El Arzobispo Primado de México lo dice precisamente porque ve en esto un signo de algo que aún se está engendrando en la Iglesia, y también un desafío para su nación y para toda América Latina, siempre llamadas a profundizar más una fe que ha de conducir al encuentro con Jesús. En esta línea, el prelado recalca la necesidad de que el pueblo fiel conozca más y se deje interpelar por la Palabra de Dios, suscitando de ese modo la acción del Espíritu Santo. Así lo ha percibido en el acompañamiento que junto a sus hermanos obispos realizan en todas las diócesis de la nación, en comunión con el Papa Francisco y la Iglesia, participando en el Sínodo sobre la Sinodalidad convocado por el Santo Padre y que se lleva a cabo entre 2021 y 2023.
“La sinodalidad ha venido a descubrirnos una metodología y una espiritualidad que es necesario multiplicar, transmitir y bajar a las parroquias. Creo que hay una conciencia muy asumida de parte del episcopado mexicano, y nos falta irla bajando para que sea expresión de la vida de nuestros fieles en las distintas parroquias del país”, explica el cardenal.
Este estilo pastoral de comunión es un camino compartido por todo el pueblo de Dios y se ha visto providencialmente favorecido, según el arzobispo, por el Proyecto Global de Evangelización, una iniciativa impulsada por la Conferencia Episcopal de México después de que el Pontífice visitara esta nación en febrero de 2016 y les pidiera una acción común a todos los obispos.
Jóvenes, familia y conciencia social
Es así como este fuerte tiempo de discernimiento en la Arquidiócesis de México ya muestra frutos notables. Además de las propuestas con que contribuirán para la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en 2023, la Iglesia local ha recogido una pluralidad de voces de los fieles e identificado tres grandes prioridades para su acción evangelizadora. La primera apunta a las nuevas generaciones, por lo que se busca dotar a la pastoral juvenil de un cariz vocacional, no solo respecto de la promoción del sacerdocio o la opción religiosa, sino de crear espacios para que los jóvenes puedan descubrir para qué Dios les ha dado la vida. La segunda prioridad se orienta al trabajo con las familias, tantas de ellas “heridas por distintos factores, tales como, la violencia, las adicciones y las separaciones de matrimonios muy recientes que ha crecido mucho. Hay varios factores que debemos atender”, detalla el cardenal.
Finalmente, la tercera insistencia pastoral busca fortalecer la conciencia de responsabilidad social en el Pueblo de Dios, algo que tiene una gran relevancia en un país marcado por las brechas sociales, así como por el desafío enorme de acoger a las innumerables caravanas de migrantes que, viniendo desde Centro América y Haití, usan México como corredor natural para llegar hasta Estados Unidos. La emergencia humanitaria que esto genera desde hace años ha encontrado una respuesta generosa por parte de los católicos.
De la mano de la labor de concientización que desde la década de los 80 realiza en México el Instituto de Doctrina Social Cristiana, hoy el apostolado de agentes de pastoral permite que a lo largo del territorio funcionen 42 casas de acogida para migrantes. “Esto poco a poco ha ido permeando y creo que eso nos está ayudando mucho para que nuestras instituciones educativas y de servicio social, tengan conciencia de que este es el mejor ejercicio de su discipulado como fieles de Jesucristo”, concluye el obispo.
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