Tres prestigiosos teólogos inician las conferencias del Congreso internacional sobre las reformas de Francisco Rafael Luciani: 'La conversión pastoral implica revisar toda la estructura eclesial'
Los tres teólogos subrayaron, cada cual desde su ámbito de reflexión, su apoyo intelectual a las reformas papales que está implementando Francisco
Rafael Luciani: "El reto hoy es claro. Vincular la reforma de las mentalidades a la reforma de las estructuras, trabajar el proceso actual de reformas a la par de una revisión orgánica del código de derecho canónico"
Peter Hünermann: “Si la dignidad del ser humano debe ser garantizada para la mujer, las discriminaciones deben ser necesariamente evitadas absolutamente”
Carlos Schikendantz: 'No leer los signos de los tiempos es una traición al Evangelio'
Carlos Schikendantz: “Necesitamos líderes que, por convicción, cedan los espacios y el poder que les atribuye el actual derecho canónico”
Peter Hünermann: “Si la dignidad del ser humano debe ser garantizada para la mujer, las discriminaciones deben ser necesariamente evitadas absolutamente”
Carlos Schikendantz: 'No leer los signos de los tiempos es una traición al Evangelio'
Carlos Schikendantz: “Necesitamos líderes que, por convicción, cedan los espacios y el poder que les atribuye el actual derecho canónico”
Carlos Schikendantz: “Necesitamos líderes que, por convicción, cedan los espacios y el poder que les atribuye el actual derecho canónico”
Las tres primeras conferencias del Congreso internacional sobre las reformas de Francisco que se está celebrando en Caracas corrieron a cargo de tres grandes y prestigiosos teólogos: el venezolano Rafael Luciani, el argentino Carlos Schikendantz y el alemán Peter Hünermann, para subrayar, cada cual desde su ámbito de reflexión, su apoyo intelectual a las reformas papales, que está implementando Francisco.
Abrió el ciclo, el joven laico venezolano Rafael Luciani, que disertó sobre 'Tres ejes de la reforma en la Iglesia: conversión sinodal, pastoral y ministerial”. El teólogo comenzó asegurando que “con el Papa Francisco se inaugura una nueva fase en la recepción del Concilio Vaticano II, caracterizada por una giro eclesiológico que ha generado un proceso de transición de una Iglesia occidental y monocultural, que ha estado centralizada en Roma y en el primado, a otra mundial e intercultural, que abre paso a la autoridad de las Iglesias locales”.
Este proceso, que hunde sus raíces en Aparecida, pide, en el proceso actual de reformas tres conversiones: pastoral, sinodal y ministerial. “La relación que existe entre estas dos nociones explica la eclesiogénesis que estamos viviendo desde el inicio del pontificado de Francisco. La conversión pastoral representa la raíz genuinamente latinoamericana de la recepción, y la conversión sinodal la continuidad y profundización del espíritu del Concilio. Y de ambas surge, entonces, lo que podemos llamar una conversión ministerial, como ha acontecido en el Sínodo para la Amazonía”.
La conversión pastoral implica “revisar costumbres, estilos, horarios, lenguaje y toda la estructura eclesial”. Es decir, “no se trata de un mero cambio de lugar social, sino del lugar hermenéutico, desde donde se ve el mundo”. Y la consecuencia es que “se produce una inversión de la pirámide preconciliar eclesial, que conlleva la necesidad de emprender una reforma orgánica, que replantee las dinámicas y el manejo del poder y en las estructuras eclesiales a la luz de la eclesiología del Pueblo de Dios”
En este sentido, “la sinodalidad es la dimensión constitutiva y eje estructurador de la reforma”. Por eso, Luciani asegura: “Podemos hablar de un estilo sinodal que tiene que ser formado, y cuyas actitudes son la escucha, el discernimiento, el diálogo y la capacidad de construir consensos, y sin las cuales no se generarán los procesos de reforma que se requieren”.
O dicho de otra forma: “Podemos, entonces, hablar de un modo de proceder sinodal caracterizado por los siguientes pasos: (a) aconsejar en la Iglesia lo cual supone ver la realidad, recoger datos y escuchar opiniones; (b) juzgar y evaluar lo recogido en este proceso; (c) y aplicar lo asumido en orden a la misión de la Iglesia, es decir, actuar”.
Según Luciani, “el reto hoy es claro: vincular la reforma de las mentalidades a la reforma de las estructuras, o aún más, trabajar el proceso actual de reformas a la par de una revisión orgánica del código de derecho canónico. Aún así, hemos de reconocer que esto conlleva siempre un problema de modelo eclesiológico”.
Intervino, a continuación, el profesor alemán Peter Hünermann, uno de los referentes de la teología centroeuropea, a la altura de maestros como Kasper, Küng o Ratzinger, con una breve ponencia centrada en “los signos de los tiempos”.
#SeminarioTeologia2019 Con el discernimiento de la acción del Espíritu Santo es como se pueden leer los signos de los tiempos, expresó Peter Hünermann en el Seminario Internacional de Teología 2019 pic.twitter.com/6xdLnLemQ2
— Conferencia Episcopal Venezolana CEV (@CEVmedios) 21 de noviembre de 2019
A su juicio, “el Concilio Vaticano II, la invitación de Juan XXIII y la recepción conciliar de estas décadas han ubicado a la cuestión de los signos de los tiempos, su comprensión y su significado para la reflexión de la fe y para la vida de la Iglesia, en el foco de la teología”.
Según Hünermann, “los signos de los tiempos no son simplemente sucesos históricos, tendencias e ideales sociales. Más bien, es la perspectiva de los signos en los cuales se anuncia y atestigua la presencia y la acción del Espíritu Santo en nuestra historia presente. La comunidad de creyentes participa en todos estos movimientos históricos”.
