La misionera en Riobamba ha tenido "el apoyo de muchos laicos preocupados por las posibles represalias" Julia Serrano: "Monseñor Parrilla intentó borrar la memoria del obispo Proaño de la vida de los fieles"
"Estuve muy sufrida porque no es fácil, después de tantos años trabajando en la iglesia de Riobamba, tener que tomar una decisión tan dura"
"La denuncia ha llegado a muchísimas personas que no han dejado de llamarme o visitarme en la casa expresando su solidaridad, dándome ánimos y señalándome que cuente con su apoyo en caso de que fuere amenazada"
"Recogieron 500 firmas a favor de Parrilla y Nieves, de 264.048 habitantes que tiene la ciudad y de 524.004 personas que tiene la provincia de Chimborazo"
"Los laicos indicaban su solidaridad resaltando la valentía de la denuncia. Todavía sigue habiendo miedo"
"Tuve un excelente maestro. Mons. Proaño. Me considero bienaventurada de haber compartido con él su casa, su mesa y, su sabiduría y profetismo"
"Con tanto intermediario a Francisco no le llegan denuncias de simples misioneras como yo"
"Recogieron 500 firmas a favor de Parrilla y Nieves, de 264.048 habitantes que tiene la ciudad y de 524.004 personas que tiene la provincia de Chimborazo"
"Los laicos indicaban su solidaridad resaltando la valentía de la denuncia. Todavía sigue habiendo miedo"
"Tuve un excelente maestro. Mons. Proaño. Me considero bienaventurada de haber compartido con él su casa, su mesa y, su sabiduría y profetismo"
"Con tanto intermediario a Francisco no le llegan denuncias de simples misioneras como yo"
"Tuve un excelente maestro. Mons. Proaño. Me considero bienaventurada de haber compartido con él su casa, su mesa y, su sabiduría y profetismo"
"Con tanto intermediario a Francisco no le llegan denuncias de simples misioneras como yo"
La española Julia Serrano llegó a Riobamba en 1983, "cargando una guitarra, una biblia, que luego cambié por la Biblia Latinoamericana, y un equipaje de sueños". Allí se encontró con Leónidas Proaño, el obispo de los indios, con el que compartió "su casa, su mesa, su sabiduría y profetismo". Uno de sus sucesores, el también español Julio Parrilla intentó, entre otros atropellos, "borrar la memoria del obispo Proaño de la vida de los fieles". Y la misionera volvió a rebelarse contra la cúpula clerical. Con una denuncia en toda regla que provocó la renuncia del ya designado, pero aún no consagrado, obispo coadjutor con derecho a sucesión, Gerardo Neves.
La inmensa mayoría del clero y de los fieles se posicionaron con la monja-profeta y, aunque la cúpula clerical continúa censurándola, la misionera se mantiene impertérrita en sus denuncias: "Monseñor Parrilla intentó borrar la memoria del obispo Proaño de la vida de los fieles". Y continúa denunciando la situación de su diócesis. Porque "en mi casa me enseñaron a no mentir ni de palabra ni de silencio, por eso me urge la verdad como uno de los grandes valores del Reino. Y el pueblo merece nuestra transparencia".
No es habitual ver en los medios una denuncia como la suya. ¿Qué le ha movido a dar el paso de la denuncia pública? ¿Le ha costado, dado que dice que lo hizo "después de pensarlo, meditarlo y rezarlo"?
El cansancio de la falta de escucha. Que ignoren nuestros justos reclamos frente a la serie de problemas o necesidades. La indiferencia con la que se tratan nuestras denuncias, preocupaciones o planteamientos. El desencanto de la gente, de las comunidades cuando vamos a reclamar con ellos y ver, que al final, no pasa nada ni se toman decisiones respecto de nuestras demandas. La falta de diálogo, el secretismo con el que se tratan los asuntos diocesanos, dejando a que se actue sólo a través del consejo de presbiterio mientras al resto del pueblo de Dios, lo único que nos queda, es acatar órdenes o rebelarse. Yo me rebelé.
