El que mira la Cruz se salva El Médico magnánimo

El Médico magnánimo
El Médico magnánimo

Vosotros sois luz del mundo

El Médico magnánimo 

Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna.” (Jn 3, 14-15) 

Comentario 

Resulta, al menos, extraño, si no es escandaloso, que Jesús asuma la imagen de la serpiente levantada en alto, señal que aparece en el Éxodo y que curaba a quien mordido de serpiente la mirara. Mas, a su vez, el Génesis representa al tentador en figura de serpiente, que halaga a los primeros padres con engaños para sucumbir en la desobediencia y en el orgullo. 

Si tenemos en cuenta que el símbolo del dios pagano Esculapio y de los médicos es la serpiente enroscada en un bastón, y los farmacéuticos tienen como logo la serpiente que vierte veneno sobre una copa, al proponer Dios a Moisés levantar en alto una serpiente, y al asumir Jesús esta misma imagen, cabe interpretar que es Jesús el verdadero médico, quien cura de la mordedura del mal a quien lo mira levantado en la Cruz. 

Por una extraña reacción, se da el caso, en quienes se han sentido pecadores, después de haber sido mordidos por los instintos más bajos, de retornar arrepentidos a la casa paterna. Al palpar el riesgo de muerte por degeneración, y verse postrados en su exilio voluntario, tras mirar de frente su pecado, contemplar al Crucificado, y sentir el escándalo de la Cruz, se han levantado de su postración

Jesús ha asumido nuestra carne de pecado, y se nos muestra en la Cruz como médico magnánimo, para ofrecernos la redención de nuestras infidelidades y sentir en su muerte la nuestra. Por la suya, nuestra curación y salvación son posibles. 

En Tiempo de Pascua, la señal a la que miramos ya no es la serpiente levantada, sino la Luz del cirio, que nos precede en el camino de la existencia y nos conduce hacia la plenitud del don del Espíritu Santo. El que camina tras la luz no tropieza. Jesús nos llega a decir: “Yo soy la Luz”, y también: “Vosotros sois luz del mundo”. 

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