Y aterrizó el tema de los signos de los tiempos en la “posición de las mujeresen la sociedad y en la Iglesia”. Y el profesor alemán aseguró: “Si la dignidad del ser humano debe ser garantizada para la mujer, las discriminaciones deben ser necesariamente evitadas, absolutamente. Aquí queda claro que la dignidad humana, la libertad humana en el curso de la historia, no sin la mediación de las relaciones sociales co-constituidas por la tecnología y la economía, llevan a estándares valóricos históricamente cambiantes. La nueva forma de libertad humana y de posibilidades de la libertad en la sociedad moderna conduce a la conformación de un ethos nuevo y diferenciado. Aquí es precisamente donde brilla la obra del Espíritu de Dios, porque queda claro cómo el ser humano, al moldear sus relaciones sociales, recibe la posibilidad de desarrollar ulteriormente su propia identidad en los cambios históricos como una identidad dada por Dios”.
El otro signo de los tiempos que abordó el doctor Hünermann fue “la cuestión del caso de los abusos en la Iglesia”. A su juicio, “el mal uso del poder y de la autoridad en la Iglesia, que se produce en tres variantes: se trata de un privilegio sociocultural desarrollado históricamente que se asume de forma completamente natural. A él se suman los escándalos financieros y los escándalos de abuso sexual. El resultado es una tremenda pérdida de confianza y credibilidad de los obispos, los sucesores de los apóstoles encargados de la misión pública de proclamar, con el poder del Espíritu, el Evangelio y la Buena Nueva de la salvación por medio de Jesucristo a todos los seres humanos”.
Para Hünermann, “el ministerio o servicio cristiano de obispos y sacerdotes, de hecho, se ha desarrollado históricamente de tal manera que ha tenido como resultado un privilegio sociocultural y una acumulación de poder. Se presenta de este modo en un contraste perturbador con el tipo de ministerio y misión como lo ha querido Jesús según el testimonio del evangelio”.
Por eso, “esta contradicción se convierte en particularmente grave cuando, con el uso de la autoridad, se abusa sexualmente de personas que dependen de ellas, en particular, de los menores. Del mismo modo, las donaciones y las contribuciones financieras que sirven a fines benéficos cristianos y se confían a la Iglesia y a sus autoridades han sido objeto de abuso para beneficio personal. Cuentas y bancos de la Iglesia, que se benefician de la confianza en las autoridades eclesiásticas, han sido utilizados para el lavado criminal de dinero”.
El profesor alemán afirmó: “Esta situación debe ser remediada mediante controles de funcionamiento y de poder significativos e independientes”.
Y añadió: “Esta constatación no es una invitación, simplemente, a introducir de una manera acrítica una constitución democrática y política en la Iglesia. La naturaleza de la Iglesia no se basa en la soberanía popular. Tiene su origen en el proyecto salvífico de Dios, revelado en Jesucristo crucificado y exaltado a la derecha del Padre. Pero, al mismo tiempo, ella es una Iglesia peregrina en el camino histórico de la conversión y en el camino hacia el Dios vivo que se revela a sí mismo”.
Y para concluir, Hünermann dijo que “solo en la escucha siempre renovada de los signos de los tiempos se puede proclamar hoy de manera creíble el evangelio”.
Cerró el primer turno de ponencias, el teólogo argentino Carlos Schikendantz, que abordó el tema de 'La reforma de la Iglesia y la crisis del clericalismo”. El ponente comenzó diciendo que “la idea de reformatio recorre buena parte de la historia del cristianismo occidental” y que “el Vaticano II representa un momento importante en el redescubrimiento de esta categoría en la historia de la Iglesia moderna”
En estos momentos, según el teólogo argentino “estamos un proceso de transición de un modelo teológico-cultural de Iglesia, fruto de una construcción milenaria, y por eso mismo, muy arraigado en las mentalidades, en la cultura institucional, incluso en su organización jurídica, hacia una nuevo modelo, que no tiene todavía su figura concreta, pero que posee ya algunos presupuestos, como los que se expresan en los conceptos de pueblo de Dios, sinodalidad o colegialidad”
Por eso, a su juicio, “es necesario revisar la noción de autoridad con la que se opera, noción que devino la clave de autopresentación de la Iglesia cara a las ideas de autonomía y libertad propias de la modernidad”.
Y romper con un modelo basado en estas prioridades: “de la Iglesia universal sobre las iglesias locales, de los ministros sobre la comunidad, de la estructura monárquica del ministerio sobre la estructura colegial, del ministerio sobre los carismas t de la unidad sobre la diversidad”.
Schikendantz aseguró con pasión que “no leer los signos de los tiempos es una traición al Evangelio” y “ que “necesitamos líderes que retomen la tradición de la Iglesia, releyéndola en nuestro tiempo”.
De lo contrario seguiremos anclados en el clericalismo, que es “el modelo teológico-cultural del que nos estamos desprendiendo” y que, a su juicio, es “un factor predominante en el fenómeno de los abusos sexuales del clero”. Porque “el abuso sexual es un abuso de poder, facilitado por el clericalismo”.
A su juicio, “o hay reforma de la autoridad o no hay reforma estructural de la Iglesia”, entre otras cosas porque “el Derecho Canónico protege a las autoridades y no a las comunidades”. De ahí que, según Schikendantz, “necesitamos líderes que, por convicción, cedan los espacios y el poder que les atribuye el actual derecho canónico”. Es decir, necesitamos “personas con altura y sensibilidad”, porque “sólo una Iglesia reformada pueda dar respuestas al mundo de hoy y a la sociedad actual”. Y el teólogo concluyó: “La buena noticia es que estamos en proceso de transición hacia un nuevo modelo”.
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