He tardado en escribir porque primero reclamé a algunos obispos amigos sobre la designación del nuevo obispo. Obtuve evasivas. Esperé a que me pasara el enojo del momento, recé, lo pensé, consulté con algunos amigos sacerdotes y después tomé la decisión. Estuve muy sufrida porque no es fácil, después de tantos años trabajando en la iglesia de Riobamba, tener que tomar una decisión tan dura.
¿Qué eco ha tenido su denuncia en la diócesis de Riobamba?
La denuncia ha llegado a muchísimas personas que no han dejado de llamarme o visitarme en la casa expresando su solidaridad, dándome ánimos y señalándome que cuente con su apoyo en caso de que fuere amenazada. He recibido apoyos de agentes de pastoral que hace tiempo trabajaron en la diócesis de Riobamba, de Bélgica, Francia, Italia, España y sobre todo de América Latina, tanto laicos, religiosos como sacerdotes.
Desde la estructura de la iglesia, sólo la carta que escribió el obispo Julio Parrilla y otra carta donde se pedían firmas de apoyo en las iglesias en favor de Parrilla y Nieves. Creo que recogieron 500 firmas, de 264.048 habitantes que tiene la ciudad y de 524.004 personas que tiene la provincia de Chimborazo. También hubo una encuesta en la que se preguntaba sobre cómo debería ser el obispo y respondieron 53 personas.
¿Algún intento de represalias por parte de los obispos?
No todavía.
¿El clero, mayoritariamente, se ha alineado en su contra?
Solamente un sacerdote me increpó por el escrito que hice, hablándome del escándalo que había armado y preocupado por “a quién van a poner ahora”. El resto, no se atreven a hacerlo de manera frontal. Sólo un sacerdote diocesano me ha reclamado directamente a mí. Lo que sí he tenido es mucha solidaridad de sacerdotes del exterior: Colombia, España, Italia y también de otras diócesis de Ecuador.
¿Y la gente, los laicos?
La gente ha colgado otra serie de denuncias en redes sociales, pero en general si he tenido el apoyo de muchos laicos preocupados por las posibles represalias. También indicaban su solidaridad resaltando la valentía de la denuncia. Todavía sigue habiendo miedo.
¿La denuncia profética implica sacrificios que usted está dispuesta a correr?
Tuve un excelente maestro. Mons. Proaño. Me considero bienaventurada de haber compartido con él su casa, su mesa y, su sabiduría y profetismo los últimos años de su obispado en Riobamba. El Marco Teórico de la iglesia de Riobamba, escrito por Mons. Proaño y luego asumido por el VI Sínodo diocesano de 1998, expresa que la iglesia debe ser signo y anticipo del Reino. Esto engloba a la esperanza operativa que no es otra cosa que generar las condiciones para que las comunidades, la gente tenga vida y vida en abundancia (Jn. 10,10). Sigo dispuesta a caminar los caminos del pueblo, de las comunidades, de los pobres, de los pueblos originarios, con los que he trabajado la mayor parte de mi vida en Ecuador.
De todas las tropelías cometidas por monseñor Parrilla y que usted denuncia, ¿cuál es la que más le duele?
Ha habido muchos atropellos, todos ellos, tristes acontecimientos para enumerarlos. Voy a referirme solo a dos. El primero tiene que ver con la “Casa Hogar Santa Cruz”. Esa la casa de todos, al estilo de la “Casa de mi amigo” de Ricardo Cantalapiedra. Ahí llegaban todos los Agentes de Pastoral cuando estábamos cansados, enfermos o para realizar trámites en Riobamba. Yo vivía ahí. Era la casa que acogía, ayudaba a curar, era la casa de todos. Ahí también se celebraban los cursos y talleres sobre realidad nacional, cristología, biblia, etc. Siempre teníamos cursos de formación permanente. Era el lugar de encuentro, de tardes alegres y noches de cantos, de oración y de intercambio. El obispo Parrilla la convirtió en un supuesto seminario mayor, para el que no creo hay permiso vaticano, donde los pocos seminaristas que hay van a estudiar a Ambato y regresan por la noche a pernoctar. Convertir al Hogar Santa Cruz en un hotel de lujo para unos cuantos ciudadanos que, supuestamente, van a salir a servir a las comunidades en los cerros, pues al menos, a mí, me resulta paradójico.
