7 días de plegaria y trabajo manual
Y claro, hay que decirles que tienen una idea equivocada, que nosotros somos personas normales, como otras que están fuera del monasterio, en la vida ordinaria de la sociedad. Y que, como ellas, tenemos un horario de trabajo. Trabajo y oración. Y descanso. En una palabra: un horario muy equilibrado que permite, todo ello en su conjunto, vivir con una paz interior, y con una alegría que, todo ello sumado, nos da la posibilidad, muy valiosa desde el punto de vista humano, de hacer un trabajo en nuestro espacio interior, un trabajo en ruta hacia nuestra interioridad, hacia nuestro corazón, que da lugar a una maduración profunda como personas. Sería vivir aquel verso precioso de Rilke:
Has hecho la obra de los ojos,
ahora haz la obra del corazón.
Es la tarea y el servicio más apasionante de una vida monástica: hacer la obra del corazón. ¡Cuánto falta en nuestra sociedad llevar a cabo la obra del corazón! Porque es dedicar tu vida a trabajar tu propia persona; a penetrar en ese misterio que somos cada uno de nosotros y del que conocemos tan poca cosa.
Tampoco faltan otros que te dicen: Rece por mí, porque usted está más cerca de Dios.
Y hay que responder que estar en un monasterio no es estar más cerca de Dios. En todo caso puede ser un indicio de querer buscar a Dios con una prioridad total, y de que en un monasterio puedo encontrar un ambiente más favorable para hacer este camino. Pero como punto de partida: Dios está muy cerca de cada uno de nosotros, de cada persona. Esto es cierto: Dios en cada uno, sea que vive en el monasterio o en el ritmo trepidante de la sociedad, Dios está siendo la fuente de la vida de cada uno de nosotros. Dios nos espera a cada uno en el propio corazón con su luz, para iluminar toda nuestra existencia y llevarnos a vivir en la paz profunda de una relación con él.
Quizás aquí también nos pueden dar algo de luz otros versos de Rilke:
Solo hay una leve pared entre nosotros,
casual. Pues bien pudiera ocurrir
que la derribase sin ruido alguno,
un grito de Tu boca
o de la mía
…
Y puede ser que una gran energía
se mueva en mi vecindad…
¿Y qué puede haber de más apasionante en esta vida, que dedicarla a realizar un trabajo que nos permita descubrir a este Vecino tan íntimo que llevamos dentro, con nosotros? Que nos permita descubrir toda una preciosa energía que tiene en reserva nuestra persona, cada una de las personas que caminan y viven por los senderos de este mundo.
Nosotros los monjes y las monjas somos conscientes de esta belleza de la vida. Somos conscientes de una belleza singular que cada persona lleva en sí misma. Y somos conscientes de que no nos es permitido apropiárnosla exclusivamente para nosotros, sino buscar, de muy diversas maneras, compartirla con quienes deseen vivir esta experiencia singular.
Siendo consecuentes con todo esto la Congregación cisterciense de Aragón ha organizado del 16 a 23 de Julio de este año 7 días de plegaria y trabajo manual con los monjes. Un compartir durante una semana la vida cotidiana de los monjes.
Si alguien está interesado en vivir esta experiencia puede dirigirse a Fray Borja en esta dirección: hostatgeriadepoblet@gmail.com o al Tno 626553020
En el caso de que las interesadas sean mujeres, la Congregación cisterciense de Castilla del 9 al 13 de Junio de este año, os ofrece compartir una experiencia semejante. Esta experiencia está programada en el Monasterio cisterciense de monjas de san Andrés de Arroyo. Y quien tenga interés de participar puede dirigirse al
Monasterio san Andrés de Arroyo
34486 San Andrés de Arroyo Tno 979 14 20 03
O también a monasterio@sanbenitocist.es Tno 925 800 336
No se trata de convivencias vocacionales, pues la vocación es una obra de Dios que llama a cada uno cuando quiere y como quiere; y cada persona es, debe ser, libre para dar una respuesta.
Lo que pretendemos y ofrecemos es, simplemente, vivir esos valores que pongo de relieve al principio del escrito, y ser conscientes de que lo que vivimos los monjes o monjas, está al alcance de cualquier cristiano que tome en serio la dignidad de sí mismo, así como el deseo de hacer de su vida, donde se sienta llamado en la vida, a vivir unos valores profundos recibidos de Dios, y que te ponen en el camino de un sentido profundo de la existencia. Más que profundo, yo diría, o añadiría: apasionante.