no desinfectamos, pero estamos pendientes de los sentimientos de la gente"
"Los capellanes no patrullamos, no desinfectamos, pero estamos pendientes de los sentimientos de la gente"
“Los capellanes no patrullamos, no desinfectamos, pero estamos pendientes de los sentimientos de la gente”. Tras 18 años de sacerdote, desde que salió del seminario castrense y se ordenó, el capellán militar Jorge David Lorenzo atiende a Religión Digital desde Turquía y comparte sus reflexiones sobre la emergencia del coronavirus comenzada hace unos meses. Acompañando espiritualmente a un pequeño contingente de 150 militares españoles, este sacerdote forma parte de la misión de paz movilizada por la OTAN para dar apoyo a la base militar turco-americana.
Lleva tres meses -de un máximo de seis por misión- en la base, en una de las más grandes islas del sur de Turquía, y confiesa que “no tenemos ni psicólogo”, por lo que su escucha a los militares se hace imprescindible. “Esta es una misión de artillería diaria y, aunque la operatividad se mantiene, se va haciendo dura la distancia: la soledad de la base, la preocupación por los hijos, por los seres queridos enfermos…”, cuenta. Con el estallido de la pandemia, dos miembros del contingente ya han perdido a algún familiar en España, sin posibilidad de despedirse y con el doble estremecimiento de saber que Turquía declaró el cierre de fronteras con Italia y España.
“Por el tema de seguridad fuera, no se sale de la base, y con la pandemia se han paralizado las ofertas de ocio”, relata, testimoniando cómo los militares también están padeciendo, de alguna manera, un difícil confinamiento, aunque de momento “no tenemos ningún caso dentro de la base” que se haya contagiado del coronavirus. Turcos, americanos y el pequeño contingente español conviven en las zonas comunes de la base (como los comedores) con mascarillas y guantes mientras la ciudadanía de Turquía ha asumido el cierre preventivo de escuelas “y cuarentenas los fines de semana, intermitentes”.
Semana Santa por las víctimas de España
“El contacto en el trabajo diario con la gente nos da más margen para la evangelización”, dice de los capellanes militares Lorenzo, quien repite en una misión en la que trabajó hace dos años. “En la misa dominical me acompañan una media de 30 personas, aunque no tenemos capilla como tal, porque las instalaciones turcas no la tienen y lo que hacemos es acondicionar una sala de reuniones”, explica.
Consciente de las restricciones desplegadas en España para frenar la pandemia, confiesa con inmensa felicidad: “Soy un privilegiado: he podido celebrar la Semana Santa”. Aunque por ejemplo hay un musulmán en el contingente español, la mayoría son católicos y se sumaron a las celebraciones en solidaridad con las víctimas del coronavirus en España. “Oramos por la protección de los sanitarios, los vulnerables y la fuerza de los que han perdido a algún ser querido”, cuenta. “El Viernes Santo incluso procesionamos un Cristo, algunos fieles cantaron una saeta y lo fueron grabando para poder compartirlo con sus familiares en España”.
"El Viernes Santo incluso procesionamos un Cristo, algunos fieles cantaron una saeta y lo fueron grabando para poder compartirlo con sus familiares en España"
“Que nos sintamos pequeñitos”
Declarándose realista por educación familiar pero optimista a causa de su fe, Jorge David Lorenzo duda de si “la sociedad de verdad está haciendo reflexión” en medio de la emergencia del coronavirus o si “de cara al futuro” vamos a seguir sin darle “más dimensión al cuidado de la familia, al prójimo…”. Desde su punto de vista, los consagrados trabajan “reflexionando sobre esa fragilidad de los humanos” y por eso se siente interpelado por el contexto para afirmar “la dimensión trascendente” de la vida por encima de sus fugacidades.
“Un simple microbio o bacteria nos doblega como sociedad”, valora. “Ojalá esta situación nos haga encontrar dónde surge la verdadera felicidad y dejemos de equivocar nuestros objetivos vitales. No todo es escalar, tener poder…”. Como militar confía en la Operación Balmis y como sacerdote en la caridad “24 horas” que está demostrando la Iglesia, para difundir una mirada más humilde, menos orgullosa, que nos lleve a comprender “que estamos de paso” y lo único importante es amarnos y servirnos los unos a los otros. “Que nos sintamos pequeñitos”, desea, después de que la emergencia haya puesto nuestros objetivos del revés.