El segundo asunto fue el problema que originó Parrilla con el mural de Adolfo Pérez Esquivel, premio Nóbel de la paz en 1980. Como bien sabemos todos, al menos, en América Latina, Adolfo Pérez Esquivel es un gran escultor y pintor. El pintó, para la iglesia de Riobamba, antes que finalizara su periodo episcopal, Mons. Leonidas Proaño, un mural que recogía la historia de la iglesia latinoamericana, incluyendo a la iglesia de Riobamba. Una belleza.
El mural estaba destinado a ser el retablo central de la Catedral, pero luego, Mons. Corral le dio otro destino y lo puso, primero en el lateral izquierdo más o menos centrado; después se recuperaron unos cuadros, dicen que valiosos, y de nuevo se removió el mural. Está vez lo pasaron a la entrada de la Catedral entre unas rejas de madera para que la gente lo observara. Si uno va un poco apurado, ni se da cuenta de que está.
Tengo derecho a suponer que dicho mural no fue del agrado de monseñor Parrilla y lo sacó de la catedral. Cuando la gente empezó a notar su ausencia empezó a protestar. Tanto se protestó que al final, embadurnándole con un poco de pintura, dijo que es que lo había mandado a restaurar. Ya conocemos muchas restauraciones que han resultado una estafa, ¿verdad? El asunto es que, debido a la presión de la gente, el mural volvió a su lugar.
A mí me parece que este fue otro intento de borrar, de una vez, la memoria del obispo Proaño de la vida de los fieles. Es triste que no sólo se ignore la historia de la iglesia de Riobamba, sino que, además, se la quiera hacer desaparecer. ¿Dónde quedaría la historia de la iglesia universal si suprimimos a los santos padres?
¿Cuál ha sido y está siendo el papel del Nuncio, el español Carrascosa, en todo este asunto?
Ignorar las denuncias que se le han entregado en la Nunciatura y aliarse con el obispo Parrilla en las decisiones de nombrar obispo a Gerardo Nieves sin hacer una investigación profunda sobre la vida y actuación, como sacerdote, para ver si es o no digno de ser consagrado obispo de Riobamba.
¿Ha pensado en escribirla el Papa Francisco?
Si. Pero, ¿De qué serviría? Ya hemos enviado algunas denuncias al Vaticano y no llegan las respuestas. Tengo derecho a pensar que con tanto intermediario a Francisco no le llegan denuncias de simples misioneras como yo.
¿Cuánto tiempo lleva de misionera en Ecuador y a qué se dedica en estos momentos?
Llegué a Riobamba el 23 de enero de 1983. Cargando una guitarra, una biblia, que luego cambié por la Biblia Latinoamericana y un equipaje de sueños que poco a poco se fueron cristalizando, porque me quedé a vivir en la Casa Hogar Santa Cruz donde también vivía Mons, Proaño, y ahí empezó mi andadura por ese sueño de que la iglesia debe ser “signo y anticipo del Reino”.
En estos momentos estamos impartiendo (tenemos un equipo de catequistas y misioneros) talleres vía on line sobre derechos humanos y el acceso a la justicia. También trabajamos sobre los derechos de los pueblos originarios.
El clericalismo parece salir siempre triunfante. ¿No le dan ganas de tirar la toalla o ha optado por seguir luchando hasta el final?
No. No va conmigo dejar las cosas a medias. En mi casa me enseñaron a no mentir ni de palabra ni de silencio, por eso me urge la verdad como uno de los grandes valores del Reino. Y el pueblo merece nuestra transparencia.
Por una Iglesia mejor informada.
Solo gracias a tu apoyo podemos seguir siendo un medio de referencia.
Hazte socio/a de Religión Digital hoy