¿Nos hemos olvidado de la diplomacia en el conflicto de Ucrania? Francisco parece que quiere viajar a Kiev y Moscú.
Pero lo más importante son los rostros concretos de historias truncadas por la muerte, la separación de sus seres queridos, la destrucción o el abandono de sus casas y bienes y tantas y tantas secuelas de una guerra cada vez más absurda.
Y las empresas de armamento militar, en ambos lados, calentando motores para ganar pingües beneficios. Muchos gobiernos, que se decían progresistas, abdican de sus principios pacifistas y de sus programas de desarme. La guerra ha puesto todo patas arriba…ya no sabemos quién es quién. Lo que está claro es que por ambas partes, hay muchos intereses para que la guerra continúe, no seamos inocentes.
Al parecer al único que se le ocurre seguir con la vía del diálogo es al Papa Francisco, y algunos utópicos o ingenuos calificados de locos por ir a contracorriente. Probablemente, muchos consejeros le digan que no hay nada que hacer, que es perder el tiempo. ¡Qué ocurrencia ir a Kiev y Moscú!
La voz de Francisco en Kiev y en Moscú tiene que ser la del evangelio de la Paz de Jesucristo; del mismo modo que Francisco de Asís visitó al sultán de Egipto. El Papa debería regresar a Roma, al menos con el alto el fuego en el bolsillo, y a partir de ahí que se retraten los que quieren poner bastones en las ruedas de ese brote, si se produce.
Si el Papa da este paso es porque quiere agarrarse al menos a un mínimo resquicio de paz. El único líder no contaminado por intereses económicos o de otro tipo es él. Y Putin lo sabe.
| José Luis Ferrando Lada
Para que no haya dudas quiero dejar bien clara mi posición desde el primer momento. Tengo cada día ante mí, como muchos ciudadanos, las imágenes de una guerra absolutamente desigual e injusta. Una superpotencia que ataca por intereses espúreos a otro país, sembrando un sufrimiento increíble y una destrucción total. Es evidente que hay unas víctimas y un verdugo. Pero lo más importante son los rostros concretos de historias truncadas por la muerte, la separación de sus seres queridos, la destrucción o el abandono de sus casas y bienes y tantas y tantas secuelas de una guerra cada vez más absurda. Esto es lo decisivo y es por lo que deseo que cese la guerra, para que la gente pueda volver a vivir. Y, en la medida de lo posible, pueda rehacer sus vidas.
Sin olvidar tampoco los corolarios: un Occidente que no termina de salir de una pandemia atroz, y que se enfrenta a una situación económica cuanto menos complicada; y medio mundo, particularmente en África, hambriento por la carencia de una alimentación básica. Ambas circunstancias a causa de la guerra, al menos en parte. El trigo se pudre en los silos y en los barcos. Ésta es otra razón más por la que quiero que se acabe esa maldita guerra. Y claro, la culpa es de Putin, pensamos muchos y estamos en contra. ¿No hay personas inteligentes y sesudas en nuestros gobiernos occidentales capaces de explorar vías diplomáticas? Empezamos a pensar mal…
Y con estos mimbres, la única reacción que tienen nuestros gobiernos es armarnos hasta los dientes para hacer frente al peligro de los rusos. Seguramente es que Putin debe ser malo, malísimo; y nosotros buenos, buenísimos. Y nos quedamos tan tranquilos, porque España en la cumbre de la OTAN ha tenido una excelente representación y los jerarcas de este mundo se han quedado prendados de nuestras maravillas. Pero, no olvidemos que poco antes se habían reunido en Alemania, en la Selva Negra, los “elegidos” del G7 para llegar a acuerdos secretos e inconfesables. Y las empresas de armamento militar, en ambos lados, calentando motores para ganar pingües beneficios. Muchos gobiernos, que se decían progresistas, abdican de sus principios pacifistas y de sus programas de desarme. La guerra ha puesto todo patas arriba…ya no sabemos quién es quién. Lo que está claro es que por ambas partes, hay muchos intereses para que la guerra continúe, no seamos inocentes. Todos los líderes con la boca grande afirman su voluntad de paz, pero con la boca pequeña pequeña desean que continúe un poco más. Algo se nos escapa en esta guerra al común de mortales.
Al parecer al único que se le ocurre seguir con la vía del diálogo es al Papa Francisco, y algunos utópicos o ingenuos calificados de locos por ir a contracorriente. Probablemente, muchos consejeros le digan que no hay nada que hacer, que es perder el tiempo. ¡Qué ocurrencia ir a Kiev y Moscú!
Evidentemente, lo primero que tienen que garantizar los organizadores de un posible viaje del Papa a Moscú es su seguridad y que Putin le reciba -aunque sea en la mesa larga valenciana-, pero que no le humille, dejándole libre para comprar iconos en cualquier mercadillo moscovita. Y lo segundo, es que los negociadores pacten antes un mensaje común que signifique un avance en el camino de la Paz. Un alto el fuego para iniciar una vía diplomática sólida entre Ucrania y Rusia, auspiciada por el Vaticano, y apadrinada por algunos países que ambos, Ucrania y Rusia, decidan. Pero mientras tanto que cesen las armas. Para eso se necesita diplomacia de la buena, y al parecer los vaticanistas tienen fama de ello. ¿Qué gana Putin si esto se produce? ¿Cuáles pueden ser las contrapartidas? Y Occidente ¿de qué palo puede ir si esto se produce? El Papa va por libre y les puede arruinar el negocio. Muchas deudas, interrogantes e ilusiones, pero lo prudente, lo conveniente, es volver a la diplomacia y bajar las armas. Cada ser humano que muere es un fracaso de la humanidad entera.
El Papa no irá a hacer un paripé, ni a legitimar ninguna de las posiciones. La Secretaria de Estado deberá hacer horas extras a la carrera, y mostrar sus mejores dotes. También el Papa Francisco tiene que contarles al resto de los patriarcas de las Iglesias ortodoxas abiertamente sus planteamientos y propuestas y, admitir sugerencias, para que no haya ambigüedades y rebotes. Y habrá que ver que piensa el Patriarca de Moscú, Kyril. En todo caso, la voz de Francisco en Kiev y en Moscú tiene que ser la del evangelio de la Paz de Jesucristo; del mismo modo que Francisco de Asís visitó al sultán de Egipto. El Papa debería regresar a Roma, al menos con el alto el fuego en el bolsillo, y a partir de ahí que se retraten los que quieren poner bastones en las ruedas de ese brote, si se produce.
Si el Papa da este paso es porque quiere agarrarse al menos a un mínimo resquicio de paz. El único líder no contaminado por intereses económicos o de otro tipo es él. Y Putin lo sabe. El sólo quiere el cese de la guerra, y que se inicie el trabajo para una paz justa. De hecho ya se ha acercado al menos un par de veces a la Embajada de Rusia en Roma. El Papa Francisco no puede permanecer impasible ante el gran sufrimiento de muchos hombres y mujeres en nuestro siglo XXI. Al menos, que la historia le juzgue por intentar la Paz en este conflicto, si el viaje, al final, se produce…