La relación Roma-Beijing Por primera vez, China da pistas de que renovaría el acuerdo para la designación de obispos
La Cancillería del país oriental planteó que el acuerdo provisorio de 2018 que vence el 22 de septiembre "fue implementado con suceso" y confirma la hipótesis de una renovación
"El diálogo con China no es un camino fácil pero nos hemos embarcado con respeto", afirmó el jefe de la delegación de la Santa Sede en la negociación con Beijing
Tras un lustro de acercamiento entre China y el Vaticano desde las elecciones de Francisco y el presidente Xi Jinping con apenas un día de diferencia en marzo de 2013, el gran hito bilateral fue la firma, el 22 de septiembre de 2018, de un acuerdo para la designación conjunta de obispos, que permitiría poner fin a más de 50 años de divisiones dentro de la Iglesia china
Tras un lustro de acercamiento entre China y el Vaticano desde las elecciones de Francisco y el presidente Xi Jinping con apenas un día de diferencia en marzo de 2013, el gran hito bilateral fue la firma, el 22 de septiembre de 2018, de un acuerdo para la designación conjunta de obispos, que permitiría poner fin a más de 50 años de divisiones dentro de la Iglesia china
Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano
A casi diez días del vencimiento del acuerdo provisorio para la designación de obispos firmado por China y el Vaticano el 22 de septiembre de 2018 por dos años, y que constituyó el paso de acercamiento más grande de la historia de los lazos entre Beijing y Roma, el gobierno del gigante asiático avaló por primera vez la hipótesis de una renovación.
"Con los esfuerzos concertados de ambas partes, el acuerdo provisorio sobre el nombramiento de obispos entre China y el Vaticano se ha implementado con éxito desde que se firmó hace unos dos años", dijo en las últimas horas Zhao Lijian, portavoz de la cancillería china.
Los dichos del funcionario son en la práctica la primera señal clara desde Beijing de que se avanza hacia una renovación del acuerdo por uno o dos años, como sugirió hace algunas semanas uno de los negociadores vaticanos, Claudio Maria Celli.
"El diálogo con China no es un camino fácil pero nos hemos embarcado en un camino de respeto, atención, y comprensión recíproca para resolver los nudos que permanecen y las situaciones que nos dejan preocupados", planteó en su momento el arzobispo Claudio Maria Celli, jefe de la delegación de la Santa Sede en la negociación con Beijing.
"Pienso que probablemente deberemos reconfirmarlo todavía por uno o dos años, aunque todavía la Santa Sede no tomó una decisión al respecto, que luego será comunicada a las autoridades chinas", agregó Celli en declaraciones televisivas.
Tras un lustro de acercamiento entre China y el Vaticano desde las elecciones de Francisco y el presidente Xi Jinping con apenas un día de diferencia en marzo de 2013, el gran hito bilateral fue la firma, el 22 de septiembre de 2018, de un acuerdo para la designación conjunta de obispos, que permitiría poner fin a más de 50 años de divisiones en una Iglesia en la que por medio siglo convivieron obispos leales a Roma y obispos leales a Beijing.
En esa línea, con el texto del acuerdo aún secreto, se ha nombrado a Stefano Xu Hongwei como coauditor de Hanzhong y a Antonio Yao Shun titular en Jining/Wulanchabu.
Este año, el último paso del camino común de acercamientos fue la reunión a mitad de febrero de los cancilleres de la Santa Sede, Paul Gallagher, y de China, Wang Yi, que constituyó el encuentro de más alto nivel desde la proclamación de la República Popular China en 1949, ya que el Vaticano cortó entonces los vínculos con el gigante asiático tras el ascenso de Mao Tse Tsung al poder y estableció relaciones bilaterales con Taiwán.
De todos modos, cuando hace semanas Wang Yi visitó Roma para encontrar a su par italiano Luigi Di Maio no hubo, al menos públicamente, acercamientos o reuniones con sus contrapartes de la Santa Sede.
Pese a que con más de 1.300 millones de habitantes en China hay "apenas" unos 10 millones de católicos, según las estimaciones más favorables de la prensa oficial, el Papa argentino no ha ahorrado gestos hacia Beijing y ha reiterado en más de una oportunidad su intención de visitar el país.
Los constantes acercamientos en el primer lustro de convivencia entre Francisco y Xi incluyeron puntos altos como que Bergoglio obtuviera en 2014 el permiso de sobrevuelo que le había sido negado a Juan Pablo II en 1989, o que tanto el Papa como su secretario de Estado concedieran en 2016 y 2018 entrevistas a medios de comunicación del gigante asiático.
No sin críticas de sectores conservadores, la firma del acuerdo puso bajo órbita de Francisco a los últimos siete prelados que quedaban fuera del radar vaticano, y sentó las bases para que las futuras designaciones fueran concordadas entre ambas partes.
El más firme crítico del acercamiento mutuo, el cardenal y obispo emérito de Hong Kong Joseph Zen, renovó a inicios de año su ataque al acuerdo, aseguró que Bergoglio "no sabe mucho" sobre China y, de gira en Estados Unidos, culpó al secretario de Estado Pietro Parolin de ser el origen de "todas las cosas malas" del vínculo pro-chino de la Santa Sede.